Cabaret en homenaje a Ocaña
El establecimiento de la plaza Reial de Barcelona que lleva el nombre del artista desaparecido conmemora por cuarto año consecutivo su figura
3 octubre, 2016 19:32La plaza Reial de Barcelona no tiene nada que ver con lo que era hace unas décadas. La droga, la prostitución y los robos dejaron paso a los restaurantes y a los turistas. La imagen del lugar ha cambiado aunque los artistas del barrio continúan allí. En esto se basa Ocaña, el establecimiento que honra al pintor y artista José Pérez Ocaña.
Como cada año desde su apertura en 2012, el local rememora con una fiesta la figura del creador sevillano y la inauguración del café, bar y restaurante. Este lunes es el Cabaret El Plata de Zaragoza el protagonista del espectáculo. Desde las ventanas del edificio harán la función, que ensayaban ante la mirada de los turistas al mediodía de hoy.
Su barrio
La plaza Reial y la Rambla eran su zona de confort. “Fue uno de los primeros que se paseaba vestido de mujer o con poca ropa por la calle”. Así recuerda su figura Joaquima Laguna, la propietaria del local. Todos los años, el artista Nazario Luque, amigo de Ocaña, le ayuda a organizar el homenaje. “Cuando murió, le preparamos junto con otros amigos una fiesta de recuerdo durante las fiestas de la Mercè; lo hicimos por primera vez en 1984, un año después de su muerte, y durante cinco años”, explica.
En 2012 y aprovechando la apertura del establecimiento, recuperaron las celebraciones. Nazario recuerda el impacto que tuvo el actor y pintor más transgresor de la época: “Sus exposiciones eran multitudinarias, no tanto por los cuadros sino por la escenografía”.
Cuando la plaza Reial todavía albergaba al inframundo barcelonés compartieron casa. “Estábamos casi todo el día juntos; incluso nos despertaba a las cinco de la mañana para enseñarnos lo que había pintado, era un coñazo”, bromea.
La propietaria del local combina la gestión del establecimiento con la de su farmacia. Joaquima Laguna terminó sus estudios en 1975 y abrió una pequeña farmacia después de terminar el FIR. Después vino una más grande y, desde una posición cómoda, pudo comprar el edificio, que era una pequeña fábrica de sellos. “Era tan barato y la plaza tan bonita que decidimos cogerlo”, relata.
Reivindica la zona y su ilusión es que los locales acudan al Ocaña. “Es una parte única de Barcelona que la gente de aquí no conoce; vienen muchos turistas, pero a los vecinos de la ciudad les cuesta más”, asegura Laguna. Tras años de rehabilitación y cuando finalmente consiguió los permisos necesarios, pudo abrir el establecimiento, que cumple ahora su cuarto aniversario.