Seis vigilantes de seguridad evitan que la escuela de arte de Barcelona se vuelva a ‘okupar’
Un grupo de activistas había entrado el 1 de mayo con el propósito de convertirlo en un refugio de emigrantes
15 septiembre, 2016 00:00Son dos hombres por turno y hay tres turnos, con lo que forman un grupo de seis personas en total. Media docena de trabajadores de una empresa de seguridad que velan durante las 24 horas del día para evitar que vuelvan a entrar okupas en el edificio del Bursí de Barcelona, desalojado el pasado mes de mayo.
El local, antigua Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos conocida como La Llotja, fue okupado tras la manifestación alternativa del 1 de mayo para convertirlo en un refugio de migrantes. Los activistas que entraron lo rebautizaron como Mukhayyam, que en árabe significa ‘campamento’.
La antigua Llotja está situada en la plaza de la Verònica, junto a la calle Avinyó, y los vecinos y comercios de la zona han creado una plataforma --Plataforma Vecinal del Bursí-- para que el edificio se utilice con fines culturales para el barrio. Su portavoz, Teresa Caja, explica a Crónica Global que “queremos cosas culturales de barrio para la gente joven, para los niños, para las familias y no tenemos espacios. Cultura tenemos mucha, pero está escondida”.
Concentraciones reivindicativas
Ella tenía las llaves de las rejas que rodean el edificio y se encargaba de limpiar la zona exterior de la Llotja, pintó las rejas con la ayuda de algunos niños como actividad escolar y colocó plantas. “Desde que se okupó no tengo llaves, porque rompieron los candados, y ahora está lleno de suciedad y se han muerto todas las plantas”, dice Teresa.
Añade que la plataforma está en contacto con la Generalitat de Cataluña, propietaria del inmueble, y el Ayuntamiento de Barcelona y piden que el consistorio compre el edificio y lo ceda a los vecinos y comercios del barrio. Han llevado a cabo dos concentraciones reivindicativas en la plaza de la Verònica y planean una tercera en breve.
“Nos parece muy fuerte que se gasten tanto dinero en seguridad y no en otras cosas como la limpieza del edificio” o como avanzar en la adecuación de su uso para que puedan disfrutar de su uso, lamenta la portavoz de la entidad vecinal. Sin embargo, y pese a la lucha que empezó hace diez años, Teresa no tira la toalla: “Tengo la esperanza de que lo conseguiremos y se abrirá”.