Estudiantes, empleados, empresarios, personas sin trabajo e, incluso, jubilados. Todos estos perfiles se encuentran representados en los grupos de patrullas ciudadanas que recorren las calles y las líneas del Metro de Barcelona alertando e identificando a los carteristas.
Algunos de los miembros de estas agrupaciones llevan más de una década realizando estos paseos. Otros llevan tan solo unos meses. Pero aseguran que lo hacen “por amor a Barcelona” y que su intención no es la de enfrentarse de forma violenta a los ladrones, sino como fórmula disuasoria para éstos.
“Nunca pensé que haría algo así”
Ángela es una empresaria que vive en la actualidad fuera de la capital de Cataluña y, sin embargo, aprovecha sus ratos libres para “patrullar” como miembro de Patrulla Ciudadana. “Yo nunca pensé que estaría haciendo esto, pero si me preguntas si lo volvería hacer, te tengo que decir que sí, sin dudar”, asegura, mientras echa un ojo al andén de una de las estaciones del metro para comprobar si ve algo sospechoso. “Hoy no he ido a trabajar porque en la ciudad donde vivo es festivo. Pero me ha salido una reunión en Barcelona, he aprovechado para preguntar si se hacía patrulla y me he unido”.
Las actuaciones se llevan a cabo en grupo, nunca en solitario, por precaución. Lo mínimo son tres personas para las dinámicas de “prevención” --recordar a los pasajeros que vigilen sus pertenencias-- y de cinco o más si se pretende hacer “disuasión” --intervenir si se cruzan con algún o alguna carterista.
Entre una y seis horas
La duración de estos trayectos depende del tiempo que tengan los voluntarios y de las dinámicas que lleven a cabo. “Hoy haremos una sesión exprés de una hora y media aproximadamente”, explica David, pequeño empresario barcelonés y uno de los líderes de este colectivo, aunque lo normal es que las jornadas sean algo más largas. “Hay días que hemos estado hasta seis horas, y más”, detalla Ángela; “Hay mediodías que como algo rápido y aprovecho para echar una mano. Todo depende del día”.
Tanto esta empresaria como Eliana, la más veterana del grupo, detallan que la “implicación” de todos los miembros de Patrulla Ciudadana es “total”, y que ello conlleva un esfuerzo que todos asumen, tanto de tiempo como de dinero. “No nos financia nadie, nosotros nos hacemos las camisetas, nos compramos los esprays pimienta por si hay emergencias…”, aclara Eliana. “Todos somos distintos, venimos de muchas nacionalidades diferentes y tenemos cada uno nuestra vida, pero estamos unidos por la misma causa”, asegura Ángela.
Organizados y seguros
Antes de entrar al metro se organizan: deciden la ruta que seguirán, se nombra a un líder del grupo y, si hay algún miembro nuevo, se le comentan algunos aspectos de seguridad personal, como posicionarse con la espalda en la pared en los andenes y llevar un silbato para avisar en caso de emergencia. Una vez en el interior del suburbano, si se localiza a algún amigo de lo ajeno, se intenta que no suba al tren con el “método disuasorio” de señalización y llamada de atención sobre él. Destacan que “la intención no es provocarlos, no buscamos el enfrentamiento”, sino hacerles ver que “no van a poder robar porque la gente está más atenta si sabe que hay un carterista”.
Patrulla Ciudadana explusa a varios presuntos ladrones del metro / CG
David explica que, "normalmente”, los ladrones se alejan cuando se les hace notar y cuando se llama la atención sobre ellos. “No les gusta el espectáculo”, y se marchan. Pero siempre hay alguno que se enfrenta a ellos. En ese caso, los miembros del grupo dan aviso inmediato a los agentes de seguridad del metro o al propio maquinista si se encuentran dentro de los vagones.
“Riesgos” que hay que “asumir”
En ocasiones, no todo es tan sencillo y estas “patrullas” sufren las consecuencias de sus actos. “Hay un chico --tiene 19 años y es estudiante de matemáticas-- que patrulla con nosotros, y el otro día nos tiraron una botella y le hirieron”, explica Eliana. Insiste en que “no es nuestra intención, somos disuasorios, no queremos llegar a la confrontación”. Pero a veces ocurre.
“Sabemos que nos arriesgamos y todo el mundo lo asume porque estamos comprometidos”, detalla. Y como ella misma dice, “hay historias feas e historias bonitas” en lo que hacen, y en muchas ocasiones son felicitados por sus conciudadanos. “Mucha gente nos da las gracias, nos ofrecen ayuda e incluso se ponen en contacto con nosotros para participar”.
Un problema a solucionar
Eliana, colombiana de nacimiento --“pero mi ciudad es Barcelona”, resalta--, lleva 12 años realizando tareas como las que ahora hacen las patrullas ciudadanas. “Esto lleva ocurriendo mucho tiempo, solo que ahora nos hemos organizado”. Expone que el número de robos es mucho mayor que hace unos años, y que estos métodos son una forma de “hacer presión para que la situación cambie”. Acoge la ampliación de efectivos policiales anunciada durante los últimos meses --tanto por parte del Ayuntamiento de Barcelona como de la Generalitat-- como una medida positiva, pero lenta. “Hablan de que habrá nuevas promociones de Guardia Urbana y de Mossos y eso está bien, porque faltan policías, ¿pero cuándo van a estar activos esos agentes? ¿De aquí a dos años? Y hasta entonces, ¿qué hacemos?”, se pregunta.
Tanto David como Ángela destacan, además, que las estadísticas “no son reales”, porque hay muchas personas, sobre todo turistas, que no denuncian los hurtos. Y reconocen, además, que ellos tampoco pueden llegar a todo. Ángela, por ejemplo, es sincera al declarar que “no puedo hacer esto para siempre”, y que, “de hecho, espero que un día no tengamos que hacerlo más y todos quedemos como amigos, no para patrullar”. Ello querrá decir que “el problema está solucionado”, aunque se muestra escéptica: “Dudo que llegue pronto”.