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Adiós a este histórico comercio de Tarragona: 38 años en una de las mejores zonas de la ciudad

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La Part Alta de Tarragona pierde un trozo de su alma. Un nuevo comercio histórico dice adiós a este barrio de la ciudad. La emblemática floristería Llorenç, ubicada en la calle Major, lleva ocho días sin abrir sus puertas después de que las cerrara definitivamente el pasado 31 de diciembre tras 38 años de historia

Su propietario, Llorenç Belencoso, se ha jubilado, dejando atrás no solo un negocio, sino también un legado que ha formado parte del tejido social y cultural de la zona. Eran muchos los vecinos que durante casi cuatro décadas tenían en él a una persona de confianza.

Mucho más que una floristería

Desde su apertura en 1987, la floristería se convirtió en un punto de encuentro para vecinos y visitantes. Al principio fue solo un lugar para comprar flores, pero poco a poco Llorenç se fue ganando la confianza de sus clientes, que poco a poco acudían a él también para disfrutar de una conversación amable y un trato cercano. 

De hecho, este pequeño comerciante, con su carácter afable y su inconfundible manera de conectar con la gente, ha sido una figura esencial en la vida diaria de la Part Alta. Poco a poco se fue haciendo al barrio, a su gente, a quienes veía como unos amigos más. Tanto es así que siente que esta parte de Tarragona no formaba parte de una capital catalana, sino que es como un pueblo de toda la vida, donde la gente al cruzarse y encontrarse se sonríe y se saluda. A él, sobre todo.

Un vecino de Valls

Esto para el florista significó mucho. En realidad, él no es original de allí, sino que nació y pasó buena parte de su infancia en Valls. Su llegada a la ciudad le dio a conocer un nuevo mundo, pero en la Part Alta es donde se sintió más cómodo. Tanto o más que con su profesión.

La incursión de Llorenç en el mundo de la floristería fue casi fortuita. Él empezó a ayudar a su madre en el negocio familiar de flores en la calle Sant Oleguer, ya en Tarragona. Tenía solo 15 años cuando empezó a despuntar por su habilidad para crear coronas funerarias y ramos de novia. Era casi un talento natural, heredado.

Floristería Llorenç

Floristería Llorenç CRÓNICA GLOBAL

Una tienda propia

Casi como si se tratara de un juego, este florista fue creciendo en el negocio, pero nunca con la intención de tener su propia tienda. Y sucedió. En 1987, con tan solo 27 años, Llorenç decidió dar un giro a su vida y abrir una floristería en la calle Major de Tarragona. 

Fue una decisión arriesgada. Él iba a ocupar el lugar de un antiguo café de la ciudad. Eso le daba la ventaja de ser un lugar conocido, aunque tampoco sabía cómo iba a reaccionar el transeúnte y vecino. Algo de razón tenía.

Los años difíciles

Llorenç le puso toda la voluntad a hacer crecer su negocio. Transformó el espacio en un lugar lleno de vida y color, como el que fue hasta su último día. Su atractivo, su profesionalidad y su don de gentes hicieron el resto.

No fue fácil. Los primeros años fueron complicados y le costó ganarse la confianza de los clientes. Fue precisamente su dedicación y su carisma lo que le permitió consolidar su negocio.

El toque humano

Para los vecinos la floristería irradiaba felicidad, ilusión y cercanía. Llorenç era el dueño, pero también el que se encargaba personalmente de atender a los clientes, buscando siempre aquello que necesitaban, incluso cuando ellos mismos no lo tenían claro. Y acertaba. 

Este enfoque humano fue clave para convertir su tienda en un pilar de la comunidad. A lo largo de los años, la floristería ofreció todo tipo de productos relacionados con las flores y las plantas: ramos, coronas, jarrones, macetas, y más. Aun así, él protagonista, el alma del negocio era él.

Adiós a Llorenç

Llorenç era el corazón de la floristería, la misma que gestionó en solitario durante las últimas décadas. Su cercanía y disposición para estar siempre presente en la calle, junto a las flores expuestas, lo hicieron un rostro inconfundible en la Part Alta.

Ahora, la Part Alta pierde un negocio histórico, cercano, de los que quedan pocos. Para muchos, este adiós empobrece un poco más a la ciudad. La floristería llenaba de vida el casco antiguo y el trato con Llorenç le daba cercanía y calidez al barrio. Pero ha llegado el momento de cerrar.

Floristeria Llorenç

Floristeria Llorenç GOOGLE

Una despedida difícil y necesaria

Llorenç admite que le costó mucho tomar la decisión de jubilarse, pero siente que ahora es el momento adecuado. En declaraciones al Diari de Tarragona, confesó que le toca recuperar el tiempo con su familia y disfrutar de actividades junto a su mujer, quien también se jubila.

La despedida ha sido dura, pero esta persiana que ahora luce cerrada todavía recuerda que en su día, en esta gran ciudad, hubo un tiempo para el contacto cercano con los vecinos.