El Ayuntamiento de Barcelona ha encargado construir un nuevo horno crematorio que permita lidiar con picos de mortalidad como la del Covid-19. El gobierno municipal busca ampliar la capacidad de incineración en tiempo récord, apenas 12 meses, para evitar nuevos colapsos en el circuito funerario, como el que sufrió en el momento más virulento de la pandemia del coronavirus.
Así lo detallan los pliegos de condiciones del "nuevo horno crematorio" que se instalará en el Cementerio de Montjuïc, el mayor de Barcelona. La máquina se colocará junto a los cuatro aparatos actuales y permitirá ampliar la capacidad de cremación, actualmente disminuida por el empeño de Ada Colau de cerrar la instalación funeraria de Collserola, la otra pública que hay en la ciudad. Ahora, en Montjuïc, la alcaldesa gastará 1,4 millones para agregar un quinto horno que permita lidiar con los picos de mortalidad. Y lo quiere en 12 meses, no más.
"Demanda creciente de incineraciones"
Cementiris de Barcelona, la empresa municipal de camposantos, ha justificado el gasto de dinero público por "la demanda creciente de incineraciones". ¿Por qué construir un nuevo horno si la empresa pública --que opera la cremación en régimen de monopolio en Barcelona-- ya tiene una instalación vacía en Collserola? "En abril de 2019 se derivó toda la actividad de cremación del Cementerio de Montjuïc coincidendo con la clausura de las instalaciones de Collserola, que databan de 1983 y que habían llegado al final de su vida útil. Se concentró la actividad en instalaciones más modernas y actualizadas para seguir dando servicio a la ciudad", ha explicado una portavoz.
Ello puede ser justificable, ¿pero no alquiló un horno crematorio portátil Cementiris en pleno pico de fallecimientos por Covid-19? ¿Qué pasará con esta máquina? "El horno móvil, en principio, quedará a disposición de Cementiris de Barcelona hasta finales de octubre", ha explicado la misma representante. En otras palabras: el crematorio portátil alquilado por el ayuntamiento solo está garantizado durante los primeros compases del anunciado rebrote del virus SARS-CoV-2 en otoño. Después, la incertidumbre.
Improvisación y pifias
Esta anomalía es otra de las que presenta Cementiris en su gestión. Se suma a las improvisaciones y pifias que ha cometido la empresa municipal que preside Eloi Badia (BComú), concejal de Transición Ecológica y Emergencia Climática. La empresa tuvo que cerrar uno de sus dos crematorios públicos en 2019 porque se encontraba en pleno parque natural e incumplía la normativa de emisiones. Trasladó las 8.000 cremaciones anuales que hace en Barcelona a una sola instalación: Montjuïc. Después, Colau se echó al monte con las políticas de emergencia climática y decidió que Collserola no reabriría.
La ciudad lo pagó caro. El único crematorio que quedó abierto, Montjuïc, colapsó en diciembre de 2019, coincidiendo con un aumento de muertes por la gripe estacional. Tras ello y durante la pandemia del virus SARS-CoV-2, el propio Badia anunció que Cementiris estaba a punto de prohibir las cremaciones por la saturación de los hornos de Montjuïc, que rozaba los diez días de espera. La empresa que preside el concejal común encargó un horno portátil, pero éste llegó tarde. Cuando se instaló, no cabían los ataúdes. Ahora, a la espera del anunciado rebrote de la pandemia en otoño, licita con urgencia un nuevo horno.