Acto de graduación de cuarto de ESO. Las familias se quedan en casa. Y la celebración se convierte en una ceremonia discreta, entre profesores y compañeros de clase. Fotos y alegría contenida. Se ha acabado el curso, con mascarillas, y con éxito, porque no ha cerrado por completo ni un solo centro en Cataluña. Ni escuela infantil, ni primaria, ni instituto. Pero los padres y madres quieren participar y volver a esa normalidad que pasa por actividades, por fiestas y relaciones sociales. Y ese es el reto que asume el departamento catalán de Educación, que ultima medidas para reiniciar en septiembre el curso, siempre que la pandemia no cambie de tendencia.
El curso escolar en Cataluña ha finalizado con esa realidad: ha sido un curso presencial, con una incidencia del virus que ha sido acorde a las distintas olas que se han producido en el conjunto de la sociedad catalana. Cada pico que se producía era inferior al anterior. El punto máximo se alcanzó, según apunta Educación, el 31 de octubre de 2020. Ese día, el 94,3% de los alumnos fue a la escuela o al instituto. El 95,1% de los grupos estables siguió su actividad y el 97’6% de los docentes y personal PAS y PAE trabajó en los centros educativos.
La responsabilidad de cada centro
Pero esos pequeños porcentajes suponen problemas importantes para muchas familias. Si se pone el acento en los grupos confinados, el 31 de octubre de 2020 hubo 3.504 grupos confinados. Más tarde, en el segundo pico del 23 de enero, hubo 2.701 grupos confinados y en el pico del tercer trimestre, el 30 de abril, disminuyó hasta 1.362 grupos.
Para septiembre, el departamento, con el nuevo consejero al frente, Josep González Cambray, pretende que las familias puedan “volver” a las escuelas. De hecho, es una demanda de padres y madres. Cambray ha admitido que, pese a las mil reuniones telemáticas que se han organizado, hay una urgencia por recuperar el contacto presencial de las familias. Su entrada en los centros se permitirá a partir de septiembre, y será cada centro el que adaptará la medida a partir de las circunstancias de cada escuela o instituto.
Mezclarse en el patio
La presidenta de las Asociaciones Federadas de Familias de Alumnos de Cataluña, (Affac), Belén Tascón, ha reclamado esa presencia, al entender que la educación “se desarrolla entre todos”, y que ese contacto es de suma importancia. Pero el departamento de Educación, pese a aceptar y promover esa “normalidad”, quiere ser prudente. Las mascarillas, por ejemplo, no serán necesarias en los patios, pero se guarda la posibilidad de mantenerlas en las aulas, en función de cómo evolucione la pandemia.
Todo dependerá de lo que indique el departamento de Salud. Esa es la posición de Educación. Habrá, en todo caso, cambios, como tomar la temperatura a los alumnos. Ya no será necesario, y los grupos se podrán mezclar en el patio y se revisarán también los protocolos de limpieza. Sin embargo, sí se quiere mantener los grupos estables, para reaccionar con celeridad en el caso de que alguien pueda contagiarse.
Más profesores contratados
La campaña de vacunación se intensificará de cara a los más jóvenes en septiembre, porque, además, deberá servir para prevenir contagios. El Govern ha tomado conciencia de que son los colectivos menores de 30 años los que pueden contagiarse ahora con mayor intensidad. Por ello, los adolescentes de 12 a 16 años serán vacunados en los institutos unos quince días antes de comenzar el curso. En cuanto a los docentes, el 80% ya tiene, por lo menos, una dosis de la vacuna, y el 60% tiene la pauta completa.
Los profesores, sin embargo, han mostrado sus quejas al entender que han sido el colectivo más olvidado, que ha trabajado con una enorme tensión para hacer frente a esos posibles contagios. El Govern señala que ha destinado hasta 612 millones de euros adicionales, y que eso ha permitido contratar hasta 8.000 profesionales y acelerar el plan digital, con una mejora de las oportunidades educativas. En los últimos días, muchos estudiantes de ESO han ido a sus centros, precisamente, para devolver sus tabletas digitales, que recuperarán en el inicio del curso.
Los barracones siguen ahí
Lo que podría ser una tónica, sin embargo, es la utilización de los llamados barracones. En el inicio de curso, se justificó que se mantuvieran los 1.013 módulos prefabricados, repartidos por todo el territorio, por la posible incidencia del Covid. Afectaba a un total de 20.000 alumnos y la idea inicial era retirar hasta 72 barracones. Se decidieron mantener y añadir 36 adicionales, hasta un total de 1.049 aulas. Del todas las escuelas, en 93 han funcionado con esos contenedores y otras 422 tienen alguna instalación de este tipo, aunque no es la principal.
El Govern diseño un plan a siete años para reducirlos a solo 300, aunque siempre se ha considerado que se podrán necesitar, en función de obras previstas en los centros o de otras circunstancias.
El gran objetivo, pese a todo, es que en septiembre alumnos, profesores y padres y madres puedan compartir espacios, relacionarse y organizar actividades de forma conjunta. Y, si puede ser, ya sin mascarillas. Pero esa decisión corresponderá al departamento de Salud.