La ruta de la memoria: un recorrido por nuestro país a través de sus juderías
La herencia hebrea en España es patente en numerosas ciudades; siglos de convivencia junto a cristianos y musulmanes, un gran crisol de culturas que conforman un riquísimo legado
30 marzo, 2019 00:00Córdoba, Toledo, Girona, Segovia, Plasencia, Oviedo, Calahorra, Barcelona, León, Jaén, Tudela… Todas estas ciudades fueron testigos directos de la historia de la comunidad judía en España y hoy son vivo recuerdo de la cultura sefardí. Una apasionante ruta por la herencia artística, arquitectónica, gastronómica, cultural y documental de un pueblo que nunca nos abandonó a pesar de su expulsión en la España de 1492.
Vista de la ciudad de Toledo
Grandes urbes o pintorescos pueblos, todos tienen mucho que aportar a este paseo por la memoria de Sefarad. Algunas de ellas son Patrimonio Mundial por la Unesco. Tal es el caso de la monumental Toledo, que llegó a tener hasta 10 sinagogas. Capital del Imperio de Carlos V, vivió su época de esplendor en el siglo VIII. La Escuela de Traductores o las Sinagogas de Santa María la Blanca y la del Tránsito son solo un ejemplo de la presencia judía en la conocida como Ciudad de las Tres Culturas.
Barcelona, cosmopolita y mediterránea, conserva un pasado judío en sus calles y también en su toponimia, por ejemplo Montjuïc (Monte judío), la célebre montaña, todo un símbolo de la ciudad, que durante el medievo era el lugar de enterramiento de esta comunidad.
Vista de la ciudad de Córdoba
Y qué decir de Córdoba, poseedora de una populosa judería en la que destacan su cautivadora sinagoga o La Casa de Sefarad y cuna de todo un referente cultural e intelectual del judaísmo andalusí, Maimónides. Girona, quizás la más bella judería de nuestro país y una de las mejor conservadas. Hervás, mucho más recatada que las anteriores, su encanto reside en sus estrechas y empinadas calles salpicadas de casas de adobe y madera. Tarazona, la ciudad que, según la leyenda, fue levantada por Tubal y Caín y reedificada por Hércules. Leyendas aparte, la presencia hebrea en la localidad es manifiesta. Dos juderías, la Nueva y la Vieja, y distintos edificios dan muestra de ello.
Ciudad de Tarazona
Numerosos son los lugares que conservan este rico patrimonio judío: Ávila, Calahorra, Estella-Lizarra, Monforte de Lemos… Muchas de ellas pertenecen a la Red de Juderías, una asociación cuyo fin es la protección y promoción del legado judío en nuestro territorio. Precisamente desde el pasado 29 de marzo, cuatro nuevas incorporaciones engrosan este rico compendio de joyas históricas.
La comunidad judía en la localidad murciana de Lorca fue muy relevante durante la Edad Media. La judería lorquina presenta un trazo irregular adaptado al terreno mediante el sistema de terrazas. Se accedía a ella a través de la puerta del Pescado y sus restos se encuentran en un excelente estado de conservación.
Foto de Estella-Lizarra
Sagunto. Recorrer el pasado hebreo de esta histórica ciudad valenciana resulta apabullante. A esta localidad llegaron, tras ser destruida la de Valencia, a finales del siglo XIV (1391). El Portal de la Sangre da acceso al barrio judío que conserva casi intacto el plano que lucía en el medievo. Resulta muy interesante recorrer la primera necrópolis judía visitable de España. Actualmente es un museo imprescindible de la ciudad.
Tui, ciudad fronteriza con Portugal, conserva en el Museo Diocesano los únicos “sambenitos inquisitoriales” que, hasta la fecha, se conocen en España. Estos eran una prenda de tono amarillo con una cruz roja que debían portar los presos juzgados por el Tribunal del Santo Oficio. Un símbolo de infamia.
Hervás, mucho más recatada que las anteriores, su encanto reside en sus estrechas y empinadas calles
Varios son los testimonios que constatan la presencia de una próspera comunidad judía en Béjar. Una singular lápida sepulcral de mediados del siglo XII y el Museo David Melul que de manera amena y didáctica muestra numerosos vestigios de la cultura judaica en la localidad. Un mapa histórico y sentimental de nuestro pasado que merece la pena conservar y conocer.