Las puntos de carga siguen siendo la asignatura pendiente del coche eléctrico. El Plan Moves, diseñado por el Gobierno para facilitar la transición de la industria del automóvil hacia un modelo sostenible, incorpora un ambicioso paquete de ayudas para alfombrar la llegada del vehículo eléctrico.
Con el objetivo de alcanzar los cinco millones de coches sin emisiones en 2030, el Ejecutivo está dispuesto a subvencionar el despliegue de una amplia red de puestos de carga, indispensable si se quiere que los turismos eléctricos puedan recorrer las mismas distancias que sus predecesores de combustible fósil. Aunque quizá la revolución verde del automóvil conlleve un cambio en los hábitos de conducción.
Cataluña tiene 104 estaciones públicas de carga
Según los últimos datos del Instituto Catalán de Energía, en Cataluña hay 1.720 puntos públicos de recarga que sirven electricidad a un parque móvil eléctrico que ya supera las 20.000 matrículas. Además, un portavoz del organismo añade que a esta cifra hay que sumar los centenares de enchufes privados que los propietarios tienen en sus domicilios.
Los surtidores públicos están ubicados en 104 estaciones de carga rápida repartidas en toda la comunidad, aunque de forma desigual. La provincia de Barcelona acapara 59 --lo que supone más del 50% del total--, siguiéndole Tarragona (19), Girona (15) y Lleida (11).
Enchufes en casa, la mejor opción
A la pregunta de si esta infraestructura es suficiente para soportar una flota creciente de coches enchufables, el Instituto Catalán de Energía defiende que “los centros de carga vinculados al usuario” son la primera opción a la hora de mantener el coche eléctrico.
Según el organismo, esta opción satisface dos problemas vinculados con el consumo de energía: “Por un lado, se asegura la autonomía de uso, ya que los conductores conocen el rango de sus movimientos, mientras que por otra parte se gestiona mejor la demanda de energía ya que los vehículos suelen cargarse de noche”.
Usar el coche de forma distinta
Para Cristina Corchero, jefa de investigación del Institut de Recerca en Energia de Catalunya (IREC), se avecina un “cambio de paradigma de la movilidad”. Por eso, la investigadora explica que las gasolineras no van a ser sustituidas por electrolineras, sino que “mayoritariamente se contará con puntos de carga vinculados al hogar o el centro de trabajo” ya que “el 90% de conductores no necesitarán más recursos para completar sus traslados”.
La investigadora reconoce que habrá un porcentaje de propietarios que no tendrán un punto doméstico, o bien porque su demanda sea muy elevada o bien porque tienen unas necesidades específicas (como los taxistas o los conductores que realicen trayectos largos por carretera). En ese caso, Corchero sí ve una oportunidad para que el sector privado complemente la infraestructura eléctrica.
Grandes operadores entran en el mercado
La carrera de las compañías por emplazar puntos de carga ya ha comenzado. A finales de 2018, Endesa anunció el lanzamiento de un plan para instalar más de 108.000 puestos de recarga públicos y privados en el ámbito nacional en un plazo de cinco años.
Por su parte, la empresa mixta Bamsa --participada por el grupo de aparcamientos Saba en un 60% y por el consistorio barcelonés en un 40%-- ya cuenta con una red de carga en distintos de sus parking municipales.
Un reto en toda Europa
En cualquier caso, la preocupación por disponer de una red solvente que asista al coche eléctrico atraviesa toda Europa. Según un estudio elaborado en 2018 por la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles (ACEA), España es el quinto país del continente más preparado para dar el salto al eléctrico, con casi 5.000 puntos de carga en todo el país.
Para alcanzar las estimaciones de la Unión Europea sobre la penetración del coche eléctrico en los próximos años, se necesitarán dos millones de puntos de recarga en 2025, lo que supone multiplicar por 20 los equipamientos actuales.