El 'Mount Saint Michel' catalán, la Torre de Sant Joan dels Alfacs TURISME LA RÀPITA
El Mont Saint Michel catalán, un castillo de defensa medieval en medio del mar
Esta torre construida en la primera línea de la costa se halla ahora en una isla
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Más allá de la Torre Eiffel y el Arco de Triunfo, Francia tiene otras construcciones de amplia notoriedad. Una de ellas es el Mont Saint-Michel, un enorme castillo medieval, al que se puede acceder en barco y a pie, en función de las cambiantes mareas que la rodean.
Es un lugar único, pero no irrepetible. En Cataluña existe una construcción, mucho más discreta, pero con un atractivo similar: la Torre de Sant Joan de Amposta.
Son pocos quienes saben de su existencia. Pero se trata de unas ruinas que emergen sobre las aguas tranquilas de la bahía dels Alfacs, sobre una isla. Igual que el Mont Saint-Michel, pero sin su monumentalidad. Aun así, su estampa única. Mezcla historia, patrimonio y paisaje.
Este mini castillo se erigió en 1576, bajo el reinado de Felipe II, para proteger la costa de los piratas que acechaban el Mediterráneo, siendo durante más de dos siglos un enclave militar clave. Hoy, forma parte del patrimonio del Delta del Ebro.
Una histoira de piratas y reyes
Sus restos recuerdan las guerras que acecharon esta zona de la costa catalana y está declarado Bien de Cultural de Interés Nacional. Un patrimonio que hace inconfundible a este rincón tan particular de Cataluña.
La también conocida como Torre de Sant Joan dels Alfacs no es única o, al menos, no lo fue. La construcción forma parte de la red de fortificaciones costeras que se construyeron en el Mediterráneo durante el reinado de Felipe II.
Cómo es
El edificio se levantó con planta cuadrada y una estructura troncopiramidal, de base más ancha y muros ligeramente curvados que le otorgaban solidez. Sus paredes eran de gran grosor y en la parte superior contaba con elementos defensivos como matacanes y terrazas de vigilancia.
En su día, la fortaleza se encontraba en tierra firme, situado en la línea de costa. Los sedimentos y transformaciones del Delta del Ebro lo han desplazado mar adentro y hoy aparece aislado, a unos cincuenta metros de la orilla.
Cómo llegar
A pesar de parecer una isla, muchos acceden a pie. Se encuentra en una zona de aguas poco profundas de la bahía, pero eso no significa que se llegue de manera sencilla.
Para acercarse hay que partir desde la playa Poblenou del Delta y seguir un terraplén de piedras que a menudo queda anegado. Este aislamiento, que ha contribuido a conservar la torre en un entorno natural casi intacto, y que sea comparada con el Mont Saint-Michel.
Quien vivió allí
En la torre catalana no vivió tanta gente, aunque durante su época de mayor actividad, la torre contó con una guarnición de unos 12 hombres, entre ellos soldados, un gobernador y un capellán.
En la planta baja se almacenaban provisiones, para los soldados. Los aposentos, dormitorios y hasta una pequeña capilla se encontraban en los pisos superiores. De allí que fuera como un pequeño castillo.
Historia de la Torre
La Torre de Sant Joan fue un puesto defensivo y de vigilancia durante más de dos siglos, tiempo en la que su uso fue continuado. Desde finales del siglo XVI y hasta principios del XIX, la fortificación sirvió de protección ante incursiones marítimas y como punto estratégico de control de la bahía dels Alfacs.
En 1789 se documentó que la torre estaba todavía en buen estado y que conservaba su matacán defensivo y la capilla en el segundo piso. En aquella época, la presencia militar en el Delta del Ebro era indispensable, ya que se trataba de un territorio de gran valor estratégico.
Flamencos frente a la Torre de Sant Joan dels Alfacs TURISME AMPOSTA
Con la modernización de las técnicas militares y el debilitamiento de la piratería en la zona, la torre fue perdiendo relevancia. A lo largo del siglo XIX, su uso quedó prácticamente abandonado.
La erosión, los cambios del litoral y el paso del tiempo la redujeron a su base maciza. Ahora apenas queda una pequeña masa de tierra sólida en medio de una isla del delta que presume de historia y luce como postal, aunque en realidad su historia es mucho más oscura.
Superviviente de guerra(s)
La torre fue escenario o testigo de varios conflictos bélicos que marcaron la historia de Cataluña. Durante la Guerra dels Segadors (1640-1652), fue testigo del enfrentamiento entre las tropas catalanas y las fuerzas de Felipe IV. Más tarde, en plena Guerra del Francés (1808-1814), el enclave volvió a cobrar protagonismo como punto estratégico frente a la ocupación napoleónica.
Incluso en el siglo XX la torre tuvo un papel indirecto. En la Guerra Civil, entre marzo y mayo de 1938, en plena batalla del Ebro, varias familias de Sant Carles de la Ràpita se refugiaron en la zona de la torre, buscando un lugar más seguro lejos de los bombardeos.
Un patrimonio nacional
Esos tiempos oscuros han pasado. La Torre de Sant Joan forma parte del patrimonio histórico protegido de Cataluña. No luce como el Mont Saint-Michel francés, pero tiene un semejante valor histórico.
Sus muros desgastados no hacen otra cosa que recordar la importancia de una zona en peligro como es el Delta del Ebro. Ahora, en cambio, la amenaza no son los piratas ni las bombas, sino el cambio climático, y ante esto, los muros de la torre pueden hace poco.