Cataluña es una de las grandes joyas de la corona en el conjunto de España por su diversidad cultural, pero también geográfica. La lista de monumentos, casas y palacios declarados Bienes Culturales de Interés Nacional es amplia, aunque es menos frecuente que esta distinción recaiga en una playa. No es el caso.
A solo treinta minutos de Barcelona, o menos si las condiciones del tráfico lo permiten, se encuentra un pequeño pueblo de origen obrero, con vistas al mar Mediterráneo. Este lugar no figura en las guías turísticas, se puede llegar en tren y, además, posee unas pintorescas casetas que le han valido el reconocimiento cultural y la atención de medios de viajes como National Geographic. Te contamos todos los detalles para que no te pierdas nada. Para visitarlo, conviene evitar la autopista y tomar la famosa carretera de las curvas del Garraf, que serpentea entre las localidades vecinas. En un punto del trayecto, un cartel señala la entrada a Garraf.
Esta es la playa más desconocida de Cataluña
Una vez cruzada la carretera, el visitante se encuentra con una playa de encanto singular. Su skyline característico, formado por 33 casetas, es nostálgico e inconfundible. Además de las casetas, la cala destaca por su fina arena blanca y aguas cristalinas llenas de peces. Protegida bajo un acantilado, sus rocas que se adentran en el mar crean un refugio para la fauna marina, lo que la convierte en un sitio ideal para el buceo. Gracias a su ubicación, esta playa goza de aguas tranquilas y poco viento, lo que la convierte en un espacio perfecto para pasear y relajarse.
Con 380 metros de largo y 28 metros de ancho, la playa cuenta con tres restaurantes, dos chiringuitos y servicios variados como duchas, socorristas y rampas de acceso. Además, se pueden alquilar kayaks, patines y tablas de paddle surf. Lo que más destaca es un exclusivo hotel privado, gestionado por Soho Club, accesible solo para socios, y que ha captado la atención de National Geographic.
Por qué está considerada Bien de Interés Nacional
El elemento más icónico de esta playa son sus casetas pintadas en blanco y verde, que recuerdan a las de los bañistas del Lido de Venecia, aunque estas son más amplias y permiten habitar en ellas. Con más de un siglo de historia, las casetas han sido protagonistas de numerosas sesiones fotográficas, comerciales de televisión y películas. Su singularidad les ha valido la categoría de Bien Cultural de Interés Nacional.
Por otro lado, el origen de estas casetas sigue siendo un misterio. Se especula que las primeras fueron construidas por bañistas, pescadores o incluso trabajadores del ferrocarril, ya que la línea de tren pasa cerca. Las primeras casetas, de 1923, eran de madera y se deterioraban rápidamente por las condiciones climáticas. En 1931, Domingo Sorribas construyó la primera caseta sobre pilares, lo que atrajo el interés de los vecinos, y para 1934 ya existían 33 casetas.
Desde entonces, estas construcciones han pasado por numerosos cambios. En 1946, el Ministerio de Obras Públicas se convirtió en su propietario y estableció que todas debían ser iguales y pintadas de blanco y verde, una estética que se mantiene hasta hoy. Durante los años 50, las casetas enfrentaron la amenaza de la expansión del pueblo y la construcción del puerto deportivo, pero gracias a la resistencia de los vecinos, se conservaron. Hoy, la mayoría están en manos privadas, pertenecientes a los herederos de sus constructores.
Qué ver y qué hacer en la playa del Garraf
Garraf es un lugar con historia, que va más allá de su playa. Fundado en 1901 como una colonia de pescadores y trabajadores, ha mantenido su arquitectura histórica y su encanto. El edificio más destacado es la Casa Gaudí Garraf, encargada por el conde Güell y diseñada por el propio Antoni Gaudí, hoy convertido en un restaurante que sigue siendo un ejemplo del modernismo catalán.
Cómo llegar a la playa del Garraf
El pequeño pueblo cuenta con una estación de tren, gracias a Eusebi Güell, en la línea R2 Sud de Rodalies, que conecta con Barcelona en menos de media hora. Si se opta por ir en coche, se debe tener en cuenta que el aparcamiento es limitado y, en temporada alta, es difícil encontrar espacio. Se llega por la carretera C-31, conocida por sus curvas.