El transporte público y el Bicing pinchan en Barcelona a pesar de los intentos del equipo de Ada Colau de promocionar estar alternativas de movilidad. De hecho, la mayoría de los barceloneses (42%) se desplaza por la ciudad a pie o en vehículo privado (39%), según el informe City Mobility Index de Deloitte.
En Barcelona, el transporte público representa el 17% de los viajes. Y la movilidad en bicicleta sigue siendo casi testimonial, con un 2%, a pesar del aumento de carriles para favorecer el desplazamiento de este colectivo. Asimismo, hay que explicar que, a causa de la pandemia, sí ha habido un aumento significativo de viajes (+82%, en datos de junio) sobre dos ruedas, aunque es algo coyuntural, según datos de la app Strava Metro.
Mejoras por aplicar
El índice de movilidad de Deloitte, por otra parte, posiciona Barcelona como una ciudad con un entorno proactivo con pocas barreras –el estudio se realizó antes de que el consistorio redujera el número carriles con la colocación de grandes y peligrosos bloques de hormigón—. Entre sus fortalezas destacan los enfoques para reducir el número de coches en la carretera y las emisiones de CO2, y la expansión del transporte público, que supone que el 76% de la población tenga una parada a menos de un kilómetro.
A pesar de todo, Barcelona todavía tiene algunos desafíos en cuanto a movilidad urbana, según la firma. Los niveles de contaminación del aire superan de forma constante los límites de la UE e incumplen los objetivos del Acuerdo de París. Además, el proyecto de tarjeta inteligente, T-Mobilitat, ha sufrido cambios en el modelo y paros laborales, lo que ha provocado un retraso de más de tres años.
Medidas poco eficaces
El estudio de Deloitte también pone de manifiesto que las medidas introducidas en Barcelona hasta ahora para abordar la congestión no han sido tan eficaces como habían planeado. Por eso, la ciudad está intensificando sus esfuerzos para reducir el número de vehículos y asegurarse de que son poco contaminantes con el impulso de la Zona de Bajas Emisiones. Sin embargo, el ayuntamiento no ofrece, por ahora, alternativas de movilidad con las que convencer a quienes se desplazan en vehículo privado de que opten por el público.
Los proyectos también pasan por promover el transporte público, creando una tarjeta inteligente sin contacto. Se espera que el nuevo billete establezca un modelo de precios basado en la distancia y se unifiquen todos los títulos de transporte. Además, las autoridades adquirieron 42 trenes de alta capacidad para reducir los tiempos de espera y aumentar el volumen de pasajeros.
Planes urbanos para reducir la contaminación
Por otro lado, los planes urbanos de la capital catalana, como recoge el informe, buscan mejorar la calidad del aire y reducir la contaminación acústica a través de la provisión de más carriles para bicicletas, la expansión del transporte público con el Plan de Movilidad Urbana y la creación de más zonas restringidas para automóviles en el centro de la ciudad.
El operador principal de transporte en Barcelona, TMB, ha ido implementando un programa para reemplazar autobuses diésel más antiguos con modelos más limpios. Entre 2019 y 2021, la ciudad debería sumar 254 autobuses: 75 a gas natural comprimido, 116 eléctricos y 63 híbridos.
Alta accesibilidad en todos los transportes
Según el análisis de Deloitte, la accesibilidad en todos los modos de transporte en Barcelona es alta: el 91% de las estaciones de tren y el 100% de los autobuses están adaptados para personas con movilidad reducida. La ciudad está ejecutando pilotos para mejorar aún más el acceso, como para aquellos que usan scooters de movilidad.
Después de crear las primeras supermanzanas, BComú planea la introducción de 12 más de estas áreas para 2023. El proyecto busca la reducción del tráfico en los barrios y la recuperación de las calles para jugar y pasear. La idea sigue en constante polémica, ya que supone la oposición de los vecinos y el cierre de muchos comercios por la pérdida de clientes. Tampoco está clara su efectividad para reducir la contaminación.