Georgina Regàs (Barcelona, 1932) cocinera y escritora --figura clave en la divulgación de la cocina tradicional catalana-- trabaja, a sus 86 años, para conseguir el empoderamiento de las mujeres de Ziguinchor, una ciudad al sudoeste de Senegal con más de 150.000 habitantes. Para ello, la fundadora del Museu de la Confitura, en Torrent (Girona), imparte talleres de formación para elaborar jaleas y chutney con mango, fruta local en el país africano.
La idea es conseguir que la cooperativa que creó la oenegé Diendé África pueda autogestionarse y, así, a través de la independencia económica de las madres, extender la escolarización entre la población, cuya dificultad de acceso por cuestión de género también conoce esta emprendedora. "No solo en África, sino en todo el mundo. Cuando yo acabé el colegio no me dejaron ir a la universidad. En cambio, sí me permitieron acudir al Instituto Amatller de Arte Hispánico", cuenta a Crónica Global.
Cooperativa de madres
Fue en julio de 2015 cuando arrancó el proyecto piloto de la Coopérative des Mamans de Ziguinchor. "Tuvimos todos los inconvenientes del mundo para ponerla en marcha, entre ellos, utilizar frutas que no están reconocidas por la Unión Europea", recuerda Georgina. Finalmente, la iniciativa salió adelante. La fundadora del Museu de la Confitura viajó hasta Senegal para formar a mujeres en el arte de elaborar este producto para conservar los alimentos. Este sábado ha vuelto a emprender un nuevo viaje, porque "comienza la temporada del mango", explica. Una fruta cuya producción llega a las 130.000 toneladas en Senegal.
¿Qué le lleva a unirse a la iniciativa? "Ya había estado en el país, intentando desarrollar un proyecto similar con la Diputación de Barcelona", cuenta. En una de sus estancias en el continente africano, conoció la labor de Diandé África, que tiene como finalidad la escolarización de los menores. "Hay familias que no pueden pagar ni la matrícula de la escuela pública, que al cambio son unos 30 o 40 euros en todo el año. Por eso, de lo que se trata es de transmitir que, aunque tengan que trabajar en el campo o en casa para ayudar a los padres, los niños tienen que ir al colegio para que el día de mañana puedan tener una vida más justa. Eso es lo que intentamos conseguir allí", cuenta. Eso sí, confiesa que hay momentos en que ve "todo muy gris", aunque subraya que ella es "optimista de manera inconsciente".
Empoderamiento de la mujer
Sobre los habitantes de Ziguinchor, Regàs sostiene que "ningún europeo tiene que enseñarles a organizarse" y cuenta que "sin tener nada, solucionan los problemas que se encuentran cada día para poder vivir". Habla de una zona con escasos recursos económicos, en la que no hay electricidad ni agua corriente. Por eso, iniciativas como la de la autora de más de una veintena de libros de cocina, que transmite sus conocimientos y contribuye a la conservación de los alimentos locales y a su comercialización, constituyen una oportunidad de cara a que las mujeres den un paso más de cara a su empoderamiento, que pasa por alcanzar la independencia económica.
¿Cuál es el papel de la mujer en Senegal? "Es la que manda en casa, pero lo hace sometida totalmente al marido. Es él quien decide. En cambio, ahora hay una juventud que se está dando cuenta de que pueden hacer las cosas de manera conjunta y que no hace falta que nadie esté sometido, sino que deben ser compañeros tanto en el trabajo, como en la pareja. Todo el mundo está yendo en esta dirección, aunque todavía haya muchas dificultades. Es el camino que hay que seguir y tenemos que favorecer que así sea”, cuenta la barcelonesa, "por eso intentamos ayudar y poner nuestro granito de arena", señala.
El arte de la confitura
Confiesa que Pere Castells, de la Fundación Alicia, fue quién le enseñó a hacer mermeladas "bien hechas, desde el punto de vista científico". Con esa base, defiende su obligación con la causa. "Creo que tengo el deber de compartirlo y transmitirlo", sostiene. Una iniciativa en la que lleva inmersa desde hace cuatro años, con unos talleres que también impartirá durante tres semanas este mes de julio.
"Hacemos mermelada, jalea de mango, también de hibiscus, y confitura de papaya. Frutas que ellos conocen mejor que nosotros", cuenta, "por eso no hace falta más que mostrarles el camino para que ellos lo hagan bien”. Además, confiesa su "gran admiración" por las mujeres senegalesas. "Siempre están contentas, no se quejan nunca, todo lo acaban siempre cantando y bailando. He aprendido más de ellas de lo que yo les he podido enseñar", razona, y por eso sostiene que hará "todo lo que pueda para que tengan una vida digna, o al menos mejor de la que tienen ahora".
Un motivo para levantarse de la cama
A sus 86 años, no tiene en mente una fecha de jubilación de esta iniciativa solidaria. ¿De dónde saca su energía? "Solo hay que tener una cosa clara: un motivo por el que levantarse cada mañana, algo por lo que no valga la pena quedarse en cama", señala.
“Eso de me duele esto, me duele aquello... Claro que tengo más dolores que hace años y camino mal. También me caí y me hice daño en el fémur, pero eso no tiene ninguna importancia. Es una actitud ante la vida, cualquier cosa que sirva para ser más feliz y hacer que los demás también lo sean", cuenta. "Pienso que eso nos lleva por el camino de tener una vida mejor, y más justa. También pensar que no estamos solos, y que no somos más importantes que los demás, porque todos lo somos por igual", concluye.