El aislamiento y el miedo al contagio del SARS-CoV-2 están retrasando las visitas médicas y ello dificulta la detección de cánceres de piel, entre otras enfermedades. La Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) alerta de que, a medida que se vuelve a la normalidad, están llegando a las consultas pacientes con tumores de tamaño superior a los que se veían antes de la pandemia.
La entidad médica avisa de que alargar al menos un mes la extirpación de melanomas y células cancerígenas favorece que los tumores crezcan de tamaño a volúmenes alarmantes. Por otro lado, la academia advierte sobre una peligrosa creencia de que las manchas o lunares malignos hallados en la piel tardan en empeorar.
Menos probabilidades de supervivencia
En España, las posibilidades de supervivencia en pacientes con melanoma a los cinco años del diagnóstico son del 85%, pero esta cifra disminuye de forma notable cuanto más tarde se diagnostican. Según la AEDV, tardar solo un mes en descubrir un melanoma disminuye hasta en seis puntos las probabilidades de supervivencia a los cinco años de tratamiento, dejándola en un 79%.
“Solo en nuestro país se diagnostican unos 4.000 melanomas al año, y con todos los recursos sanitarios centrados en el coronavirus, se ha bloqueado la atención a los otros pacientes”, asegura a este medio Antonio Tejera-Vaquerizo, miembro de la AEDV.
Aumento de melanomas gruesos
“Agrupamos los melanomas en finos y gruesos; estos meses hemos visto un aumento de los de tipo grueso”, narra el dermatólogo. La academia quiere fomentar métodos como la autoexploración o las consultas telemáticas para evitar esta demora en los diagnósticos.
“Ahora estamos trabajando en un estudio con 18 centros de referencia españoles, para ver exactamente el impacto del coronavirus en el aumento de tamaño de los melanomas”, asegura Tejero-Vaquerizo. De momento, la Sociedad Española de Oncología Médica pronostica 6.179 casos de melanoma solo para este año.
El peligro de la desescalada
La vuelta a la normalidad está coincidiendo con la llegada del verano. En consecuencia, salir a la calle después de tres meses de aislamiento pone en riesgo la salud de la piel, ya que hay rayos ultravioleta más altos que en marzo, cuando comenzó el estado de alarma.
Según avisan desde la AEDV, el aislamiento ha provocado que la piel se enfrente al verano siendo más vulnerable a las quemaduras, al tener niveles bajos de vitamina D y melanina. Aparte, la academia recuerda que los rayos ultravioletas de estos meses suelen ser de nivel nueve o diez, los más altos de todo el año.
Las azoteas no son aliadas
El encierro ha privado a la piel de estar al aire libre, por lo que se ha saltado el proceso de adaptación a los rayos ultravioletas. “En primavera solemos recuperar la relación con el sol que se pierde en invierno y este año, por el aislamiento, no hemos podido adaptarnos a medida que llegaba el verano”, explica Tejera-Vaquerizo.
Debido a esto, las personas son más propensas a la pigmentación y a una aceleración del envejecimiento de la piel. Desde la AEDV alertan de que tomar el sol en terrazas o azoteas puede provocar daños irreversibles. “Recomendamos una exposición al sol progresiva, así se evitarán las erupciones solares”, añade el dermatólogo.