Alfred y Amaia sí triunfan en audiencias
La final fue seguida por casi el 45% de los espectadores, una audiencia similar a una final de la Champions
13 mayo, 2018 11:48Alfred y Amaia se quedaron en la 23 plaza en la final de Eurovisión, una plaza discreta en la clasificación final. Con todo, regresan a casa con un éxito rotundo en cuestión de audiencias televisivas. El certamen internacional logró un seguimiento medio de 7,17 millones de espectadores, cifra que implica conseguir una cuota de pantalla del 43,5%.
O, lo que es lo mismo, el mejor seguimiento desde 2008 cuando Rodofo Chikilicuatre subió al escenario, y el más destacado de la última década. Mejoran en más de 16 puntos y en tres millones de espectadores al espectáculo que ofreció Manuel Navarro el año pasado (27,2% y 3,91 millones de espectadores).
La imbatible Rosa López
El efecto Almaia se sitúa en el podio de las audiencias de Eurovisión registradas desde 1992. Una lista en la que Rosa López es imbatible, ya que consiguió que 12 millones de personas siguieran su actuación en el festival de 2002. Rosa de España se quedó en séptima posición con su Europe’s living a celebration, el mejor resultado del siglo XXI.
Chikilicuatre es el segundo más seguido, mientras que otra triunfita, Beth Rodergas, ocupaba hasta ahora la tercera plaza en el ranking de espectadores del evento con su intervención en 2003, que movilizó a 8,79 millones de personas (58,4%). Seguida de Ramón del Castillo, su sucesor como representante de España en Eurovisión en 2004 con el 50,1% y 6,83 millones de seguidores.
Más seguidores en la votación
Completan las primeras plazas de la lista Pastora Soler (2012) y Edurne (2015). Un total de 6,52 millones de espectadores siguieron a la primera (43,5%), mientras que la segunda obtuvo el 39,3% de la cuota y 5,96 millones de espectadores.
El momento álgido de Eurovisión fue el de las votaciones. La cadena pública registró en ese momento una punta de espectadores hasta llegar a los 8,1 millones. Es decir, el 51,2% de la cuota de pantalla. Unos datos que ni siquiera se registran en las finales de la Champions League.