El tabú que mata cada año en España a más de 3.600 personas
Pese a que el número de hombres que se quitan la vida triplica al de mujeres, éstas protagonizan el 75% de los intentos
7 diciembre, 2019 00:00Cada dos horas y media, una persona se quita la vida en España y 20 lo intentan. Con 3.659 muertes registradas en 2017, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), un 3,1% más que en el año anterior, el suicidio es la primera causa de muerte externa en nuestro país. El número de hombres que fallece por esta causa (2.718) es el triple que el de mujeres (961). Y, sin embargo, el 75% de las personas que intentan suicidarse son mujeres.
Pese a la cifra total de fallecimientos, no se destina ni un solo euro de dinero público a su prevención y ni siquiera está bien visto hablar de ello públicamente. En pleno siglo XXI el suicidio sigue siendo un tabú.
Ojetivo: acabar con el silencio
Para romper con él y eliminar un estigma que daña a miles de personas y que sufren un sinfín de familias nació la Asociación la Barandilla, que tiene dos objetivos clave: dar visibilidad a un problema que afecta de forma grave a la sociedad española y salvar vidas.
Para dar visibilidad organizan, entre otras muchas acciones, una jornada cada 10 de septiembre con profesionales, familiares de personas que se han quitado la vida y con personas que se salvaron a pesar de intentarlo. A la jornada está siempre invitado un político. “El entonces diputado catalán Carles Campuzano vino un día a dar una charla a nuestra asociación y realmente supuso un antes y un después para nosotros y nuestra forma de proceder, porque nos abrió los ojos. Le preguntamos que por qué la clase política se negaba a hablar del suicidio. Y su respuesta fue que hasta que no colocáramos el suicidio en la agenda política, no lograríamos que en España se hablase de su prevención”, relata José Manuel Dolader, director de la asociación La Barandilla.
El teléfono contra el suicidio
“En la primera jornada que celebramos nos impactó mucho el testimonio de un padre que había perdido de forma reciente a su hija. Desde los 16 a los 18 años había pasado por varios episodios de depresión, se había aislado de la familia, se había quedado sin amigos. Hasta que intentó suicidarse y lo consiguió. Nos impactó tanto que pensamos que teníamos que mojarnos”. Por eso, para salvar vidas nació, siete meses después, el 2 de febrero de 2018, el teléfono contra el suicidio. “Debatimos mucho sobre si llamarlo de una forma tan cruda, pero queríamos que reflejara la realidad”.
Tras casi dos años funcionando, los 14 profesionales que hay tras este teléfono nacional de socorro los 365 días del año -un psiquiatra, 11 psicólogos y dos terapeutas ocupacionales- han atendido más de 2.000 llamadas, con una media de duración de una hora cada una. “Entre que una persona piensa en desengancharse de la vida y lo hace transcurren noventa minutos. Y, precisamente, el 20% del total de llamadas que recibimos se producen en esos 90 minutos. Los llaman suicidios en curso. En ese momento activamos todos los recursos que tenemos disponibles para lograr, a contrarreloj, conocer un poco de sus vidas, hacerles ver lo bueno que hay en ellas y que cambien de perspectiva. En definitiva, buscamos transmitirles esperanza, que sepan que no están solos y que cuentan con nuestro apoyo para lograr engancharles de nuevo a la vida”, detalla el director de La Barandilla.
Las pastillas
“Si esa llamada se produce tras, por ejemplo, una ingesta masiva de pastillas, lo que hacemos es hablar con la persona para mantenerla despierta mientras damos aviso al 112”, matiza.
Esperanzado, José Manuel Dolader explica que cada vez más reciben “llamadas de familiares que, alertados por ciertas señales o síntomas que detectan en sus parientes, nos preguntan cómo pueden ayudarles para que no tomen una decisión irreversible. Y es que es vital que la familia sepa del sufrimiento por el que pasa la persona y se implique para sacarla del pozo, aunque evidentemente luego requiera ayuda profesional”.
Síntomas y perfil de riesgo
Aunque un mito extendido alrededor del suicidio es que las personas que se quieren quitar la vida no avisan, “la realidad es que muchas personas avisan de alguna forma a su entorno de sus intenciones. Existen indicios que pueden llevar al entorno a darse cuenta de que una persona está pensando en el suicidio, como pueden ser manifestaciones verbales en las que expresa su deseo de quitarse la vida, o bien otras como minimizar las ideas suicidas, igualarse con una persona conocida que se ha quitado la vida, regalar las posesiones más preciadas, etc.”, alerta Nel González, presidente de la Confederación de Salud Mental de España.
“Por otro lado, existe un vínculo entre el suicidio y los problemas de salud mental. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre el 65% y el 95% de los casos de suicidio están muy relacionados con los problemas de salud mental”, añade.
Desde la depresión
“Es importante que sepamos transmitir que cualquier depresión puede llevarnos a tener ideas suicidas, que nos puede suceder a cualquiera. Pero sí es cierto que padecer trastornos mentales graves como puede ser la esquizofrenia, el trastorno límite de personalidad o el trastorno bipolar agrava la situación. Sólo el 15% de personas con trastornos mentales graves trabaja y muchos sufren aislamiento de la familia y pérdida de amigos. Sienten que no le importan a nadie y sufren muchísimo”, lamenta José Manuel Dolader.
“Hay que dejar muy claro que los intentos de suicidio no son una llamada de atención, sino la manifestación del intenso sufrimiento y desesperación que siente la persona. Tampoco es una cuestión de valentía o cobardía, como mucha gente piensa: es la máxima expresión de un terrible sufrimiento que la sociedad en su conjunto debe, en primer lugar, comprender y, en segundo lugar, tratar de evitar que ocurra. La persona que intenta quitarse la vida no quiere morir, sólo busca dejar de sufrir”, señala el presidente de la Confederación de Salud Mental de España.
Plan de prevención
“Explicar a la familia o a los amigos cercanos que pasas por un mal momento o que sufres una depresión es difícil. Estas personas tienen miedo de que su gente piense que están locos o que carecen de fortaleza. Por eso les es mucho más fácil desahogarse ante un teléfono anónimo o ante su médico de cabecera. El problema es que en España carecemos de un Plan Nacional de Prevención de Suicidios, como ya existe en 28 países del mundo, que guíe a los profesionales para que sepan cómo actuar ante determinados indicios. Los médicos deben romper barreras y preguntar a pacientes con un problema de salud mental o gente que pasa por un momento crítico en su vida si tienen ideas suicidas”, propone Dolader.
“Cuando alguien va al médico con la cara amarillenta, puede tener cirrosis, un problema hepático… por lo que se derivará al paciente al especialista. Si el médico ve indicios de una enfermedad mental o ideas suicidas, la persona que le tiene que atender es un especialista en salud mental, no es de recibo que pase por medicina interna”, considera.
Hablar del suicidio, ¿efecto llamada?
Para Nel González, Presidente de la Confederación de Salud Mental de España, “es imprescindible acabar con los mitos e ideas erróneas sobre el suicidio para facilitar la desestigmatización y culpabilización de la conducta suicida y, con ello, facilitar que las personas con ideaciones suicidas pidan ayuda”.
Coincide José Manuel Dolader en que “alrededor del suicidio hay una serie de mitos que, hoy en día, hay gente que cree a pies juntillas y que hay que desmentirlos de forma tajante si queremos que una problemática como el suicidio tenga la visibilidad que merece. Están en juego muchas vidas. Como país de raíces católicas, en España siempre se ha censurado hablar del suicidio. El motivo es sencillo: antiguamente, si te quitabas la vida, no eras enterrado en camposanto. Eso marca mucho y causa estigma en la familia. Actualmente son pocos los familiares de personas que se han quitado la vida que hablan de ello abiertamente. Si tienes un hijo que muere de cáncer, nadie te va a preguntar si has sido tú con alguna acción el que ha provocado el cáncer a tu hijo, si un familiar muere en un accidente de tráfico, nadie le va a preguntar a la familia por qué dejaron que cogiera ese día el coche. En cambio, si tu hijo se suicida, es habitual que te pregunten si tú no te diste cuenta de que estaba deprimido o de que lo estaba pasando tan mal, si no hiciste nada para evitarlo. La familia se siente muy culpable, admitir que su familiar se suicidó públicamente les causa mucho dolor porque además los pone en la diana como responsables. Por eso mantienen la causa de la muerte entre las cuatro paredes de su hogar y convierten el suicidio en tabú”.
Con campañas de concienciación y recursos se podría salvar a más de 1.000 personas al año
En España había en el año 2000 más víctimas mortales de accidentes de tráfico que suicidios (3.624 vS 3.393). En el año 2017 fallecieron 1.830 personas en accidente de tráfico, justo la mitad de los fallecimientos por suicidio. Para el director de asociación La Barandilla las cifras hablan por sí solas. “Igual que hay campañas de comunicación para evitar accidentes y se ha conseguido que se reduzca de forma tan notable el número de fallecidos, pedimos que igualmente se hagan campañas de comunicación para evitar el suicidio, que se haga algo porque hasta ahora no se ha hecho nada. En los países en los que se ha hecho campaña, como por ejemplo Italia, Finlandia o Japón, se ha conseguido hacer descender mucho esta cifra tan trágica. Somos conscientes de que no todos los suicidios son evitables, pero sí podríamos enganchar a la vida a más de 1.000 personas. Pero para lograrlo es muy importante que se hable del suicidio, que hablen las personas que han sobrevivido, que hablen los familiares que han sufrido el suicidio en casa. En definitiva, recursos, visibilidad, prevención y eliminar el tabú. Téngalo claro, hablar del suicidio es salvar vidas”.
Teléfono contra el suicidio: engánchate a la vida con apoyo: 911 385 385.