Investigadores del grupo BEAGLE de la Universidad de Zaragoza han publicado un estudio sobre la presencia de publicidad alimentaria en los canales de televisión de contenido infantil con mayor audiencia en España: Nickelodeon y Disney Channel. Del documento se desprende que los contenidos de estos espacios incitan al consumo de alimentos industriales entre la población de 4 a 12 años, lo que contribuye a agravar la creciente epidemia de obesidad infantil.
Estos canales, que no están adheridos al Código de Regulación de la Publicidad de alimentos y bebidas dirigida a menores para la prevención de la obesidad y la salud (PAOS), utilizan diversas estrategias como reclamo. Personajes de series y dibujos infantiles, datos científicos que pueden llevar a la confusión y regalos incluidos en los productos, todo ello en las horas de mayor audiencia: de una a tres de la tarde; de cinco a siete de la tarde; y de 20.30 a diez de la noche.
Julio, el mes clave para las marcas
El periodo vacacional deja más horas de libertad a los pequeños y esto genera un aumento de las horas de exposición a la televisión. Según datos del estudio, julio es el mes en el que se puede observar más variedad de marcas (14), siendo cuatro de ellas las protagonistas en los tres canales de televisión: Colacao, Frigo, Phoskitos y McDonald’s. Esta última es la única que aparece en todos los periodos estudiados (noviembre, marzo y julio).
Javier Guzmán, presidente de Justicia Alimentaria, aseguró en el manifiesto de su campaña Defiéndeme que los niños españoles ven cada día 25 anuncios de alimentos y bebidas, “la mayoría de los cuales no son saludables”. La ONG denuncia que España es “un agujero negro” en regulación de productos y que “no existen apenas políticas públicas que controlen el etiquetado, los impuestos o la publicidad”.
Personajes y regalos: los ganchos más utilizados
A pesar de que el Código PAOS prohíba estas prácticas, no tiene carácter normativo general y no compromete a su cumplimiento a estas empresas que, de estarlo, infringirían la norma de no “explotar la especial confianza de estos niños” en figuras como “personajes reales o ficticios”. Estas prácticas se han observado en una tercera parte de los 36 anuncios analizados, con personajes de dibujos conocidos, como La Patrulla Canina y Pokémon.
En los anuncios que se analizan, la obtención de un regalo en la compra del producto, aspecto que también rechaza el Código PAOS, se ofrece en casi la mitad. Según opina María Merino, dietista y nutricionista infantil, comer mientras se ven este tipo de anuncios tiene “un gran efecto en el comportamiento alimenticio”, y los publicistas son conocedores de este hecho.
El peligro de los datos científicos
Más de la mitad de los anuncios resaltan determinados nutrientes y los relacionan con necesidades vitales de las personas, algo desaconsejable porque puede confundir a los espectadores. Algunos casos observados son los de Puleva (“necesarios para el crecimiento y el desarrollo normal de los huesos”) y Simon Life (“contribuyen a la protección de las células frente al daño oxidativo”). Además de estos datos, varias marcas usan porcentajes para indicar niveles de azúcar, cantidad de leche o si son ecológicos o exprimidos, referenciando también en algunas ocasiones el contenido de calcio, vitaminas, hierro y proteínas.
Otros productos resaltan positivamente su carencia de sal, gas, azúcar, conservantes, colorantes o fritos, e incluyen etiquetas BIO y ECO. El desconocimiento de padres y madres en materia de nutrición es un factor que facilita la incidencia de este tipo de publicidad. Diana Álvarez, pediatra y divulgadora, opina que los padres son los que realmente deciden lo que los niños comen, por lo que, “si la publicidad influye en que los padres elijan alimentos que no son sanos pensando que son lo mejor para sus hijos, tenemos un problema”.
Comer frente a la televisión, error
Merino opina que “comer mientras se mira la televisión es comer sin conciencia, sin atención plena”. La nutricionista cree que esto tiene graves consecuencias: “La publicidad afecta gravemente a la salud de los menores, ya que se les está promocionando productos relacionados con superhéroes y sus dibujos animados favoritos”. “Estos inputs, sumados al entorno obesogénico en el que viven, condicionan sus elecciones alimenticias”, concluye.
Según el V estudio de CinfaSalud sobre hábitos de salud de las familias, el 71% de los niños comen frente al televisor. Aleix Cases, experto en nutrición, asegura que ese es “uno de los peores hábitos” que presentan los menores hoy. “Cuando comemos frente a la televisión no somos conscientes de lo que nos pide el estómago”, asegura Cases, y añade que este mal hábito “fomenta además el sedentarismo y la obesidad”. Según el nutricionista, es mucho más probable que una persona padezca esta enfermedad en la edad adulta si la ha sufrido durante la infancia.
Vía libre para la industria alimentaria
En el año 2011 entró en vigor la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición, que establece que las medidas de regulación de la publicidad sean acordadas voluntariamente por la industria alimentaria. Por este motivo, las empresas tienen vía libre, y muchos de los productos que aparecen en los anuncios son galletas, batidos, cereales y bollería.
Según la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan), los anuncios de alimentos y bebidas dirigidos a menores suponen un 13% del sector publicitario. Buena parte de esta publicidad se emite en horario de protección reforzada para la infancia (27,5% del total), por lo que se supone que su impacto es notable.