El barrio de Sant Pere, en el distrito de Ciutat Vella, es uno de los núcleos históricos de Barcelona. Calles estrechas que mantienen su actividad comercial y la estructura medieval desde sus orígenes, pero desde hace años, vecinos y pequeños empresarios se han visto obligados a lidiar con la inseguridad que se ha instalado en zonas como Sant Pere Més Baix.
Cuando Barcelona necesitó expandirse fuera del recinto romano, allá por el siglo XI, lo hizo alrededor de los monasterios de Sant Pere de les Puel·les y el de Santa Maria del Mar, y también a lo largo de Rec Comtal. Fue así como se conformó la nueva red urbana de la capital de Cataluña. Unos barrios que, entonces, solo eran suburbios y parece que ahora, con el repunte de la delincuencia, pueden volver a serlo, dejando atrás el foco de atracción que supuso para las industrias textiles que se instalaron allí durante los albores de la revolución industrial.
Apuñalamientos y robos
Uno de los comerciantes que sufre el repunte de robos y apuñalamientos en la zona es Xavier, que regenta la Rellotgeria i Joieria Serra. Desde un pequeño taller de reparación que tiene en la trastienda del número 65 de la calle, cuenta que esta situación "no es puntual", sino que llevan advirtiendo del aumento de la actividad violenta "desde hace más de dos años ante la inacción de la alcaldesa, Ada Colau".
Una calle en la que el pasado lunes, un joven fue apuñalado. La víctima, de 18 años y nacionalidad marroquí, fue herida con arma blanca y los Mossos d'Esquadra aún buscan a su agresor. Solo dos días después, otra persona sufrió una agresión con una navaja en el forat de la vergonya, a escasos metros de la joyería de Xavier, cuando un individuo trató de robarle el teléfono móvil. Pocos días después del suceso, agentes de la policía autonómica se despliegan en la zona para velar por la seguridad. "Es lo habitual", señala el comerciante, "cuando se produce un robo o una pelea, aumenta la vigilancia, los autores se desplazan a otras calles, y cuando se marchan, regresan y vuelta a empezar", lamenta.
Menores y cola
Este joyero señala que la policía tienen las manos atadas cuando son menores los que delinquen. "Los detienen, ingresan en un centro, salen cuando quieren, y vuelta a empezar. Esnifan cola, y roban para poder vivir. Es inevitable que reincidan", apunta.
Larisa, dependienta de Món Muro, cuenta que, a pesar de llevar al frente de la tienda solo desde el pasado septiembre, ya ha sido testigo de varias peleas y "robos de móviles". "Aquí dentro no me siento insegura, pero es cierto que cada dos por tres hay problemas en la calle", admite. Ha visto pasar agentes, jóvenes corriendo ante ellos, y conoce las quejas del resto de comerciantes, al frente de negocios en Sant Pere Més Baix desde hace años.
Presencia policial
Desde la pastelería Honey-B, en el número 36, Mar cuenta que "desde hace tres semanas ha aumentado la presencia y circulación de patrullas de Mossos y Guardia Urbana". Recuerda que, hace ya algún tiempo, le robaron el teléfono en la misma calle. Ella hace el turno de tarde, pero explica que la compañera encargada de abrir el negocio "pasa miedo cuando no hay gente por la calle".
Este sábado a mediodía, un furgón de la Brigada Móvil custodiaba el forat de la vergonya, donde se produjo el apuñalamiento hace pocos días. Una vez los agentes abandonaron la zona, una patrulla de la policía autonómica peinaba los escasos 450 metros que tiene esta histórica calle. Aún así, la inseguridad se ha instalado en ella. Una preocupación para vecinos y comerciantes que los empuja a abandonar el barrio, según cuenta Xavier.
Expulsión del barrio
"Los que regentan negocios en locales de alquiler se marchan y los que tienen pisos en propiedad se los alquilan a turistas para irse a vivir a otra zona", cuenta el joyero. La consecuencia es la expulsión de sus habitantes, "y la apertura de tiendas de estética de uñas o supermercados 24 horas", explica.
Los que no se van por decisión propia, se ven obligados a bajar la persiana por la delincuencia. "Los clientes ya no vienen, y la gente tiene miedo a salir a la calle cuando se hace de noche", lamenta el dueño de la relojería Serra que, en más de una ocasión ha reparado cadenas que algún ladrón no ha conseguido sustraer, tras un tirón. La petición es clara: poner freno a la inseguridad que se ha instalado en Sant Pere Més Baix.