La prórroga a favor del machismo o la tradición del apellido paterno primero está a punto de acabar. Y de renacer las broncas entre padres y familiares. A partir de junio entrará totalmente en vigor la ley de Zapatero y, si no hay acuerdo, la decisión quedará en manos de los encargados del Registro Civil.
La norma, abanderada por la 'vicetodo' de entonces Fernández de la Vega, desató una pequeña guerra con la oposición de su entonces líder Mariano Rajoy. Y los distintos ejecutivos le han ido dando largas.
Pero ha permitido que, durante seis años, el apellido materno rompiera una costumbre de siglos y ocupe el primer lugar. Pero sólo si lo deciden los dos padres “de común acuerdo”. Es decir, si no hay oposición por parte del varón.
Invertir el orden es posible desde 1999. Pero aquel año solo estrenaron esta facultad 250 parejas. Antes, la única excepción en menores de 18 años fue Francis Franco, por la gracia de su abuelo 'El Caudillo'. Por desconocimiento o rechazo del padre, según datos del Ministerio de Justicia, en 2010 los bebés inscritos con el apellido materno por delante apenas sumaron 1.260.
Inversión polémica
La cifra ha ido aumentando. Pero sigue siendo ínfima. No llega al 0,7% de los casi 420.000 nacimientos anuales. Los 12.000 españoles con primer apellido materno desde su nacimiento representan un irrisorio 0,02% de la población. Otra cosa es la inversión por decisión del interesado, posible a partir de los 16 años tras la reforma socialista. Ha sido la vía utilizada por famosos como Miguel y Bimba Bosé y otros artistas o famosos por sus finanzas y amoríos.
Los expertos aseguran que el apellido del varón todavía pesa mucho en la cultura de los países de habla hispana y que la inversión resulta polémica en muchos casos. “En familias paternas nobles se ve mal. Pensemos en que la futura reina o rey de España se llamase de primero Ortiz. Incluso entre amigos se tilda de calzonazos a los hombres que no defienden la primacía de su apellido”, asegura Ángeles Hernández, experta en Derecho de Familia.
En manos del funcionario
La reforma de la ley de Registro Civil da tres días a los padres de la criatura para indicar o ponerse de acuerdo sobre el orden de los apellidos. Si, vencido ese periodo, no hay comunicación, lo acordará el encargado “atendiendo al interés superior del menor”. Se tendrán en cuenta estos criterios, según fuentes del Ministerio de Justicia: "evitar malsonancias y tonos hirientes al combinar el apellido con el nombre, el carácter común o rarísimo del apellido, el orden alfabético o por sorteo”.
Juristas y padres en camino están atentos al reglamento que está elaborando el departamento de Catalá para precisar un poco más. Colectivos feministas temen que Justicia se abone a la inercia de poner primero el del padre porque “es un debate innecesario”, “así se ha hecho toda la vida” y “es lo que más conviene”, como en su día argumentó Rajoy.