La pornografía llega cada vez más temprano a la vida de los jóvenes. Los dispositivos móviles ya ocupan los bolsillos de niños en edades tempranas y no existe suficiente control parental para frenar el descubrimiento de la sexualidad a través de la red. Los chavales visualizan pornografía por primera vez a una edad media de 12 años, y además, el 30% de los adolescentes reconoce que el acceso a este contenido es su única fuente de información sobre sexualidad.
Así lo revela el informe “(Des)información sexual: pornografía y adolescencia” elaborado por Save the Children. Según los datos extraídos de encuestas a 1.753 adolescentes, la pornografía afecta en menor o mayor medida a las relaciones sexuales del 91,7% de los adolescentes que la consumen con mayor frecuencia. Este porcentaje baja al 66,9% en los jóvenes que ven este tipo de contenidos esporádicamente.
La pornografía influye en el sexo
El estudio de la ONG refleja que, entre los adolescentes que suelen consumir pornografía, el 14,7% cree que ésta afecta mucho a sus relaciones sexuales, mientras que un 37,4% opina que influye bastante y el 33,6% que poco. Sin embargo, entre los que acceden a este tipo de contenidos con menor asiduidad, el 19,5% cree que afecta bastante, el 45,8% poco y el 33,1% nada. Según la Sociedad Española de Contracepción, cada vez hay más casos de jóvenes que presentan disfunciones sexuales por el consumo indiscriminado de pornografía: desde disfunción eréctil hasta problemas para eyacular en relaciones sexuales reales.
Rafael Torregrosa, psicólogo y sexólogo centrado en investigación en pornografía, asegura que estos contenidos influyen “tanto por ser un material que se consume en cualquier sitio como por el efecto de fruta prohibida por ser un tema tabú”. El experto añade que también afecta “por las emociones que mueve el verlo y usarlo para darse placer o tratar de paliar la falta de educación sexual reglada”. El vocabulario, la forma de hablar de nuestros cuerpos, el malestar sobre nuestro físico al compararnos, la mirada hipersexualizada, las expectativas, los mitos y la violencia y los trastornos sexuales son ejemplos de la influencia que ejerce la pornografía sobre los más jóvenes, pero también sobre muchos adultos.
Diferenciar entre porno y realidad
Marta Ibáñez, psicóloga especialista en sexualidad y pareja, asegura que la pornografía “da una imagen sobre la sexualidad totalmente alejada de la realidad que a los adolescentes les cuesta diferenciar. Ellos están viendo en esas películas relaciones sexuales con prácticas que no son del todo habituales, con cuerpos que no son habituales y respuestas sexuales que tampoco responden al mundo real”. Según explica la experta, el problema es que los adolescentes “ven hombres erectos desde el primer minuto y durante toda la película, con penes enormes y mujeres que llegan al orgasmo en poco tiempo, con importancia excesiva a las relaciones coitales y con un falocentrismo brutal”.
De este modo, los varones crecen “con cierta frustración y ansiedad, y su autoestima se ve resentida por no llegar a ese nivel”, opina Ibáñez. “Son adolescentes, pero no son tontos”, añade, “saben que no es real, pero sí que lo asumen como tal porque es lo único que conocen sobre el sexo, así que cuando llegan a las relaciones sexuales reales piensan que para que sea satisfactoria tiene que llevar a un tipo de prácticas que no son lo que más le apetece a la chica”. La psicóloga alerta de que esto crea una serie de frustraciones en ellas porque creen que “deberían de disfrutar de ciertas prácticas que no disfrutan”.
El consentimiento sexual, gran afectado
Rafael Torregrosa afirma que el consentimiento sexual “ha sido anulado por la cultura de la violación reflejada en la pornografía mainstream, en la que hemos aprendido que cuando las mujeres dicen ‘no’, en realidad quieren decir ‘insiste más porque lo estoy deseando’”. Según el sexólogo, los jóvenes podrían “sentirse inseguros por su comparativa con los actores porno estándar, con la posibilidad de desarrollar problemas de erección o eyaculación precoz por el aprendizaje masturbatorio con la pornografía, o incluso en un extremo, llegar a ejercer algún tipo de maltrato debido en parte a estos complejos a los que induce el porno”.
"Si sumamos esto a la influencia de las redes sociales en el canon de mujer hipersexualizada da como resultado celos bestiales, canalización de la agresividad en la cama hacia ella y una enorme toxicidad relacional en la que puede llegar a darse sextorsión con vídeos que posiblemente hayan sido grabados durante el acto sexual, probablemente para imitar también esta práctica inducida por la pornografía”, señala Torregrosa, y añade que, en las relaciones de pareja, la pornografía está “creando escenarios” en los que el chico insiste y ella “acaba accediendo sin excitación para que no se enfade”, una problemática habitual en las consultas de adolescentes a psicólogos.
Las consultas de sexología reflejan la problemática
La plataforma de psicología ifeel elaboró un estudio recientemente sobre las consultas de sexología más comunes en los españoles, y se llegó a la conclusión de que la adicción a la pornografía era la tercera cuestión que más preocupaba a los hombres. José Luis Garcia, doctor en psicología y experto en sexología, comparte a menudo en Twitter los problemas que los jóvenes y sus padres le confían en sus consultas. Desde un padre que encuentra a su hija de 8 años practicando sexo oral con su vecino de 7 años hasta una chica que pregunta cómo puede hacer que una práctica sexual le guste “como a la chica de la peli” para satisfacer a su pareja.
El doctor ha adoptado la expresión “niños y niñas pornográficos” para definir a los adolescentes de esta época y asegura que muchos jóvenes utilizan el porno “como manual de instrucciones para sus primeras relaciones sexuales”. “La sociedad permite la pornoviolencia sin ningún tipo de control”, opina el sexólogo, y añade que los jóvenes “aprenden” qué es lo que les gusta a las mujeres con la pornografía y además comentan vídeos con sus amigos: El que comparte el video más bizarro es más popular y más guay”.
Sustituta de la educación sexual
La educación sexual no está regulada en España. El único acercamiento a una formación sobre sexualidad en las escuelas españolas fue el proyecto piloto Skolae, que se inició en 2017 en cerca de 200 centros de Navarra y que fue anulado el pasado junio, además del programa de educación afectivo-sexual que Cataluña prevé iniciar en el curso 2021. Según alerta Catalina Perazzo, directora de Políticas de Infancia y Sensibilización de Save the Children, sin una educación de este tipo en el currículo y “ante un mundo tecnológico lleno de posibilidades”, la pornografía se ha convertido en “profesora y consultorio de sexualidad para adolescentes”.
“Los chavales no tienen otra manera de saber lo que es el sexo”, opina Ibáñez. “Toda su fuente de información es la pornografía”, asegura la psicóloga, y añade que “la solución pasa por la educación sexual desde pequeños y que los chavales puedan hablar con sus padres de sexo y resolver dudas, o puedan tener acceso a talleres de educación sexual, libros o incluso películas de contenido erótico para que se sientan libres en su sexualidad”. La experta también cree que “cada vez se inician antes las relaciones sexuales y los jóvenes se exponen a emociones y frustraciones que quizá su cerebro inmaduro sea incapaz de gestionar”.
A falta de educadores, series de ficción
En los últimos años se han emitido contenidos sobre sexualidad en plataformas de streaming que han conseguido gran audiencia, como es el caso de la serie Sex Education, la serie animada Big Mouth o el documental Sex, Explained. Estos formatos tratan temas como las enfermedades de transmisión sexual, relaciones LGTBi, el deseo, la masturbación, el embarazo, la infidelidad, el abuso, el acoso, el feminismo y los fetiches, entre otros. Muchos espectadores opinan que es una buena manera de aprender sobre sexualidad, pero los expertos no opinan igual.
Rafael Torregrosa cree que los contenidos como documentales o series sobre sexualidad son “recursos muy útiles, siempre que pueda darse un debate posterior con un experto en sexualidad”, pero que aun así “no son una alternativa a la educación sexual integral reglada que se debería de ofrecer”. El sexólogo opina que series como Big Mouth o Sex Education “tienen sesgos importantes que necesitan de matización de alguien que sepa sobre el tema, ya que muchos chicos se quedan más en la gracia fácil de humor negro que en el mensaje posterior que lo desmonta”.
La pornografía no se va, pero cambia
Los expertos coinciden en que es inevitable el acceso a la pornografía de jóvenes a edades cada vez más tempranas, pero señalan que se está dando un cambio en los formatos de consumo. Un estudio de la consultora Hawkins refleja que la búsqueda de la categoría “amateur” es la tercera en el mundo y la primera en Estados Unidos, y en los últimos años ha crecido el número de usuarios que busca términos relacionados con cuerpos “reales” y sexo más “casero”. La prueba está en el auge de la red social Onlyfans como alternativa al mundo del sexo online.
Según Torregrosa, las “luchas sociales están ganando algo de fuerza con respecto al contenido amateur y realista, y se están haciendo más presentes gracias a internet. Es lógico que haya personas creativas y reivindicativas, que hartas de ver un modelo pornográfico impuesto que realmente no les otorga placer, sino incomodidad y malestar, hayan decidido pasar a la acción y crear contenidos diferentes”. Aun así, el sexólogo opina que “la mayoría de la gente piensa más en ganar dinero que en luchar contra los valores del porno” y que “seguimos contaminados por la influencia que el porno mainstream ha tenido sobre nosotros”.