En las montañas fronterizas con el Tíbet hay un lugar en el que las mujeres ostentan la propiedad de las tierras, son cabeza de familia y transmiten los lazos de parentesco. Se trata de la tribu Mosuo, también conocida como El reino de las mujeres, en la que la abogada Choo Waihong ha vivido durante más de una década y acaba de publicar el libro La tribu de las mujeres (Península).
En este valle tampoco existe el matrimonio, las parejas no suelen vivir bajo el mismo techo y cada mujer es libre de tener tantos amantes como quiera. Sus hijos serán principalmente suyos y el nacimiento de una niña se celebrará como la oportunidad de continuar con el linaje familiar.
La tribu Mosuo
Ni matrimonio ni fidelidad
“Los cimientos de su cultura son de línea materna”, explica a este medio la escritora. “Solo se consideran miembros de la familia los que son del mismo linaje de la madre”, añade. Esta es la razón por las que su organización familiar no es la dominante en la cultura occidental (compuesta por un padre, una madre y sus hijos) y, de acuerdo con Waihong, es lo que propicia que el matrimonio y la fidelidad sean prescindibles.
“La pareja sexual externa de una mujer nunca se puede calificar como parte de su familia matrilineal, como tampoco la mujer puede aspirar a pertenecer a la familia matrilineal de su hombre. Debido a que no hay matrimonio entre una mujer y un hombre, y no hay necesidad de que un hombre desempeñe el rol paterno sobre los niños. En esta tribu matrilineal y matriarcal, no existe un requisito para la fidelidad sexual o la posesión sexual entre los amantes”, abunda.
La abuela es la matriarca
Esta preponderancia del papel de la mujer también entraña que gocen de unos derechos y privilegios que no tienen sus compañeros masculinos: “El hermano o hermanos de la abuela que encabeza la familia son ancianos respetados en el hogar, pero son solo cojefes de la familia, y están subordinados a su hermana cuando le llega el momento de ser la nueva matriarca”.
El baile bajo la lluvia
Por lo general, la abuela deja su tierra y su granja a la hija de entre todas sus hijas que es elegida para sucederla como jefa del hogar, aunque también puede distribuir sus propiedades entre todos sus hijos si éstos eligen separarse de la unidad familiar matrilineal. Por lo que respecta a su descendencia, pertenecen estrictamente a la familia matrilineal de la abuela, sin tener en cuenta a los hombres que los han "engendrado". Un hombre no tiene derecho legítimo a su progenie.
¿Cómo se conocen un hombre y una mujer?
La forma que tienen de conocerse dos personas de distinto sexo también entraña cierta liturgia. El hombre y la mujer se encuentran en el mercado, se guiñan un ojo y acuerdan que el hombre visite la casa de la mujer a cierta hora de la noche. Él se acerca, golpea suavemente la puerta de su vivienda, ella lo deja entrar en su propia "cámara de flores". Pasan la noche juntos, pero él debe despertarse y dejarla para regresar a su propia casa, antes de que salga el sol.
La pareja puede continuar reuniéndose todas las noches a corto plazo o incluso a largo plazo, según elijan, y pueden establecer otras relaciones de forma paralela.
Cambio de costumbres
La cercanía de China y la globalización, explica la escritora en su libro, ha modificado muchas de estas conductas: “La práctica tradicional del poliamor, tal como se practica a lo largo de los siglos, se está erosionando rápidamente. La comunidad de Mosuo se ha abierto al mundo exterior en los últimos 20 años, con el desarrollo económico, la educación y el turismo como el mayor impulso para su integración con la cultura china que prevalecía en el siglo XXI”.
La autora del libro con una de las vestimentas típicas junto al lago Lulu
Con la nueva coyuntura, muchas mujeres y hombres jóvenes de Mosuo están tentados a seguir el ejemplo dominante en China. “Parecen tener prisa por emular a sus amigos chinos, casarse en un entorno familiar de hombres, mujeres y niños y dejar a sus respectivas familias matrilineales para establecer un nuevo hogar juntos. Al tener el estatus de casado, también adoptan los requisitos previos de la vida matrimonial, como la fidelidad sexual. El Mosuo más joven, al tropezar en el mundo exterior, se ve obligado a adoptar la monogamia por defecto”, considera la escritora.
Choo Waihong ejerció de abogada para grandes empresas en Singapur y California hasta 2006. Un buen día decidió dejar su trabajo y empezar a viajar en busca de sus raíces porque, asegura, “los abogados no son los profesionales más felices del mundo”. Después de una década entre la tribu de las mujeres, ha decidido explicar al mundo sus costumbres.