No es Cataluña: el único pueblo en España que tiene doble nacionalidad y es de los más bonitos
Este pequeño municipio de 11.000 habitantes ha sido protagonista de enfrentamientos bélicos
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Cataluña hace años reclama su independencia, habla de la Cataluña Nord para referirse a los pueblos del sud de Francia, donde se habla occitano y presume de sus lazos con el país galo e incluso con Andorra. En cambio, no hay ningún pueblo de esta área que pueda decir que tiene doble nacionalidad.
Sí sucede, en cambio, en un punto muy alejado territorialmente de Cataluña, pero que está en España. Y Portugal. Este lugar se encuentra en la provincia de Badajoz (Extremadura). En estas tierras, un pequeño pueblo de poco más de 11.000 habitantes tiene una historia muy singular.
Doble nacionalidad y belleza reconocida
Olivenza es el único municipio de toda España cuyos habitantes tienen la posibilidad tener la doble nacionalidad: española y portuguesa. Este detalle, desconocido para muchos, es solo una de las múltiples razones que convierten a esta localidad en un lugar muy especial. Pero no son las únicas.
Declarado uno de Los Pueblos Más Bonitos de España, Olivenza no es solo un ejemplo de convivencia cultural, sino también un museo al aire libre que invita a perderse entre su patrimonio. Aquí, la arquitectura y las tradiciones de España y Portugal se entrelazan para diseñar una localidad que brilla por su belleza e historia.
La historia con Portugal
Antes de destacar por qué merece Olivenza merece una visita, mejor abordar el hecho de su doble nacionalidad. Olivenza, también conocida como Olivença (en luso), fue portuguesa durante más de cinco siglos. Este hecho se debe al Tratado de Alcañices en 1297, cuando el territorio pasó a manos del Reino de Portugal.
Durante algo más de medio milenio, el municipio creció y se desarrolló con la cultura, arquitectura y costumbres portuguesas. Fue hasta 1801, cuando España lo incorporó tras la llamada Guerra de las Naranjas.
De vuelta en España
Este conflicto debe su nombre a las cajas de naranjas enviadas por el general Godoy a la reina María Luisa de Parma tras conquistar Elvas. Pero más allá de la anécdota fue el fin del dominio portugués sobre este pueblo fronterizo.
La batalla también tuvo su contrapartida. El Tratado de Badajoz permitió a Portugal recuperar la mayoría de los territorios invadidos, a excepción de la bella Olivenza, que hasta día de hoy permanece bajo control español, claro que todavía Portugal la reclama. De allí que se permita a sus vecinos tener la doble nacionalidad.
Cómo es Olivenza
Más allá de esta anécdota más que relevante, el pueblo es de un atractivo extraordinario. Conserva vestigios de su pasado portugués en sus calles, edificios y costumbres. Unas tradiciones que conviven con las españolas y que conforman un legado que atrae a visitantes curiosos por descubrir un lugar donde dos culturas conviven en perfecta armonía.
Una primera pista sobre la historia de Olivenza se percibe nada más llegar. La mejor manera de empezar la visita es entrar por la Puerta de Alconchel, una de las entradas mejor conservadas a la antigua villa medieval.
Qué ver
Construida en el siglo XIV por orden del rey portugués Don Dinis, esta puerta de arco flanqueada por dos torreones semicirculares ofrece una bienvenida monumental al visitante. Cruzarla es adentrarse en la historia y en las estrechas calles del casco antiguo.
A pocos metros se alza la Iglesia de Santa María del Castillo, uno de los templos religiosos más importantes de la localidad. Construida en el siglo XVI sobre los restos de una iglesia anterior, su fachada de sillería recuerda a una fortaleza, mientras que su interior deslumbra con un precioso retablo decorado con azulejos portugueses que narra el árbol genealógico de Jesús y la Virgen, conocido como el árbol de Jesé.
La fortaleza
El Castillo de Olivenza, junto a la iglesia, es otro de los grandes atractivos. Originalmente levantado por la Orden de los templarios tras la reconquista cristiana, la fortaleza incluye elementos añadidos durante el dominio portugués, como la imponente Torre del Homenaje de 40 metros de altura.
Desde su cima, accesible a través de rampas, se obtienen vistas panorámicas del centro histórico, mientras que en su patio se encuentra el Museo Etnográfico, un espacio imprescindible para quienes desean profundizar en las tradiciones locales.
Calles que cuentan historias
Uno de los mayores encantos de Olivenza es su casco histórico, un laberinto de calles empedradas que conserva nombres en portugués y español. La Calle Caridad, con sus losas onduladas y altares que evocan la Semana Santa, es uno de los tramos más pintorescos. Aquí se encuentra la Casa de la Misericordia, un edificio que destaca por sus azulejos barrocos y su impresionante altar mayor.
Otro lugar que merece una buena caminata es el Paseo Grande y el Paseo Chico, espacios abiertos decorados con palmeras y adoquines blancos y negros que forman figuras geométricas. Estos paseos son ideales para descansar en alguna de las terrazas, disfrutar de la gastronomía local o simplemente contemplar la vida cotidiana de Olivenza.
Una salida a Portugal
La Iglesia de Santa María Magdalena, situada en la Plaza de la Constitución, es una joya del estilo manuelino portugués. Construida en el siglo XVI, su interior fascina con columnas en espiral que recuerdan las cuerdas de un barco, en un guiño al pasado marítimo de Portugal.
Y para terminar, el broche final es una visita a la Puerta del Calvario, la única que se conserva de la muralla abaluartada construida en el siglo XVII. Orientada hacia Portugal, esta entrada destaca por su frontón coronado con el escudo portugués y la corona real. Tras cruzarla, se pueden observar los tramos mejor conservados de la muralla, que fue clave en la defensa del pueblo durante las Guerras de Restauración.
Qué comer
Olivenza no es solo cultura e historia; su gastronomía es otra razón para visitarla. La Técula Mécula, un dulce a base de almendra y yema de huevo, es el orgullo local. La Pastelería Casa Fuentes, ubicada en el centro, es el lugar perfecto para probarla y llevarse una caja como recuerdo.
Por último, los alrededores de Olivenza ofrecen un entorno natural único, con dehesas de encinas y alcornoques que completan la experiencia de visitar este enclave único. Eso sin contar que es un punto de partida para realizar otras excursiones hacia Zafra, Mérida o Jérez de los Caballeros. Sin olvidar Badajoz, claro.