El coronavirus brotó en Wuhan, ciudad china que decidió cerrar sus entradas y salidas el pasado 22 de enero al registrar más de 500 casos y 17 muertes por el Covid-19. Poco a poco, las autoridades chinas fueron metiendo en cuarentena el país, una decisión que ayudó a frenar la expansión del brote y a mucho más.
Y es que las imágenes por satélite revelaron la impactante disminución de la contaminación en China, algo que parecía casi imposible si se miran imágenes previas a la epidemia, y que demostraron que, con muy poco tiempo, la naturaleza vuelve a recuperar lo que es suyo.
El agua marina también se limpia
Algo parecido ha sucedido en Italia, donde su zona norte ha bajado considerablemente sus emisiones de dióxido de nitrógeno pero no de manera tan drástica. Eso sí, la huella humana se ha borrado rápidamente en ciudades como Venecia, donde han aparecido peces y cisnes por sus canales.
El parón del tráfico marítimo, sin barcos, cruceros o vaporettos, ha limpiado las aguas de la ciudad italiana hasta verse cristalinas y con vida. Una imagen que enamora tanto a turistas como a los venecianos, que alucinan por el sorprendente lavado de cara de los canales. Un clarísimo ejemplo del daño que hace el ser humano en la naturaleza.
Mientras los humanos se mantienen encerrados en cuarentena, los animales van ganando terreno. Además de los peces de Venecia, en Italia volvieron a ver delfines llegando a puertos como el de Cagliari o patos en la Fontana Di Trevi.
Aunque no todos los animales son marinos ya que, al igual que en ciudades españolas como Barcelona, los jabalíes también pasean más tranquilos de lo habitual por los abandonados asfaltos urbanos. En Japón, en cambio, varios ciervos y demás animales del parque de Nara abandonaron el bosque y tomaron distintas localizaciones de la ciudad en busca de alimentos, llegando a entrar incluso al metro.