El Institut Agrícola Català de Sant Isidre alerta de la pérdida de 3.520 millones de euros para la modernización agrícola en las obras previstas en los Planes de Desarrollo Rural de la Política Agrícola Común de la Unión Europea (PAC) si no se licitan este año la totalidad de los fondos en obras de infraestructura.
Baldiri Ros, presidente de la patronal agrícola catalana, solicita al Gobierno un esfuerzo adicional a través de los fondos previstos del Covid-19, para “acometer estas importantes infraestructuras y generar competitividad y productividad en un sector contra-cíclico que ha tenido un comportamiento ejemplar durante la crisis y que dada su vocación exportadora, tendrá que liderar el sector exterior por las dificultades del turismo o el automóvil”.
El riesgo a perder los fondos
Cataluña sólo ha ejecutado el 38% de estas obras y tiene pendiente el 62%, lo que significaría perder el 43% de los fondos de la Unión Europea. Ros ha estado al pie del cañón durante toda esta pandemia. Se ha cruzado cartas con el ministro de Agricultura, Luís Planas, para solicitar ayudas que al final llegaron, para el ovino o caprino, para solventar la movilidad de los temporeros o alertando de la situación de la industria del cava.
Para el presidente del Institut Agrícola, la industria agroalimentaria ha demostrado sus fortalezas en esta pandemia, pero cree que ha llegado el momento de modernizarla y fortalecerla por lo que pide a las administraciones un compromiso de futuro “el apoyo del Gobierno debe obligar a las comunidades autónomas a ejecutar las inversiones y licitarlas, para evitar perder los fondos de la PAC. El campo español no puede esperar más. Ahora tenemos una gran oportunidad”.
Peligra la agricultura nacional
En su despacho, en el histórico Palau Fivaller de la Plaza Sant Josep Oriol, en pleno Barrio Gótico barcelonés, Ros es contundente: “la agricultura nos puede brindar grandes oportunidades si la modernizamos y damos un empujón a proyectos que llevan años en el cajón”. Si las obras no se licitan este año, “se dañará la política de desarrollo rural, competitividad e inversiones necesarias en el sector”.
El Institut Agrícola pide un esfuerzo adicional al Gobierno, que desde junio de 2019 ha repartido 537,8 millones de euros de apoyo a la cofinanciación de las autonomías “incluyendo este paquete en los fondos Covid-19”. Estos importes deberían ser distribuidos por las comunidades atendiendo a “las que menos porcentaje de licitación tengan, las que tengan mayor porcentaje de cofinanciación propia y, por tanto, menor europea, y priorizar los proyectos incluidos en la Prioridad 4”, como gestión de ecosistemas, agua, biodiversidad y suelos.
Ros reclama el Canal d'Urgell
Con datos en la mano, la situación es preocupante en Madrid, Castilla-La Mancha, Canarias o Asturias, por la baja licitación. Baldiri Ros insiste en la Prioridad 4 porque “es fundamental para mejorar la gestión del agua y una gestión forestal sostenible”. En este punto, alude a un proyecto eternamente retrasado en Cataluña como es el Canal d’Urgell, “una obra fundamental para dotar de regadío e impulsar la agricultura de futuro”.
Según el presidente de la patronal catalana “este canal de riego necesita modernizar el sistema de regadío que implicará que los regantes reciban el agua a presión en sus fincas, dejando de regar por inmersión. La conclusión ahorro de agua, mejora de la productividad agrícola y una actividad más sostenible”.
La modernización del sector agrícola
El Canal de Urgell es una infraestructura hidráulica que riega una superficie aproximada de 70.000 hectáreas en cinco comarcas: Urgell, Pla d’Urgell, La Noguera, el Segrià y Les Garrigues. Fue inaugurado en 1862, hace 158 años, y lleva agua a la zona agrícola con mayor potencial en nuestro territorio. Su modernización liberará agua porque se ahorrará en el riego, transformando otros lugares agrícolas de secano a regadío, lo que tendrá un efecto multiplicador de la producción, desde del Garrigues Sud hasta la Terra Alta.
Para Baldiri Ros “la modernización del Canal de Urgell es uno de los proyectos que debe ser prioritario en el momento de decidir dónde se invertirá para rehacer nuestra economía, ya que dará un impulso a la modernización del sector agrícola, facilitará el desarrollo de la industria transformadora y ayudará a vertebrar de forma efectiva el territorio”, y lo que es más importante “dispondremos de un sector agrícola propio que nos permitirá afrontar con mucha más tranquilidad este siglo XXI que tenemos por delante, y que todo apunta que viene cargado de incertidumbres”.