Entre Las Ramblas y la plaza de la Gardunya se encuentra uno de los mercados más emblemáticos de Barcelona. Durante sus 180 años de historia, la Boqueria ha sobrevivido a guerras civiles, motines anticlericales y atentados terroristas. Pero jamás se había enfrentado a una pandemia mundial que ya ha provocado pérdidas de más del 70% en las ventas de los vendedores.
Óscar Ubide, gerente de la asociación de comerciantes del mercado, tiene plena confianza en que superarán este bache: “Siempre hay épocas buenas y malas, pero seguro que le daremos la vuelta”. Para ello, la Boqueria ha reorientado su estrategia con la mirada puesta en el desplome del turismo internacional, un público “imprescindible” con el cual no se podrá contar al cien por cien durante el próximo verano.
Apuesta por la venta online
Una de las apuestas pasa por potenciar el negocio online, al que comerciantes como Gemma Ribas se han sumado en los últimos meses: “He lanzado una web y una gran campaña de marketing online para promocionar mi tienda”. Antes del estado de alarma, Ribas vendía zumos y macedonias, pero el Covid-19 la ha obligado a convertir su negocio en una verdulería. “No hay turismo y he tenido que adaptarme, aunque tengo la esperanza de que en agosto recuperemos visitantes”, expresa la dueña de Fruits de la Terra Ribas.
Antes de la reclusión, los comerciantes de la Boqueria ya ofrecían sus productos a través de Manzaning, la app que opera en 15 mercados de la capital catalana. Actualmente, los 140 negocios que están abiertos ofrecen este servicio, pero quieren dar un paso más. “Estamos trabajando junto a Mercats de Barcelona en un marketplace común para todos los mercados de Barcelona”, avanza Ubide.
Reivindicando el arraigo vecinal
El gerente desmonta el mito de que la oferta de la Boqueria esté pensada exclusivamente para el público extranjero: “El fenómeno del turismo nos ha llegado en los últimos diez años. Siempre hemos cumplido una función de mercado central y hemos actuado como un punto de abastecimiento de la restauración de Barcelona”.
De hecho, los propietarios de establecimientos de alimentos frescos, como carnicerías o pescaderías, han capeado mejor los meses de aislamiento. Anna Garriga, que regenta una carnicería, reconoce que no ha necesitado cerrar y ha podido “salvar los muebles” gracias a su clientela habitual. También le ha ayudado el servicio de entrega a domicilio organizado por la dirección, que aunque en un primer momento se diseñó pensando en las personas mayores de Ciutat Vella, se ha extendido a todo tipo de compradores y al resto de barrios de la ciudad.