Al margen de filias y fobias, la obstinación y la literalidad son los principales rasgos políticos del carácter de Artur Mas. No hay sombra de duda ni amago de flexibilidad en los planteamientos del líder nacionalista; es lineal y frontal. La prensa catalana, en general, celebra la carta enviada por Mas a los 28 jefes de gobierno de la Unión Europea como un paso decisivo en un proceso irreversible. Con la independencia de Cataluña ocurre como con los Reyes Magos, que si no lo creo no lo veo. Y Mas es un creyente, tal vez un converso, pero alguien de un valor tan temerario que no le tiene miedo ni al ridículo. El esperpento es ahora su territorio y no tiene nada que perder.
En clave local, Mas ha desarbolado por completo a Oriol Junqueras. Algo es algo. No es previsible que ninguno de los destinatarios de la misiva del presidente de la Generalidad le responda y ya han pasado catorce días desde el envío. Lo más parecido a una contestación ha venido de Francia, de un subalterno de la embajada que se remite a lo dicho por el presidente Hollande y por el ministro de Interior francés, el barcelonés Manuel Valls, quien se toma la cuestión catalana a mandíbula batiente. Seguramente habría tenido más éxito el presidente de la Generalidad si en lugar de enviar la carta a los Estados de la UE la hubiera remitido a Panamá, donde la marca España está a punto de hacer un pan como unas tortas, o sea, sin levadura, que es al pan lo que el espíritu al hombre.
Así pues, Mas se erige en macho alfa del independentismo y trata de revertir las encuestas internas con la internacionalización de la consulta, que es la versión del Ara y de El Punt Avui. En el caso vasco, la "internacionalización" no eran los asesinatos en Francia sino las palmaditas en la espalda del cura Reid, el sacerdote irlandés recientemente fallecido, postulante de la causa del IRA. No es que los dos periódicos citados apunten esta comparación; simplemente aplauden, jalean y se asombran del coraje del president, quien no renuncia a que su mensaje en una botella llegue a la playa de una isla griega por muy remotas que sean las posibilidades de que algo así ocurra. De hecho, no hay precedentes. El Punt Avui titula "Ofensiva exterior por la consulta"; el Ara, "Mas internacionaliza la consulta".
En La Vanguardia digieren la internacionalización como el resultado de una reacción. Tras la constatación del hecho ("Mas pide apoyo a los líderes europeos para la consulta", titular principal) llega la explicación del suceso: "El Gobierno [autonómico] remite un memorándum a 45 países para contrarrestar los argumentos de Margallo". La crónica principal corre a cargo de Jordi Barbeta, que contextualiza la situación como un movimiento defensivo de Mas:
"Después de que haya trascendido la ofensiva diplomática del Gobierno español contra el proceso soberanista catalán, el presidente de la Generalidad, Artur Mas, intenta contrarrestar la iniciativa española con una carta personal dirigida a los primeros ministros de la Unión Europea en la que tácitamente les viene a pedir auxilio ante la actitud cerrada del Gobierno español: 'Confío en poder contar con usted -dice Mas- para impulsar el proceso pacífico, democrático, transparente y europeo con el que se ha comprometido una gran mayoría del pueblo catalán".
También en El Periódico se recoge esa lectura con el antetítulo de portada: "Mas responde a la iniciativa de Margallo".
En la prensa de Madrid, tanto El Mundo como El País otorgan a la carta de Mas honores de tema principal de la portada. En cambio, Abc relega la cuestión a páginas interiores y La Razón sólo apunta en un esquinazo de la primera plana el "Ridículo internacional de Mas: Pide por carta a Merkel y Hollande que apoyen la consulta". La proposición editorial de El Mundo es el artículo 155 de la Constitución (suspensión de la autonomía) o en su defecto, fiar las inyecciones del Fondo de Liquidez Autonómica al desmantelamiento de las embajadas catalanas y del sistema propagandístico. En El País, en cambio, afirman que Mas "intenta internacionalizar" la consulta pero que ningún Estado responde a su misiva, según la crónica de Pere Ríos. Carlos E. Cué afirma en su crónica que el Gobierno "da por fracasada la ofensiva exterior de la Generalidad". Es decir, que Rajoy iría un paso por delante en un debate que la prensa ofrece en diferido, a golpe de filtración. Antes de fin de año se supo, por El País, que el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, había enviado a los embajadores un "manual de instrucciones" contra el soberanismo. Y al empezar el año trasciende la réplica de Mas. Nos advierte El País de que "Rajoy sabe que antes o después todo acabará en el Constitucional", que en el caso que nos ocupa sería como un potente agujero negro capaz de engullir durante décadas las pretensiones independentistas.
A bote pronto, las reacciones políticas más originales vienen desde Iniciativa y Ciudadanos. El portavoz de C's, Matías Alonso, calificó la carta de "spam", en el estilo 2.0 del partido naranja.Y el secretario general de ICV, Josep Vendrell, aplaude la carta, pero, explica Iñaki Ellakuría en La Vanguardia, "recordó que en estos momentos en Cataluña hay 840.000 parados, dos millones de personas en riesgo de pobreza y 50 desahucios diarios. 'Esperemos que Mas también defienda los derechos sociales', añadió".
En toda Barcelona se comentan los cambios en La Vanguardia, el giro editorial que hoy se concreta en un editorial a dos columnas enteras titulado "2014: España y Cataluña". Primer detalle: ni una línea para la carta. Corolario:
"Nuestro diario, conforme a su centenaria tradición, hará todo lo posible para que el lenguaje en el espacio público catalán sea constructivo. Perspectivas reales de mejora de la economía, respeto escrupuloso al marco europeo y voluntad de diálogo pese a los desencuentros. Del interior de ese triángulo pueden surgir novedades interesantes en los próximos meses. No hay que dejarse llevar por el dramatismo, ni dejarse seducir por épicas de cartón piedra. Después de siete años aciagos, el 2014 puede ser un tiempo de esperanza para España y para Cataluña".
El jaleo organizado por la carta ha cercenado en parte la dimensión de las buenas noticias, el acusado descenso de mortalidad en las carreteras, la bajada del paro en diciembre y la prima de riesgo, que empieza 2014 por debajo de los doscientos puntos. Con el nuevo calibraje de la deuda española y con la adaptación a las circunstancias (devaluación interna, reducción de sueldos...), España puede abandonar la UCI de la crisis. El "proceso catalán" sería la única nube en un horizonte que empezaría a despejarse. De ahí, tal vez, la irritación de una columnista habitualmente tan templada como Victoria Prego, que titula su artículo: "Grave, no sólo ridículo". Y dice: "En algún momento hay que poner pie en pared. No podemos estar todo un año contemplando la retahíla de deslealtades, trampas, traiciones y mentiras de la Generalidad hasta que el referéndum no se celebre. Porque no es cierto que el Estado deba permanecer impávido ante cualquier ataque".
Tampoco es partidario Hermann Tertsch, que escribe en Abc: "El presidente de la Generalidad se retrata como un insensato e inmoral que hace de intereses propios el único norte de su conducta. La carta a diversos mandatarios es torpe y paleta. Primero en las formas. Está escrita en un inglés de escolar reforzado para no colar gazapos. Podría ser de Pilar Rahola u otro sabio. Y no explica nada".
Hay más noticias, buenas, malas y peores. Por ejemplo, que el presidente de Panamá viajará a España para exigir que la constructora Sacyr acabe las obras de ampliación del Canal o el rescate de los 52 pasajeros del barco ruso Akadémik Shokálsky, aspirantes al legado de la tripulación de Shackleton y rescatados por un helicóptero chino. La Antártida. Justo cien años después de que el intrépido capitán irlandés protagonizara una gesta inaudita. En agosto de 1914, el citado y una tripulación de veintisiete hombres, partieron hacia el Atlántico sur para llevar a cabo el primer viaje a pie por la Antártida. Pretendían cruzarla, pero el Endurance, su barco, quedó atrapado en el mar helado de Weddell. Veinte meses estuvieron retenidos, con dos intentos de escapar por sus propios medios antes del rescate que pudieron ser fatales. Todos sobrevivieron gracias al liderazgo de un capitán que renunció a su misión en favor de la vida de sus hombres.
Más locuras. Impresionante crónica de Andrés Amorós en Abc sobre los últimos días y horas de Juan Belmonte, el pasmo de Triana. Enriqueta era el nombre de su último amor. Ella falleció en septiembre del año pasado. Él, como es sabido, se descerrajó un tiro en su finca de Utrera horas después de visitarla, el 8 de abril de 1962.