La Pascua Militar es la marca en la agenda de un ciclo anual. En los últimos días, la recuperación económica alentaba expectativas de luz al final del túnel. Ayer, el Rey pedía luz, más luz, como Goethe al final del camino. La iluminación deficiente es la explicación zarzuelesca a los balbuceos del monarca, cuya exposición pública es ya un ejercicio de alto riesgo. Los nervios por querer hacerlo especialmente bien, dicen además. Y una letra demasiado grande como para advertir el sentido y la entonación de las frases. El Waterloo del marketing político: un discurso sin fondo, una escenografía cruda y un hombre de 76 años que hizo de su vitalidad una manera de estar en política.
Los periódicos están en la peripecia real, en el calendario del dolor. Un juez de Palma decide hoy si imputa a la Infanta menor, Cristina, la más parecida (físicamente) a su padre de todos los hermanos. No dicen nada los demiurgos oficiales sobre la influencia del jalón judicial en el estado del Rey. El Mundo es el más duro. "España, titubeante", titulan en primera, bajo una fotografía en la que todas las miradas, del Príncipe, su esposa, Rajoy y la Reina, se dirigen a don Juan Carlos. Hasta el afeitado de Felipe después de 16 meses de portar barba se lee entre líneas.
En el diario de Pedro J. acentúan el discurso neutro, la falta de alusiones a Cataluña y a ETA, las dos asignaturas de Estado de 2014. De ahí que los problemas motrices en la Casa Real sean el metadato de la nación, una descripción minimalista del ser institucional de España, un rey con muletas y muletillas de cosecha propia para mandar retirada. Peridis, en su tira de El País, atribuye el drama a la medicación y alude a la memoria. El Rey no recuerda para qué ha vuelto al taller, según el autor. De vuelta a El Mundo, Arcadi Espada es de los pocos articulistas que reciben ese toro a porta gayola, en caliente, sin esperar a que la condensación de opiniones, editoriales y apuntes acote una versión general y para todos los públicos de los hechos.
El ¡Hola! es el boletín oficial de la Corona. Recurre Espada al último trabajo de la revista:
"No sé quién decía hace una semana, a propósito de un reportaje en la revista Hola, que el Rey había vuelto. (...) Ignoro por completo las razones del aturdimiento real; y me apena. Puede que tuviera gripe. Puede que duren aún las secuelas de una larga temporada de quirófanos, hospitales y convalecencias. O puede que el Rey, simple y duramente, no esté en condiciones. Ahora, junto a la infinita replicación del vídeo, va a oírse de nuevo el tam tam de la abdicación".
A su lado, Luis María Anson prefiere hablar de otra cosa (de los homenajes que se dan los etarras). Habrá que esperar, pero no demasiado. Anson, contemporáneo de Juan Carlos I, no se tapa en estos casos.
El columnismo tiene sus riesgos, como las expediciones a la Antártida. Pilar Rahola, por ejemplo, es un termómetro editorial de La Vanguardia, cuya temperatura secesionista estaría cayendo en picado a tenor del volantazo del cambio de director. A Rahola se le ha muerto la gata, cuyo epitafio es una columna entera en el diario de Godó. Contarse los pelos del ombligo es un recurso "estilístico" cada vez más utilizado por los titulares de los artículos, una epidemia que barre las viejas prevenciones contra el "yo" periodístico. Puro compromiso. La gata se llamaba "Lletja" (Fea).
En La Vanguardia, el titular principal está en el plano del "proceso": "El Rey evita citar la cuestión catalana en la Pascua Militar". La crónica es de Enric Juliana: "El cielo estaba encapotado ayer en la capital de España, pero los discursos de la Pascua Militar dejaron claro el propósito del Rey y del Gobierno de mantener el ámbito militar rigurosamente alejado de las tensiones de la política interna. Morenés fue más allá y en uno de los párrafos de su mensaje habló del 'silencio' como virtud castrense". La parte física del asunto es cosa de Mariángel Alcázar: "Una luz escasa sobre el atril, unas letras escritas en un tipo demasiado grande para facilitar la lectura pero que impiden la comprensión completa de la frase y la incomodidad de permanecer de pie se aliaron contra don Juan Carlos (...) Fuera de foco, la impresión general fue que, además de los problemas técnicos y de movilidad, lo que de verdad le había jugado una mala pasada al Rey había sido la presión autoimpuesta de hacerlo bien".
Sólo el Abc está un paso por encima en monarquismo, lo que demuestra echándole un par en portada, donde lo del Rey es una nota marginal. Ana Pastor, la ministra de Fomento, es la mujer de rojo (la marca España reducida a un vestido de temporada, un guiño a los fotógrafos y una consigna visual) y su viaje a Panamá para mediar en el quilombo de Sacyr ocupa la primera plana del diario de Rubido, también gallego. ¿Y qué dicen del Rey? No problemo. Sólo está "fatigado", según la benemérita interpretación de las mentes pensantes de Abc. Almudena Martínez Fornés es la cronista real del diario monárquico, que, como Alcázar, atribuye a los elementos lo de la Pascua Militar. Y aún así, "leyó con dificultad, pero hasta el final un discurso que no veía", según titula en una crónica subordinada. Raro, ¿no?
Para la prensa soberanista, el Rey tampoco es una fotografía de portada. En Ara, Ferran Casas anuncia que CiU y ERC no se ponen de acuerdo. El titular de portada es: "CiU y ERC aplazan 'sine die' el gobierno de coalición". En la crónica, Casas especifica que es CiU quien pone reparos porque se siente reforzada tras el anuncio de la pregunta y fecha para la consulta. En El Punt Avui, el Rey es la virreina, la delegada del Gobierno, Llanos de Luna, y su "cruzada" contra el independentismo. Alude a que son ya doscientos los ayuntamientos afectados por los contenciosos interpuestos por la Delegación del Gobierno y que en el caso de las banderas, los tribunales acostumbran a darle la razón. En los demás, también, pero quedan muchos asuntos por decidirse y ahí es donde El Punt Avui se aferra. También le dan cera los diarios de la independencia a Alicia Sánchez-Camacho, la lider del PP catalán, a la que describen como una rebelde en un relato que sí merece ese nombre. Sánchez Camacho ha anunciado que los ayuntamientos gobernados por el PP no facilitarán los datos del padrón municipal para la confección de un censo electoral de Estado propio. También ha instado a los socialistas a hacer lo mismo. Que la consulta no sea legal no arredra a los guionistas del soberanismo, quienes perfilan a la política "unionista" como una insumisa frente a la Generalidad. Está bien. Favor que le hacen. Lo legal no vende.
Sin salir de Cataluña, todos los diarios rebotan la recuperación del izado de la bandera (española) en el patio de Capitanía, en Barcelona. Es una iniciativa del teniente general Ricardo Álvarez-Espejo, el mando de la región militar, apoyada por Llanos de Luna. Un nuevo agravio, una agresión visual, el colmo de la osadía según la prensa soberanista.
Más osada es Ángela Merkel, por cambiar de tema, que se ha quebrado la pelvis practicando el esquí de fondo con unas "tablas" fabricadas en la República Democrática de Alemania, lo que viene siendo la extinta RDA. Tres meses de muletas le esperan a la canciller, lo que puede tener enjundiosas implicaciones en la política europea.
Noche de Premio Nadal. Lo ha ganado Carmen Amoraga, al fin, tras ser segunda hasta en el Planeta. Albert Villaró es el último Josep Pla con una novela en la que Cataluña es independiente porque Franco murió en el accidente de avioneta de Sanjurjo. El "what if" de los ingleses, aclaran las informaciones. Hace setenta años del primer Nadal. Se lo inventó Ignacio Agustí, que en sus memorias afirma que el nombre era un homenaje al escritor Eugenio Nadal, que había fallecido poco antes.