Tarragona es historia. El testimonio en forma de letras que recogen los libros de texto se transforma en ellas en monumentos, calles y edificios. Sus orígenes están en Tarraco, fundada por los romanos en el año 218 antes de Cristo. Se consolidó como la provincia más grande del Imperio hasta la caída del mismo.
A los romanos les siguieron los visigodos. Tras ellos, los musulmanes para, más tarde, acabar siendo reconquistada por los cristianos. El paso de todas esas culturas dejaron huella en la ciudad y la han convertido en uno destino ideal para aquellos que desean conocer las raíces de las tierras que conforman la identidad de la Península ibérica.
Casco antiguo
El casco antiguo de Tarragona es el epicentro de esta ciudad histórica catalana. Situado en su parte más alta, está repleto de calles estrechas y plazas que sirven frenan el tiempo en un recorrido por una de las capitales de provincia más bonitas de España.
El casco antiguo cuenta con tantos atractivos que es necesario planificar la visita de manera adecuada. Lo más sencillo es dividir las rutas por sus calles según los periodos históricos a los que pertenecen. De esta manera, Tarragona se dibuja en su pasado romano, medieval y moderno.
Tarragona Romana
En la plaza del Pallol de Tarragona, en el que fuera el edificio del foro provincial, se expone una maqueta de la antigua ciudad romana de Tarraco. La representación en miniatura de la que fuera una de las poblaciones más importantes del imperio sirve para enmarcar la evolución del trazado de la urbe hasta la actualidad.
Parte de la maqueta se transforma en realidad fuera del edificio que la contiene, pues este está en pleno yacimiento romano, en lo que se conoce como el Paseo Arqueológico. Las murallas de la localidad marcan este recorrido. Construidas como barrera de defensa contra los bárbaros entre los años 217 y 197 antes de Cristo, constan de paneles informativos e inscripciones que detallan su historia.
Circo Romano
El paseo por las murallas concluye en la Plaza del Fórum, lugar que daba cabida al poder político y administrativo de la Tarraco romana. A pocos pasos de allí se encuentran el Circo Romano, la Torre del Pretorio y el Museo Nacional Arqueológico de Tarragona.
A pesar de la importancia en cultura y turismo de todos ellos, es el Anfiteatro Romano el que más atenciones acapara. Durante la época dorada del Imperio daba cabida a más de 14.000 espectadores. En él tenían lugar los espectáculos más populares de la época, como las batallas entre gladiadores y con animales salvajes.
Tarragona Medieval
Los Jardines del Miracle, también conocidos como los Jardines de les Granotes, sirven para suavizar el ambiente tallado en piedra por los romanos. Aunque su inspiración es igualmente romana, pues las plantas y los árboles que les dan forma proceden de Roma, equilibran el entorno con el verde.
Dejando atrás el Imperio Romano, en las calles y la historia de Tarragona, la ciudad da paso a su memoria medieval. La plaza de la Catedral y las travesías que la rodean sirven de marco de esta época. La calle Mercería es el mejor ejemplo de ello.
La Catedral
En ella está uno de los soportales más bonitos de la localidad. Datado del siglo XIV, los historiadores han determinado que allí se celebraba el mercado. La calle conecta directamente con la catedral de Santa Tecla, el claustro y el Museo Diocesano de Tarragona.
La Catedral es la construcción medieval más importante de Tarragona, de ahí que en torno a ella se levantaran otros edificios de importancia como el Palacio de Cambrería y el Hospital de Santa Tecla. Las calles que salen de este núcleo están repletas de casas que conservan su origen medieval.
Tarragona Moderna
Como la antigua vicaría, las casas de Balcells, del abad de Poblet, la de Canals, la Castellarnau, la de Ripoll y el antiguo ayuntamiento. Desde este trazado se llega a la judería, un barrio que en origen fue independiente del resto de la ciudad pero que se acabó integrando en ella.
La antigüedad da paso a la modernidad en la Rambla Nova de Tarragona. Es el eje principal de la ciudad. Un recorrido de un kilómetro de distancia con una zona peatonal rodeada de árboles, tiendas, terrazas de bares y casas señoriales de estilo modernista que cierran un círculo histórico con el pasado romano y medieval de la localidad.