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Así es Nueva Barcelona: la ciudad serbia fundada por exiliados catalanes

Un grupo de 122 familias levantaron este enclave ante la tensa situación en España

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Que hay catalanes en todas partes del mundo es un hecho, pero eso no viene de ahora. Desde hace siglos este pueblo se ha esparcido por el mundo huyendo de guerras, conflictos o, simplemente, con la voluntad de tener una vida mejor.

La historia está llena de estos ejemplos. Islas en Canadá y el Caribe, ciudades en Latinoamérica y una población menos conocida situada en Serbia: Nueva Barcelona.

El nombre es claro y tiene una explicación. La ciudad, que ya no tiene este nombre, fue fundada en el siglo XVIII por exiliados catalanes. Su historia es para recordar. Sus ingredientes: derrota, exilio y utopía 

Nueva Barcelona fue un proyecto singular, casi olvidado, que durante unos pocos años aspiró a reproducir en los Balcanes las instituciones, las leyes y hasta el urbanismo de la capital catalana perdida tras la Guerra de Sucesión (1701-1713).

Austrias y borbones

Este fue el origen de esta ciudad. La victoria borbónica y la entronización de Felipe V provocaron el exilio de miles de partidarios del archiduque Carlos de Austria, especialmente procedentes de los territorios de la Corona de Aragón. 

Temerosos de represalias políticas y económicas, muchos emprendieron un largo periplo por Europa con la esperanza de hallar refugio bajo la protección del ya emperador Carlos VI.

Catalanes por el mundo

Antes de llegar a Viena, buena parte de estos exiliados intentó asentarse en Nápoles, Cerdeña o Milán, territorios que habían pasado a manos del Imperio tras los tratados de Utrecht y Rastatt. 

Los más cualificados lograron integrarse en la administración imperial o en el ejército, pero los exiliados procedentes de las clases populares vivieron una situación mucho más precaria.

Para gestionar esta crisis humanitaria, en 1713 se creó en Viena el Consejo Supremo de España, encargado de velar por los austracistas desplazados. Sin embargo, los recursos eran escasos y la presencia creciente de refugiados sin medios generó tensiones sociales y recelos dentro de la propia corte imperial. 

Fue en este contexto cuando surgió una idea tan ambiciosa como improbable: fundar una ciudad nueva para acoger a los exiliados catalanes.

El impulsor

El principal impulsor del proyecto fue Josep Plantí i Mateu, jurista barcelonés, antiguo catedrático de la Universidad de Barcelona y firme defensor del bando austracista

Bien conectado en la administración imperial, Plantí concibió una colonia agrícola y defensiva que sirviera a la vez para dar salida a los exiliados y reforzar una de las fronteras más vulnerables del imperio de los Habsburgo frente al Imperio Otomano.

Dónde está

El emplazamiento elegido fue el Banato de Temeswar, en la llanura de Panonia, una región estratégica pero escasamente poblada. Tras años de gestiones, el proyecto recibió luz verde en 1734, y la colonia fue bautizada oficialmente como Nueva Barcelona.

Se levantó en la orilla izquierda del río Begej, cerca de su desembocadura en el Danubio, en el lugar donde hoy se encuentra la ciudad serbia de Zrenjanin

La ciudad serbia de Zrenjanin

La ciudad serbia de Zrenjanin WIKIPEDIA

Plantí seleccionó cuidadosamente a los colonos: 122 familias, en su mayoría catalanas, valencianas y aragonesas, aunque también procedentes de otros territorios mediterráneos del antiguo imperio español.

La ambición del proyecto iba mucho más allá de un simple asentamiento. Nueva Barcelona gozaba de un régimen autónomo, con un sistema jurídico inspirado en las leyes de la Corona de Aragón y un gobierno municipal que recordaba al Consell de Cent barcelonés. 

Moneda propia

La ciudad contaba con moneda propia, fuerzas de seguridad y hasta un centro de enseñanza superior donde se impartían clases en catalán, alemán y latín.

Desde el punto de vista urbanístico, respondía a los ideales racionales de la Ilustración: calles rectilíneas, trazado ortogonal y edificios funcionales, alejados de la ornamentación barroca. Era, en muchos sentidos, un experimento político y social avanzado a su tiempo.

El final de la utopía

Pese a sus ambiciones, Nueva Barcelona tuvo una vida muy corta. La precipitación con la que se puso en marcha el proyecto, la falta de recursos, la escasa experiencia agrícola de muchos colonos y un entorno hostil acabaron pasando factura. El golpe definitivo llegó con una epidemia de peste que diezmó la población.

En torno a 1740, apenas seis años después de su fundación efectiva, los cerca de 400 habitantes que quedaban abandonaron la ciudad. Muchos se dirigieron a Viena o Budapest, a menudo en condiciones de extrema precariedad. Nova Barcelona desapareció sin dejar restos visibles y sin continuidad histórica.

Hoy, de la Barcelona de los Balcanes no queda más que el recuerdo en archivos y estudios históricos. Sin embargo, su historia sigue fascinando como símbolo de un exilio forzado y de un intento singular de reconstruir una identidad política y cultural lejos de la patria perdida. 

Nova Barcelona fue, durante un breve instante, el reflejo de una Cataluña derrotada que se negó a desaparecer.