Los chinos ya fumaban marihuana hace 2.500 años. Lo hacían en diferentes rituales, entre ellos los enterramientos, y eso les permitía comunicarse mejor con sus seres fallecidos, o eso creían ellos. Así lo revela un estudio hecho público el pasado mes de junio en la revista Science Advances. Lo que no sospechábamos de los chinos es algo que viene sucediendo desde hace al menos cuatro años, y es que se han apuntado al negocio del cultivo y exportación de esta droga desde España y ya copan la mayor parte del mercado en nuestro país.

Los primeros casos parecían aislados no hace mucho, incluso para la policía, que, sin embargo, ya tiene claro que algunos chinos saben muy bien lo que hacen cuando se lanzan a cultivar de manera masiva esta planta, de amplio consumo en todo el planeta, también con usos terapéuticos, no solo recreativos. Los chinos han propiciado un aumento significativo del cultivo de marihuana en España, tanto de interior como de exterior, aunque, conscientes de que en España el negocio tiene --o tenía-- muchos dueños, prefieren exportar su producto verde a países como el Reino Unido, donde además pueden recibir el triple de lo que ganarían por venderlo en nuestro país. En este negocio ilegal el Brexit no influye.

Mano de obra muy barata

La producción de esta droga por parte de compatriotas de los traficantes está teniendo, además, efectos colaterales, como el hecho de que haya trabajadores en las plantaciones que son traídos engañados desde China o Vietnam para dedicarse exclusivamente al cultivo, entre ellos también ancianos y niños, que residen en España en situación de semiesclavitud. Así lo comprobó la policía el pasado mayo en Guadalajara, donde fueron liberados hasta 70 ciudadanos chinos y vietnamitas que trabajaban en instalaciones de cultivo sin más posibilidad que dedicarse a esa práctica, que llega a mover hasta 150 millones de euros a la semana. La mayoría de los contratados en origen son engañados, ya que se les promete simplemente un trabajo en España y como mucho se les menciona que consistiría en ser jardinero.

Los chinos en España comenzaron a familiarizarse con la marihuana tras adquirirla a través de clanes gitanos. Después comprendieron que podían cultivarla ellos aunque siguieran comprándosela a pequeños productores nacionales. La mano de obra no les saldría cara y sabían dónde encontrarla, ya que podían contratar mediante engaño a vietnamitas pobres y chinos en la misma situación procedentes de zonas rurales. Es decir, los capos chinos de la marihuana no solo delinquen por cultivarla y comercializarla, también se les pueden imputar otros delitos, como la introducción ilegal de extranjeros y su posterior retención.

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La policía sabe que desde 2016 los chinos ya controlan la mayor parte del negocio del tráfico de marihuana. Ese año los casos aumentaron significativamente con respecto al año anterior, ya que en 2015 fueron detenidos únicamente cuatro ciudadanos chinos que traficaban con marihuana, lo que entonces a la policía le pareció simplemente una anécdota, pero era solo la punta del iceberg de un negocio millonario.

Kilos y kilos

En 2017, un año después, le fueron incautados más de 47.000 kilos de marihuana a ciudadanos de China, una cifra escandalosa, aunque en julio de 2018, la mafia oriental que exporta marihuana desde España recibió uno de los mayores palos hasta la fecha, con la desarticulación de un grupo que llegaba a exportar media tonelada a la semana, sobre todo al Reino Unido, donde otros compatriotas distribuyen la droga. Solo el año pasado se les intervinieron a ciudadanos chinos residentes en nuestro país más de 130.000 plantas, además de miles de kilos ya preparados para ser enviados fuera de España. En 2018, la Unidad de Inteligencia Criminal señaló a través de un informe que el 16% del total de plantas de marihuana intervenidas en todo el territorio nacional correspondía a cultivos de ciudadanos chinos, cifra que ha aumentado más de un 30% en lo que llevamos de 2019. Así que el negocio, lejos de menguar, va creciendo.

Las exportaciones de esta droga se suelen hacer a gran escala, no se envían pequeñas cantidades sino cientos o miles de kilos, generalmente incluidos como mercancías en contenedores y camuflada en todo tipo de envases, desde alimentos a productos de limpieza o grandes fardos de ropa. Pero la droga debe ser ocultada hasta que se le da salida y en eso se fija ahora la Policía Nacional y la Guardia Civil: cuando un ciudadano chino alquila una nave industrial o cualquier otro lugar susceptible de albergar una instalación de cultivo o almacenamiento, ambos cuerpos vigilan regularmente la actividad. Los empresarios del gigante asiático suelen cumplir todos los requisitos legales a la hora de adquirir estos lugares donde cultivan la droga para no levantar sospechas, otra cosa son los empleados que se dedican al cuidado y recolección de las plantas.

El tradicional hermetismo

Pese a esta incesante actividad, los chinos son extremadamente precavidos y previsores, por eso no se arriesgan ni les interesa menudear con marihuana en España. Lo suyo es el tráfico internacional cada vez a mayor escala. Los líderes de este comercio ilegal se asientan tanto en España como en el Reino Unido, y este hecho es conocido por la Policía Nacional y la Guardia Civil, que ya realizaron conjuntamente una operación denominada Brexit-Canito Alfa para conocer detalles sobre la relación comercial entre unos y otros.

Otro hecho destacado que ha propiciado que los chinos se hayan convertido en los reyes de la marihuana en España es que no compiten a nivel local con otros productores y, en cualquier caso, su tradicional hermetismo facilita que su actividad no les delate más allá de que se han ido comiendo a los productores locales. Por eso muchos cultivadores españoles ya solo son empleados de los capos chinos y les proporcionan sus cosechas de marihuana para que estos completen su cupo.