Solicitudes de amistad de desconocidos a través de Facebook o cargos en las tarjetas de crédito por bienes o servicios que no has adquirido. Cada vez a edades más tempranas, los menores se comunican a través de redes sociales, pero el libre acceso a internet puede suponer un riesgo para ellos. A los progenitores les asaltan dudas sobre cuál es la edad adecuada para comprarles un móvil, o la seguridad de las aplicaciones que se descargan. Por este motivo Silvia Barrera (Madrid,1977), inspectora de policía, y experta en investigación de cibercrimen, ha alumbrado Nuestros hijos en la red (Plataforma Editorial, 2020); una guía para la prevención digital y es que, como alerta, los juegos online son una de las vías de acceso de los depredadores sexuales para contactar con los más pequeños.
--Pregunta. ¿Los padres son conscientes de los riesgos que la red entraña para sus hijos?
--Respuesta. Estamos muy poco concienciados. Lo que no se ve y no se siente físicamente cerca no genera sensación de alarma. Parece que da más miedo que a uno le roben la cartera, que no que puedan sustraerle 5.000 euros del banco a través de internet, y por eso se opera de forma negligente. Lo mismo les sucede a los padres, piensan que el cibermundo de los niños es un juego, donde hacen cosas de niños, y que no existe ningún tipo de riesgo. El problema es que internet es un mundo adulto, con contenidos de carácter violento, sexual, que luego el menor va a proyectar en el mundo físico y a establecer relaciones afectivas a muy temprana edad.
--P. La sobreexposición es uno de esos riesgos.
--R. La red es un escaparate, mandamos fotos de carácter íntimo, y el hecho de tener seguidos es guay. Si los padres lo hacen, los niños imitan esas conductas y viven en un mundo adulto sin ningún tipo de supervisión.
--Aprenden por imitación.
--Si el mensaje que das a tu hijo es que cuánto más te expones, más seguidores tienes, y todo es divertido, los niños hacen lo mismo sin ningún tipo de pudor ni temor. "Si a mis padres no les da miedo por qué debería dármelo a mí’, y esa es la cuestión, adquieren unas pautas de navegación negligentes, atrevidas, y no contemplan el riesgo de que les vea todo el mundo. En un momento dado puede ser gracioso, pero si compartes una foto de carácter íntimo, te pueden hacer sentir humillado.
--Los juegos online son una de las vías de acceso de los depredadores sexuales para contactar con menores.
--Con 9 o 10 años piensan que los que les contactan a través de un juego son niños de su edad, pero hay quienes, y más ahora --durante el encierro-- se hacen pasar por menores y les ofrecen dinero para subir de nivel, comprar accesorios o mandarles regalos a casa. Aunque ahora no se puede, también les proponen verse físicamente para entregarles ese regalo y luego les exigirán algo a cambio.
--¿Cómo se pueden introducir los padres en el mundo virtual de sus hijos sin que éstos crean que los están controlando?
--Primero tienen que documentarse, buscar información referente a la red social de moda, sus riesgos, y las herramientas de control parental disponibles. Saber qué pueden consumir los menores. Lo primero que les aconsejo es que pregunten al menor. "Enséñame qué ves, qué retos hay ahora". Establecer una confianza. Una vez lo han hecho, estudiarlo. Qué youtubers siguen, las cuentas de Instagram; y empezar a plantear normas para utilizar las redes, consensuando con ellos lo que pueden o no consumir.
--Si ha tenido acceso libre, ¿cómo se restringe?
--Resultará difícil, porque se ha creado un precedente muy peligroso y ha recibido el mensaje de que puede ver lo que quiera en internet. Hay que hacerle entender que a determinada edad, 12 o 13 años, accede a determinadas aplicaciones donde también hay adultos y tiene que conocer los riesgos. Planteárselo así y, a partir de entonces, como hace cosas de adultos, también tendrá que someterse a una serie de normas. Hacerles ver que es por su bien, no porque desconfiemos de ellos, o porque hagan cosas malas, y establecer las reglas entre los dos.
--¿Cuándo hay que comenzar?
--A veces con tres años los niños ya tienen una tableta. El peligro se da cuando pasan de usarla para ver dibujos a ser consumidores de información. Uno tiene que estar muy atento. Cuando comienzan a preguntar "qué es esto" y "por qué", es que se han dado cuenta de que en internet pueden buscar cualquier cosa. Ese será el momento de imponer normas y límites sobre el contenido al que acceden.
--¿Y si ya son adolescentes?
--Si les hemos dado barra libre habrá que hablar mucho, y evitar la prohibición. Porque si les quitas el teléfono lo buscarán a escondidas o encontrarán otro medio para hacerlo. Negociar y avisar de los riesgos. Sentarse y negociar, imponer normas no demasiado estrictas, intentar crear un ambiente de confianza y explicarles que hay gente que puede intentar aprovecharse de ellos y que les puede hacer daño, como también nos pasa a los adultos. Nunca es tarde, pero hay que tener mucha mano izquierda.
--Aboga por que los progenitores se documenten sobre lo que consumen los menores.
--Tienen que ser los primeros en poner límites. Si no miran cuál es la edad recomendada de un juego o si no saben que hay redes como Whatsapp que no están permitidas para menores de 16 años...por algo será. Pueden buscar los youtubers a los que siguen y mirar si ese contenido es adecuado. En esta plataforma hay tutoriales de maquillaje de niñas de 9 años que lo hacen mejor que yo con 43.
--Recomienda que los padres no expongan los menores en redes sociales.
--Más allá de que alguien utilice la foto para suplantar la identidad del menor, que es algo bastante común, es por el ejemplo que nosotros damos a nuestros hijos. Lo estamos viendo durante el confinamiento, como graban a los niños y lo comparten. Son espontáneos, graciosos, y luego lo envían. Pero si ellos ven que sus padres lo hacen, y es un juego, dicen "por qué yo no lo puedo hacer", y esa es la cuestión. Se puede grabar como recuerdo pero sin compartirlo, por lo que menos hasta que el niño tenga una edad, como los 13 años, y con supervisión.
--¿Cómo detectar que sucede algo?
--A veces por cambios de comportamiento. Si antes dejaba el móvil encima de la mesa sin preocuparse, y ahora está pendiente todo el rato, por ejemplo. O si ves que no tiene ganas de ir a clase, o está preocupado y se muestra retraído, le puede pasar algo. A veces no. Hay que preguntarle "¿con quién hablas?", "¿has conocido a alguien jugando?". También preguntar a su entorno, el colegio, otros padres.
--Subraya que es fundamental la implicación de los padres también en la educación virtual.
--Es muy difícil. Antes se imponía una hora de salida y llegada, sabían con quién íbamos, nos dejaban en la puerta del local. Nos fiscalizaban y aún así te apañabas para engañarlos. Pero ahora hay que hacer un esfuerzo mayor. También tener en cuenta que la prohibición no es el camino, porque basta que lo hagas para que sienta más curiosidad. Sé que los padres están superados por el tiempo, pero deben hacer un esfuerzo por la seguridad de los menores.