La gigantesca colonia de unas 13.000 cotorras argentinas y de Kramer puede seguir campando por parques y cielos de Madrid durante otros seis meses. El Ayuntamiento se ha visto obligado a publicar de nuevo la convocatoria del contrato para su captura y sacrificio, que iba a iniciarse en octubre, e incluir a las empresas de lucha contra plagas.
Pero estas ruidosas aves, consideradas especie invasora desde 2011, siguen condenadas muerte. El plan del consistorio que dirige Martínez-Almeida, y antes Carmena, mantiene eliminar en once meses al 90% porque amenazan a otras, y suponen riesgo de transmisión de enfermedades y un peligro por la caída de nidos con una tonelada de peso.
Jaulas y carabinas
El objetivo, retrasado por un juzgado madrileño, de acabar con esta plaga (en 2005 solo se contabilizaron 1.500 ejemplares), choca con la oposición activa de asociaciones animalistas y ecologistas. Abogan por métodos incruentos como la esterilización o su mantenimiento en cautividad.
Con un presupuesto de 2,9 millones de euros, el proyecto contempla capturas mediante jaulas-trampa, redes y carabinas de aire comprimido. Eliminar nidos no se considera efectivo. Solo se procederá si son peligrosos para personas y árboles.
'Eugenesiado ético'
La “gestión” de los ejemplares capturados es el aspecto más complejo y polémico.
El Ayuntamiento, que ha recibido más de 300 quejas de vecinos en los dos últimos años, exigirá a los gestores que se observen las normas de bienestar animal durante el cautiverio, en los métodos de sacrificio con un eugenesiado ético, y en el tratamiento de cadáveres.
El Partido Animalista-Pacma se opone a la “masacre”. Ha entregado 32.000 firmas “para salvar su vida”. “Las cotorras fueron compradas como mascotas durante años y luego soltadas y abandonadas. No son especies invasoras por decisión propia. Nosotros las convertimos en problema”, argumenta su presidenta Laura Duarte.
Crueldad ineficaz
Tere Rodríguez, presidenta de la Asociación Protectora de Animales Exóticos de Cataluña también clama contra el “exterminio” de unos animales que considera tan domésticos y de la familia como perros y gatos. “Es una decisión cruel, cara e ineficaz a largo plazo”, sostiene.
Los defensores de las cotorras coinciden en la necesidad de un “control ético” con métodos más flexibles y no cruentos, como la retirada de huevos y la esterilización.
Daños a árboles y cosechas
SEO/BirdLife, que ha coordinado los censos más fiables de cotorras en España, constata que su forma de anidar y el hecho de que se alimenten de brotes hacen secar los árboles. “Si salieran de la ciudad destrozarían cosechas, como ocurre en la India y otros países”, asegura un portavoz.
La asociación conservacionista propone un método más barato que el municipal y sin sacrificio: mantenerlas cautivas en aviarios de modo que su población estuviera controlada hasta su muerte.
Otros ornitólogos advierten de que la aniquilación solo en Madrid creará un “nicho ecológico”, ya que deja un hueco natural para que nuevas cotorras lleguen a la capital.
Esterilización inviable
También habrá que controlar las 1.500 cotorras supervivientes, ya que tienen una gran capacidad reproductora. “Ya puestos, mejor sería eliminarlas todas. En el año 1987 había en torno a diez parejas. Si en ese momento hubieran controlado el problema, no estaríamos así”, recuerda el biólogo experto en plagas Luis Montero.
José Postigo, investigador de la Universidad de Málaga y experto en la lucha contra especies invasoras, asegura que no es viable capturar cotorras y esterilizarlas o alimentarlas con pienso esterilizante hasta que las poblaciones disminuyan solas. “Además, el método carece de base científica y técnica”, subraya.
Amenaza a la diversidad
Numerosos estudios internacionales, según el investigador, confirman que las especies invasoras son una de las mayores amenazas para la diversidad en todo el planeta. Uno de ellos sostiene que la lucha desde los años 90 ha salvado de la extinción 25 especies de aves y 10 de mamíferos.
“Que nadie se lleve a engaño. No estamos decidiendo si matamos 20.000 cotorras o las dejamos vivir, estamos eligiendo entre eliminar 20.000 cotorras hoy o miles al año para siempre”, avisa Postigo.
Centro de críticas
Madrid, con casi la mitad del censo nacional de cotorras, será pionero y centro de atención de críticas. Zaragoza trató de controlar la población mediante disparos, un método peligroso y no utilizable en zonas superpobladas.
Otros municipios, como Barcelona, debaten como abordar el problema. Se han realizado acciones aisladas en Mallorca, Málaga y Sevilla, que prepara un plan similar al madrileño. Pero no han ido más allá de desmontar nidos en las copas de grandes abetos, cipreses y palmeras, sus árboles preferidos.