Activistas de Greenpeace este pasado junio en aguas baleares en lucha contra el plástico / EFE

Activistas de Greenpeace este pasado junio en aguas baleares en lucha contra el plástico / EFE

Vida

Baleares se rebela contra el plástico y los productos de usar y tirar

El Gobierno autonómico pone en marcha la normativa que pretende desterrar a partir de 2020 la venta de plásticos no reutilizables o degradables para proteger el medio ambiente

19 enero, 2018 00:00

Cien años. Es lo que tardan en degradarse las cápsulas de café debido a los plásticos y aluminios que contienen. Halo, productora de envases biodegradables, calcula que cada minuto se tiran a la basura 13.500 cápsulas monodosis --más de 7.000 millones al año--. Una problemática a la que el Gobierno balear pretende hacer frente mediante la implantación, de cara a 2020, de unas medidas pioneras a nivel nacional dirigidas a frenar la contaminación ambiental.

Vídeo corporativo de la productora de envases biodegradables Halo

Reducir en un 10% los residuos generados y disminuir de forma notable el empleo de envases de un solo uso, principalmente los de más difícil reutilización y reciclaje, son algunos de los objetivos fijados por el Ejecutivo autonómico con la aprobación, prevista a mediados de este año, de la Ley de Residuos y Suelos Contaminados, cuya entrada en vigor se prevé para dentro de dos años.

Fin a los productos no reciclables

Para ello, la normativa prevé poner fin a la venta de productos que estén fabricados con material no reciclable, entre los que se encuentran las cápsulas de café, los bastoncillos para los oídos, las vajillas de plástico o los palos de caramelo.

El borrador del anteproyecto es tajante: a partir del 1 de enero de 2020 quedará prohibida la venta de platos, vasos, tazas de plástico y bandejas alimentarias de un solo uso hechas de plástico, excepto aquellos que sean aptos para el compostaje doméstico y estén constituidos en todo o parte por material biodegradable. El Ejecutivo balear será el que fije, mediante decreto, la cantidad mínima reciclable con la que deberán contar estos artículos.

Estrategia a nivel europeo

“Son unas medidas positivas que van en la línea estratégica de la Comisión Europea”, subraya, en declaraciones a Crónica Global, el responsable del área de residuos de Ecologistas en Acción, Carlos Arribas. Se refiere, en concreto, a la hoja de ruta presentada a nivel europeo con el objetivo de atajar los daños que provocan los plásticos sobre el medio ambiente y que pretende lograr que, en 2030, todos los envases fabricados con este material sean reutilizables o reciclables.

Arribas destaca que, junto a la prohibición de los anteriores productos, Baleares contemple poner en marcha los llamados Sistemas de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR) a fin de conseguir unos mayores niveles de recuperación de envases de un solo uso frente a los actuales sistemas de reciclaje.

El integrante de la entidad ecologista subraya cómo con este sistema, implantado en la actualidad en Alemania, Dinamarca, Finlandia, Holanda, Estonia y Lituania, se alcanzan unas tasas de recuperación del 94%, a lo que, añade, se suma “la alta calidad y pureza del material reciclado”.

Prohibición de las bolsas de plástico

Peces y bolsas de plástico compartiendo espacio en el mar / EFE

Peces y bolsas de plástico compartiendo espacio en el mar / EFE

Peces y bolsas de plástico compartiendo espacio en el mar / EFE

Otro de los aspectos que prevé regular el anteproyecto es el empleo de bolsas de plástico de un solo uso, cuya utilización quedará vetada desde el 1 de enero de 2019: sólo podrán usarse bolsas de plástico biodegradables muy ligeras siempre que se destinen a prevenir los desperdicios alimentarios.

Según datos de Greenpeace, el plástico es en la actualidad el mayor residuo marino. De hecho, cada año se vierten en los océanos hasta ocho millones de toneladas de basura --equivalentes al peso de 800 torres Eiffel o a la superficie de 34 islas como Manhattan-- y cada segundo más de 200 kilos de residuos van a parar a los océanos.

España, además, se encuentra entre los estados que más bolsas de plástico consumen, con una media de 133 al año por persona. A pesar de que su uso se ha reducido en los últimos años, las que se reutilizan no llegan a la mitad y sólo el 10% acaban en los contenedores amarillos para su reciclaje.

Las previsiones de la ONG no son halagüeñas: se estima que en 2020 el ritmo de producción de plásticos habrá aumentado un 900% con respecto a los niveles de 1980 (más de 500 millones de toneladas anuales).

Sistemas que promuevan actividades de reutilización

Tal y como recoge el borrador de la nueva normativa, las administraciones de Baleares, con el objetivo de alcanzar un mayor nivel de prevención en la generación de los residuos, deberán fomentar el uso de productos que sean eficientes en cuanto a la utilización de los recursos, duraderos, reparables y reciclables, además de potenciar la implantación de sistemas que promuevan actividades de reutilización, especialmente en lo que respecta a los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, ropa y muebles.

Residuos de plástico en el mar / FB RETORNA

Residuos de plástico en el mar / FB RETORNA

Residuos de plástico en el mar / FB RETORNA

La Ley establece asimismo la necesidad de reducir la generación de residuos en procesos relacionados con la producción industrial, la extracción de minerales, la construcción y la demolición.

Desperdicios alimentarios

Otro de los frentes de la normativa será el de los desperdicios alimentarios: los restaurantes estarán obligados a entregar los restos de comida no consumida a los clientes que así lo soliciten, mientras que los comercios y otros puntos de venta no podrán tirar alimentos en buen estado.

En lo que a las sanciones se refiere, éstas irán en concordancia a las ya fijadas por el Estado en materia de residuos y suelos contaminados, a excepción de las multas, que partirán de los 300 euros para las infracciones leves y hasta los 1,7 millones para las muy graves. Con ello, el Gobierno balear confía en que se logre una mayor protección de la salud humana y una mejor calidad del medio ambiente, además de garantizar un uso prudente y racional de los recursos naturales y promover una economía más circular.