Un niño con obesidad / FREEPIK

Un niño con obesidad / FREEPIK

Vida

"Un niño obeso será un adulto obeso"

La doctora Gemma Carreras, pediatra del Hospital Sant Pau, explica que establecer hábitos saludables que incluyan a toda la familia es fundamental para evitar esta enfermedad entre los menores

10 junio, 2019 00:00

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI. Una enfermedad que afecta de manera progresiva a muchos países, sobre todo en el medio urbano. De hecho, el organismo calcula que en 2016, más de 41 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso. El problema es que "un niño obeso será un adulto obeso", explica a Crónica Global la doctora Gemma Carreras, pediatra del Hospital Sant Pau.

¿En qué consiste esta dolencia? "En un desajuste entre las entradas y las salidas. Es decir, lo que comes y lo que gastas. En este balance hay una parte genética, y contra esta no podemos hacer nada, pero sí en la actividad física, con un programa de intervención, normalmente de un año de duración, intensivo de entrada, que luego va disminuyendo", cuenta Carreras, aunque admite que los casos que llegan a su consulta son "los más extremos" y que para disminuir las tasas de exceso de peso entre la población es necesaria la intervención a nivel primario. 

Un adolescente con sobrepeso come bollería industrial sin saber que esos hábitos influirán en su salud y su esperanza de vida / EFE

Un adolescente con sobrepeso come bollería industrial sin saber que esos hábitos influirán en su salud y su esperanza de vida / EFE

Hábitos saludables

¿La solución pasa por dietas sanas y hábitos saludables? "Exacto, no se trata de realizar ejercicio físico en el sentido de solo deporte. Sino de una cuestión de rutinas diarias: que se muevan, que usen las escaleras, y luego a nivel de alimentación son básicamente hábitos saludables que incluyan todas las comidas, no una dieta estricta que diga lo que deben comer cada día. Y esto, que es muy fácil decirlo, es muy difícil de hacer, porque estas costumbres es lo que más cuesta cambiar", sostiene la doctora. 

No vale con modificar los hábitos del niño. "Se tienen que cambiar los de toda la familia, y no puede ser un cambio transitorio, sino definitivo", cuenta. ¿Por dónde empezar? "Cada persona es distinta y por eso hacemos un interrogatorio de sus costumbres. Detectamos anomalías e intentamos que las corrijan. Incluir frutas, verduras, ensaladas; acompañar las comidas con agua, hacerlas a la hora que toca y evitar los picoteos. También que se coma en la mesa y en familia, no solos y delante del televisor, con la bandejita en el sofá", recomienda. "Servir raciones pequeñas para que, si tiene más hambre pueda repetir, y evitar que se acabe una ración grande por desidia", son algunas pautas para cuidar la salud de los más pequeños, aunque Carreras sostiene que no son sencillas. 

Comida como premio

"Con algunas personas hay que entrar incluso en su manera de cocinar, en los extras de bollería, o la costumbre de 'los viernes toca pizza, comer los sábados de bocata y el domingo el aperitivo' ", sostiene. ¿Que la comida sea algo social influye? “Decimos que los premios no tienen por qué ser comida, que se puede salir pero no a comer, al parque o a cualquier otra parte. A veces cuesta, y por eso decimos que lo importante es que se implique toda la familia. Si dices que tomar fruta de postre es un castigo, difícilmente la van a tomar, pero si todos en casa comen fruta, los niños lo ven normal", argumenta. 

Una imagen de aperitivos o tapas/CG

Una imagen de aperitivos o tapas/CG

¿Qué efectos sufren los menores con exceso de peso? "A nivel de pediatría, los físicos muy escasos, pero sí hay consecuencias a nivel psicológico. Son niños que siguen estando mal vistos, especialmente las chicas durante la adolescencia. Hay problemas de baja autoestima, depresiones, bullying; pero diabetes tipo 2 no. En los caucásicos es excepcional, tenemos algún caso muy aislado en niños de origen hispano. Sí hay problemas a nivel de hígado o colesterol, pero otras enfermedades siguen siendo excepcionales", cuenta.   

Obeso cuando sea adulto

La doctora Carreras advierte que el principal problema es que "el niño obeso será un adulto obeso. Está demostrado". A mayor edad, más probabilidad.  "Los niños muy pequeños, por debajo de tres años, no siempre van a serlo, a menos que sus padres lo sean. Pero cuanto más mayor, más probabilidad de que esta persona sufra la enfermedad en la edad adulta”, sostiene. 

El modo de combatir esta lacra pasa por "establecer hábitos saludables de edad física y de dieta, cuanto antes mejor". Porque "cuanto más tiempo hace que el menor tiene malas costumbres, más costará cambiarlas. Siempre digo que los adultos aún lo tienen más complicado", apunta. 

Cambios durante los últimos 30 años 

¿Qué ha pasado para que la obesidad se haya convertido en una epidemia? "Primero, la actividad física ha bajado en picado. Segundo, los grandes potajes, muy calóricos, tenían sentido cuando se iba a trabajar al campo, ya no lo tienen porque gastas menos; y tercero, y más importante, la abundancia de la comida que tenemos ahora y antes no había. Las neveras están abarrotadas y las despensas también. Así, si tienes comida disponible, es muy difícil que no vayan --los niños-- a buscar algo de comer aunque no tengan hambre. Estos son los cambios importantes que ha habido en los últimos 30 años”, señala. 

Una nevera llena de alimentos / CG

Una nevera llena de alimentos / CG

¿De dónde viene la relación entre el aburrimiento y comer? "Son reflejos condicionados. Por ejemplo, si estoy viendo la tele, salen anuncios de cosas de comer, y te hacen pensar en ello. De manera que se establece una rutina: ver la tele es igual a comer". Para evitarlo recomienda que los niños tengan como norma en casa "pedir la comida" y eliminar el "voy a la cocina a coger algo". "Ahora los niños van a la cocina a coger un trozo de embutido como a coger un vaso de agua y eso es una anomalía cultural que tenemos que combatir”, apunta la doctora. “Y estar menos en casa. Si el niño va al parque, o a pasear, en vez de estar toda la tarde en casa sentado, delante de la tele, no tiene tanta ocasión de ir a picotear, porque no tiene acceso a la comida”, subraya.