“Las tapas son un modelo de comida”, defendió Rafael Ansón, presidente de la Real Academia de Gastronomía, en un desayuno informativo celebrado en abril para refrendar la candidatura de esta forma de alimentarse como patrimonio inmaterial de la humanidad ante la Unesco. La institución también las considera “embajadoras de la gastronomía española y de la Marca España”.
El Ministerio de Cultura ha respaldado los trámites con la publicación en el mismísimo BOE de una disposición en la que se dice que “la tapas (con sus sinónimos pincho o aperitivo) se han convertido en uno de los elementos más representativos de la identidad no ya solo alimentaria, sino cultural de nuestro país, adquiriendo un gran reconocimiento internacional”.
Esta costumbre y consumición se “realiza normalmente de pie”. Y consiste, según definición del director general de Bellas Artes y Patrimonio Cultural, Luis Lafuente, “en juntarse grupos de personas que realizan la visita a bares y tabernas diferentes de una misma zona y situados muy próximos entre sí, con la finalidad de consumir bebidas, básicamente vino y cerveza”.
También la sidra
Para estar a la altura de las tapas, cuando el próximo marzo la Unesco aborde la solicitud, la consejera asturiana de Desarrollo Rural y Recursos Naturales, María Jesús Álvarez, ha mostrado su incondicional apoyo a la candidatura de la sidra y su cultura.
Los impulsores han diseñado y presentando un logo de promoción, que incluye una manzana y una mano escanciando “para representar el elemento que distingue a nuestra sidra del resto”.
La candidatura, reforzada en 2014 con la declaración de la sidra como Bien de Interés Cultural, ayudará a dar salida a los 1,4 millones de botellas que se almacenan en los lagares asturianos.
Carnavales y chirigotas
No podía faltar en la lista de patrimonio inmaterial una fiesta: el Carnaval de Cádiz. El ayuntamiento apadrina el proceso, pero la Junta de Andalucía duda. Algunos apuntan el hándicap de otros carnavales americanos ya inscritos. Otros alertan de que el galardón producirá una sobresaturación turística de unas fiestas ya suficientemente conocidas y promocionadas por sus famosas chirigotas.
José María Manjavacas, antropólogo gaditano y profesor de la Universidad de Córdoba, considera que así ha ocurrido con la declaración de la fiesta de los patios en 2012 en la ciudad califal. Advierte de que ir a “masas de personas parquematizadas pueden acabar con lo identitario, lo singular”. Y ser objeto de instrumentalización política por parte de las autoridades para desviar la atención de los problemas sociales.
En la recámara quedan Los Caballos del Vino de Caravaca de la Cruz (Murcia) o la isla alicantina de Tabarca y el tabarquismo mediterráneo. "Con tanta tapa y festejo, a nadie se le ocurre presentar la candidatura del paro como patrimonio intangible de la Humanidad", ironiza el escritor Sebastián Tamayo.