Drones para prevenir incendios, repartir el correo o incluso luchar contra el Covid-19. Hace tiempo que estos ingenios voladores dejaron de ser un regalo navideño para convertirse en una solución tecnológica multiusos. Este cambio de paradigma ha provocado un boom en la demanda de los pilotos de drones.
Según datos de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), en 2019 había en España 6.044 pilotos de RPAS (vehículos aéreos no tripulados, por sus siglas en inglés), frente a los 5.049 especialistas del año anterior. Un portavoz de la agencia pública augura un “futuro brillante y esperanzador” para el sector. Ha nacido una nueva profesión.
Formación teórica y práctica
Para manejar un dron de forma especializada, se necesita adquirir un certificado teórico y práctico, emitido por las ATO, así como un certificado médico aeronáutico. Las ATO son organizaciones avaladas por AESA para formar a los futuros pilotos de drones. Estos centros suelen ofrecer propuestas parecidas que incluyen unas 60 horas de formación teórica y entre cinco y diez horas de clases prácticas.
Salvador Bellver, abogado especializado en drones y nuevas tecnologías, destaca que la diferencia entre aficionados y operadores no está en las especificidades técnicas del aparato: “El mismo dron puede volarse como hobby o tener un uso profesional. Los profesionales suelen tener equipos más completos, pero eso no marca la diferencia”.
Cuándo deja de ser un 'hobby'
El uso lúdico o profesional no depende de las características del fabricante, sino de los escenarios en los cuales se va a llevar a cabo el vuelo, tales como si se va a sobrevolar una ciudad o si el piloto va a mantener el artilugio dentro de su alcance visual. En estos casos, los operadores deben pedir una autorización previa a la AESA antes de realizar cada una de estas operaciones.
Alberto Royuela, piloto comercial y director de la escuela de vuelo Chistau Adventours, lo plantea de forma gráfica: “¿Qué es más peligroso: hacer volar un dron de 150 kilos en el Aneto, o uno que no llegue a un kilo en Las Ramblas?”. Este instructor subraya el hecho de que “un piloto de dron entra dentro de la categoría de aviación general, es decir, tiene más nivel que uno de ultraligeros”.
La normativa europea se retrasa
Aunque estaba previsto que el próximo julio entrase en vigor la nueva normativa europea sobre uso de drones, el Covid-19 ha aplazado estos planes. No será hasta enero de 2021 cuando se implemente de forma progresiva la reglamentación comunitaria.
Para Bellver se trata de un paso adelante que, además de ampliar el uso civil de las aeronaves, “permitirá volar en otros países de la Unión Europea” mediante una licencia única de EASA (Agencia Europea de Seguridad Aérea). “El dron ha venido para quedarse y es una herramienta que complementa otras profesiones, pero requiere especialización”, zanja el abogado.
Hablan los pilotos
Francisco Chicano, empleado en la sección de prevención de incendios de Prosegur, dio un giro a su carrera como informático sacándose un curso de piloto. “Quería el certificado porque lo veía como algo espectacular, con muchas posibilidades”, explica Chicano, que, aunque se lamenta de que en España sea difícil montar una empresa, apunta que “existen muchas ofertas de trabajo en el extranjero relacionadas, por ejemplo, con el mantenimiento de infraestructuras o la vigilancia de los montes para controlar los fuegos”.
Alejandro Maestra, un joven, pero avezado operador de cámara, no se lo piensa dos veces a la hora de recomendar esta carrera. Maestra trabaja en Octocamvision, una compañía líder en el uso de drones en rodajes de películas y series de televisión. “Yo venía del mundo del audiovisual, me había gustado desde pequeño. Probé con los drones y me gustó”, afirma el camarógrafo. Recientemente ha participado en la grabación de White Lines, una de las producciones nacionales de Netflix para este 2020. “Al final del rodaje se nos acercó todo el equipo para felicitarnos. Somos uno más junto al director y los actores”, apostilla con orgullo este joven.