Los primeros estudios de Televisión Española (TVE) en Cataluña, los de Miramar (hoy reconvertidos en hotel, que fue también su función original en 1929), en la montaña de Montjuïc, cumplen 60 años. Muchas son las anécdotas y las historias que de allí salieron pero, de entre todas ellas, cabe señalar la función de la cadena estatal en la difusión y normalización del catalán. El primer telediario en esa lengua, llamado precisamente Miramar, inició sus emisiones en 1977. TV3 tardó seis años en llegar a las casas.
Nadie mejor que el director de aquel informativo --“telediario”, matiza--, el periodista y abogado Ricard Fernández Deu, para recordar cómo se cocinó esa apertura en plena transición democrática. Recuerda que en los años previos estaba trabajando en Madrid como presentador de otros espacios, y que en Cataluña ya existían informativos en catalán (aunque semanales). Y en 1977 le nombraron responsable del primer telediario en lengua catalana, el citado Miramar.
–¿Cómo reaccionó ante aquella propuesta?
–Estaba dentro de la lógica. Hacía unos meses que había comenzado, desde Madrid, el primer diario hablado en catalán por Radio 4. Fue la continuación de aquella política de apertura, de nueva frontera informativa, y eso comportó que yo volviese a Cataluña para montar Miramar.
Para la aventura contó con personas procedentes fundamentalmente del sector de la prensa, como Toni Rodríguez, Alfred Rexach, Albert Garrido y Laura Palmés, entre otros nombres. Y se pusieron manos a la obra. “Nuestra misión era normalizar la realidad existente y, lo que hicimos, fue tratar la información de manera convencional y dar lugar a la expresión de las opiniones de todos los sectores que entonces intervenían en la vida pública”, dice. Por primera vez se hablaba en televisión de Gregorio López Raimundo, Jordi Pujol, Miquel Roca Junyent, Antón Cañellas, Joan Raventós…
Confiesa Fernández Deu que el trabajo le “impedía” realizar una “inmersión en catalán convencional”, por lo que contrató a un corrector, Jem Cabanes, experto lingüista. Le “acompañaba a todas partes” y, cada vez que hacía una “pifia”, se la corregía. “De este modo es como perfeccioné la lengua”, aunque en casa hablaba las dos, prosigue este abogado y tertuliano televisivo de perfecta dicción. Las críticas fueron “unánimemente acogedoras y favorables, y fue un hito muy importante”.
–¿Qué importancia tuvo TVE en la difusión del catalán?
–Absoluta. Total. Y no se le ha reconocido como merecería. Tanto RNE, a través de Radio 4, como TVE en Cataluña.
Argumenta Fernández Deu, otrora diputado del PP en el Parlamento de Cataluña, que antes de Miramar hubo otros programas que promovieron el catalán. Enumera Vostè pregunta, de Joaquim Maria Puyal; Personatges, con Montserrat Roig; Tot Art, con Joan Anton Benach, y De bat a bat, con Joan Castelló Rovira. También Giravolt (el primero en catalán emitido en color; en concreto, unos especiales dedicados a Lluís Llach y Maria del Mar Bonet), con Antoni Serra; Teatre català, con Esteve Duran, y la puesta en escena de obras como La ferida lluminosa (¡en 1964!), de Josep Maria de Sagarra. “TVE Cataluña ha hecho una aportación importantísima en este sentido”, afirma.
En Giravolt trabajó también el periodista Francisco García Novell. Y en Mare Nostrum. En su caso, entró en RNE en 1963 (formó parte de Paraula i pensament, primer programa radiofónico en catalán, donde coincidió con Antoni Serra) y, en 1971, pasó dirigir y presentar programas en TVE (Sobre la marcha, Buenas tardes, Crónica 2). Rememora que entonces Òmnium Cultural aplaudió y alabó “el esfuerzo de TVE para normalizar el catalán en programas de tipo informativo, magacín”. La hoy entidad independentista les decía: “Estáis haciendo muy buena labor porque estáis utilizando el catalán que usa la gente de la calle, no vais a un catalán más culto”, de Pompeu Fabra. No había “una normalización lingüística adaptada a la televisión”, pero sí personas que “controlaban y dominaban la lengua” y en las que se confiaba para corregir textos. Claro, ello cambió con el paso de los años. El catalán de la calle pasó a ser poco menos que “pecado”.
Preguntado Fernández Deu por la función de TVE y TV3 en la normalización del catalán, cree que “todos han hecho lo que han podido”. Sin embargo, sostiene que Televisión Española tendría que tener un canal en catalán las 24 horas. Desliza que se quiso hacer en tiempos de Pilar Miró (directora general entre 1986 y 1989), “pero el proyecto no pasó de ahí” –supone que por algún tipo de “presión”–: “Había que impulsar y acariciar todo lo que tenía que ver con Televisió de Catalunya, con TV3”. ¿Sería partidario de emitir algún programa en catalán en el resto de España? “No tiene ningún sentido”. Sí es “partidario de producir desde Cataluña programas para el resto” del país, como se ha hecho siempre. Las “mejores producciones” durante años se han trabajado desde Barcelona. Especialmente, entretenimiento, informativos y ficción.
El mismo argumento lo defiende el realizador Xavier Manich, que estuvo en el ente público entre 1964 y 1992. Declara que TV3 “le hace bien” al catalán, pero le falta un “contrapunto”, un canal de TVE íntegramente en esa lengua. Pide, además, que se tome como ejemplo la BBC: mantiene la línea informativa independientemente del color del gobierno. Lamenta que la televisión catalana “se comió”, se arrogó la difusión y normalización del idioma, cuando Televisión Española lo usaba desde 1964. “Hay que invertir más para competir con TV3”, concluye.
Otros periodistas que trabajaron en los estudios de Miramar explican que, en aquellos años de apertura del catalán, no se exigía un gran conocimiento del idioma. En las entrevistas (todo era en directo), aseguran, no había ningún corrector, nadie corregía nunca, añaden las voces consultadas. Quienes querían mejorar lo hacían por su cuenta. Uno de esos ejemplos es el de Joaquim Maria Puyal (estudió con un lingüista), que fue introduciendo expresiones en las retransmisiones que luego se popularizaron, detallan. No ocurrió así con el nacimiento de TV3. Por cierto, y hablando de Puyal, también los programas deportivos de Miramar eran referencia en el resto de España.