Decía Eduardo Galeano que mucha gente pequeña, en lugares pequeños y haciendo cosas pequeñas puede cambiar el mundo. Son los grandes olvidados en la pandemia del coronavirus. Personas sin hogar y refugiados de países como Afganistán, Irán, Ucrania, Siria o Rumanía, que pasan la cuarentena en la Casa Cádiz de Barcelona, y se han puesto manos a la obra para combatir el desabastecimiento de material de protección que sufren los sanitarios del país, desbordados ante el número de contagios. Así, han comenzado a tejer mascarillas, que repartirán entre los profesionales del Hospital del Mar, el Clínic y Can Ruti, así como a dos residencias de ancianos de la ciudad.
Con poco más que tela, tijeras, pegamento y una máquina de coser, en este local de la calle Sardenya, que acoge a 24 personas durante la cuarentena impuesta por el estado de alarma, llevan varios días “tejiendo solidaridad”, según explica el activista Lagarder Danciu a Crónica Global. La iniciativa surgió tras conocer que muchos médicos y enfermeros estaban desbordados. "Cada jueves celebramos un taller de costura, y ya teníamos la dinámica y el material para confeccionar las mascarillas”, detalla.
Tejer solidaridad
Cuando las calles de la ciudad se han vaciado, y no son pocos los vecinos que se asoman a la ventana al grito de “me aburro” o a bailar al son del Resistiré del Dúo Dinámico, aquellos de los que nadie se acuerda han decidido contribuir a la lucha contra la enfermedad fabricando el producto más buscado durante las últimas semanas. "Médicos y enfermeros, que forman parte de la red de voluntariado de la casa nos comentaban que en los hospitales donde trabajan no tienen material, y así surgió la idea de hacer mascarillas solidarias", cuenta Danciu.
Son los sanitarios quienes se acercan hasta Casa Cádiz para recoger el material, y luego lo desinfectan. Una decena de personas elaboran entre 70 y 100 mascarillas al día desde la pasada semana. Unos cortan la tela, algunos cosen y otros las planchan. "Ya hemos distribuido 50 a una residencia de ancianos, este martes se llevarán otras 50, y el viernes entregaremos 1.000 a un hospital", apunta Lagarder. Una protección que podrán utilizar pacientes que acuden a los centros con síntomas de Covid-19.
Ser útil durante el confinamiento
"El confinamiento está siendo muy duro y este taller, en parte, nos ha salvado, porque estamos entretenidos todo el día en un ambiente de trabajo y al mismo tiempo somos útiles para los hospitales", confiesa el activista. Muchos de los que dedican sus horas a tejer mascarillas provienen de países en guerra. "No les ha extrañado, han vivido situaciones muy duras, y al ver lo que está pasando, se han animado a ayudar", explican desde Casa Cádiz.
El que quiera contribuir con la iniciativa puede hacerlo a través de la campaña de crowdfunding que han implementado [ AQUÍ ]. No solo para la fabricación de mascarillas, sino para apoyar el proyecto solidario que, en una situación de emergencia, acoge a todos aquellos que no tienen un techo bajo el que resguardarse. Y es que, aunque no cambien el mundo, como decía Galeano, al menos habrán contribuido a aliviar la falta de material de protección durante una pandemia que los ha olvidado, aunque ellos no se olvidan de ayudar.