Vida
Un parapléjico se levantará de su silla y dará el chute inaugural del Mundial
Gracias a un exoesqueleto que se controla con la mente creado por un equipo de 150 científicos.
12 junio, 2014 11:29
Hoy, un poco antes de las cinco de la tarde, hora local brasileña –las 21:00 en Barcelona–, en el estadio Arena Corinthians de São Paulo, un joven parapléjico brasileño se levantará de una silla de ruedas, caminará al centro del campo y chutará el balón en la ceremonia de apertura del Mundial de Fútbol. Esto será posible porque irá equipado con un exoesqueleto controlado con la mente, que ha desarrollado por un equipo de 150 científicos e ingenieros de todo el mundo bajo la dirección del neuroingeniero brasileño Miguel Nicolelis.
Un equipo de 150 científicos e ingenieros, reunidos en un consorcio denominado Walk Again Project, ha sido capaz de desarrollar un exoesqueleto controlado con la mente que hará posible que un joven con parálisis pueda caminar y dar el chute inaugural del Mundial de Fútbol de Brasil. Lo hará hoy a las cinco de la tarde (hora local) en el estadio Arena Corinthians, de São Paulo, ante 70.000 espectadores y una audiencia de miles de millones de personas. En España serán las 21:00, hora peninsular.
Con este acto, el equipo científico quiere mostrar los últimos avances en el ámbito de los interfaces cerebro-máquina. Se trata de una especie de traje robótico construido con aleaciones ligeras y polímeros, y accionado por un sistema hidráulico que hace el trabajo que los músculos de las piernas de la persona paralizada ya no pueden realizar, a partir de las órdenes que emite su cerebro.
El desarrollo es la culminación de más de diez años de investigación del científico brasileño Miguel Nicolelis, uno de los fundadores del Centro de Neuroingeniería en la Universidad Duke, en Carolina del Norte, Estados Unidos, y la fuerza impulsora tras Walk Again Project.
La robótica ha sido coordinada por Gordon Cheng en la Universidad Técnica de Múnich. Por su parte, Nicolelis y su equipo se centraron en los sistemas que permitieran leer las ondas cerebrales y en usar esas señales para controlar extremidades robóticas.
Entrenamiento
Nicolelis ha estado entrenando a nueve personas con paraplejia, con edades de entre 20 y 40 años, para usar el exoesqueleto en un centro de rehabilitación neurorrobótica de São Paulo. Tres serán elegidos para asistir a la ceremonia de apertura, previa al partido inaugural entre Brasil y Croacia, y de ellos, solo uno dará la patada al balón.
"En los últimos días, cuatro de los pacientes se pusieron el exoesqueleto y dieron sus primeros pasos. Uno de ellos ya ha usado el control mental para patear una pelota. Así que desde el punto de vista científico, clínico y tecnológico estamos cumpliendo nuestros objetivos. El traje robótico está siendo controlado por actividad cerebral y enviando señales de retroalimentación al paciente", ha explicado Nicolelis a la BBC.
Para poner en funcionamiento el exoesqueleto, se ayuda a la persona a introducirse en el traje y se le pone una gorra equipada con electrodos que recoge sus ondas cerebrales. Estas señales se transmiten a un ordenador que va en una mochila, donde se descodifican y se utilizan para mover los transmisores hidráulicos del traje.
El exoesqueleto está alimentado por una batería que también se lleva en la mochila y permite un uso continuado de dos horas.
Movimiento suave
Nicodelis asegura que los movimientos son muy suaves y que parecen más de humanos que de robots. Los pies van apoyados sobre unas placas dotadas de sensores que detectan cuando se hace contacto con el suelo. Con cada paso, la señal se dispara a un dispositivo de vibración cosido en el antebrazo de la camisa de usuario. El dispositivo ‘engaña’ al cerebro para que piense que la sensación proviene de su pie.
En las simulaciones de realidad virtual, los pacientes sentían que sus piernas se movían y tocaban algo, según el neuroingeniero.
Aún no se sabe hasta qué punto la persona que lleve el traje robótico va a poder caminar y patear el balón. El proyecto ha sido criticado por otros neurocientíficos, que ven en esta puesta en escena un acto de explotación de personas con discapacidad para promover una investigación aún de difícil aplicación.