Pillado un repartidor de Glovo inyectándose heroína con su mochila y su bicicleta de la empresa de reparto. Vecinos del barrio de La Mina de Sant Adrià se han dirigido de nuevo a este medio para alertar del tráfico y el consumo de estupefacientes en la llamada narcosala al aire libre junto a Barcelona que, teóricamente, fue desmantelada en junio de 2018.
La actividad ha vuelto en el solar, destinado a una promoción de viviendas junto al centro de atención primaria (CAP) de la zona. Lo denuncian vecinos del lugar, que advierten del "ir y venir" de toxicómanos pese a la reclusión que rige aún por el estado de alarma. "Se pinchan hasta los repartidores de Glovo", ha alertado uno de ellos.
Oposición al pabellón de campaña
El lamento de los residentes de La Mina llega poco después de que este medio avisara de la fuerte oposición vecinal a un pabellón de emergencia para personas con adicciones que el Departamento catalán de Salud quería abrir la semana pasada en el polideportivo local: la solución no gustó.
Los residentes amenazaron con manifestaciones y, el mismo fin de semana, hubo incidentes en la calle. Finalmente, el Gobierno catalán desistió de abrir la instalación, pero el problema persiste.
La droga se ha desplazado
El problema no es otro que el desplazamiento de los narcopisos del centro de Barcelona al área del Besòs. La presión policial en el Raval y el resto del distrito de Ciutat Vella ha forzado a los narcos a mover sus apartamentos de la droga a la frontera de la Ciudad Condal y primer barrio de Sant Adrià que hace frontera con la capital catalana.
Ello ha provocado problemas de convivencia y que se arruine parte del trabajo que venían haciendo las administraciones para adecentar y dinamizar una zona muy castigada por la exclusión social y el envite del tráfico de drogas.