La naturaleza humana está llena de contradicciones y muchas de ellas podemos comprobarlas cuando llega el verano. En nuestro país, el mundo se para en agosto y las vacaciones se cogen en tropel. Las familias (aún sabiendo que van a sufrir) cogen el coche y se meten en un atasco para irse a algún sitio lejano a su casa. Todos buscamos y amamos la playa y vamos a la vez, aunque lo que realmente nos apetece es estar solos en ella.
No nos engañemos, para encontrar una playa no masificada en Cataluña se ha de ir a primera hora e irse cuando empiezan a ser las diez de la mañana. Apenas hay un rincón del litoral catalán al que no vayan los playeros. Pero siempre hay una excepción.
Si la Costa Brava tiene un islote con una playa en su interior, en la Costa Dorada hay algo parecido. Es una cueva enorme, de un amplio espacio, con muchísima arena en su interior que forma una playa muy poco concurrida y que oculta una leyenda.
La Cova del Llop Marí: de piratas y dioses
La historia que cuentan los vecinos del lugar es que esta cueva era el lugar ideal para los piratas. Allí se escondían para que nadie los viera y, cuando se acercaba una embarcación, la asaltaban y se hacían con el botín.
Ante los continuos asaltos, Neptuno, el dios del mar, decidió poner orden. A la manera de los dioses, claro: la violencia. Creó un monstruo, un lobo marino, y lo colocó en la cueva. Los piratas, asustados, huyeron del lugar para siempre.
La historia que ahuyentó al monstruo y atrajo a los turistas
Una vez solucionado el problema, se sumó uno nuevo. La historia del monstruo que asustó a los piratas atrajo a millones de curiosos. Pescadores y demás se acercaban con sus barcas para ver a este personaje mitológico. Éste, asustado, se fue del lugar.
La cueva sigue allí y más de uno asegura que el alma de este ser mitológico sigue presente. Esta es una de las razones por las que a este lugar se le llama Cova del Llop Marí, es decir, cueva del lobo marino.
Dónde está la cova del Llop Marí
Esta cueva con su playa interior donde supuestamente habitaba un lobo marino se encuentra en L’Hospitalet de l’Infant, una pequeña población de la provincia de Tarragona, con menos de 6.500 habitantes. Concretamente, está en medio de una reserva natural, por lo que el acceso es limitado.
Esta extraordinaria cavidad, bañada por aguas cristalinas, está debajo de un tremendo acantilado al que sólo se puede llegar por mar. Dentro, el visitante se encuentra una rica vida submarina y una playa de arena gruesa, muy distinta a la que se encuentra en el resto de la Costa Dorada.
Cómo llegar a la cueva con playa secreta
Para llegar allí, lo más fácil es acercarse a la playa del Torn. Y aquí el primer aviso. Esta cala está en medio de un entorno naturista, eso significa que se piede respeto a las personas que allí practican el nudismo.
Desde allí se accede sin mucho problema a esta cueva que, más allá de la leyenda, el mar, el viento y la naturaleza en general, hay excavado a lo largo de los años. Aunque no se puede ir a pie.
Se necesita reserva
La opción más fácil es alquilar un kayak o llevarse el suyo. Por la zona, hay varios puntos que ofrecen esta posibilidad. Otra alternativa es coger una tabla de paddle surf y acercarse sobre ella. Por último, y para aquellos que estén en mejor condición física, pueden acercarse a nado. Eso sí, todo depende de las condiciones del mar.
Otro punto que se debe tener en cuenta es que el acceso a la cueva está limitado. Al estar en medio de una reserva natural, la Administración ha puesto orden. Del 23 de junio al 31 de junio las visitas a la playa requieren reserva.
Visitas con límite de tiempo
Las reservas se hacen a través de la web del Ayuntamiento de L’Hospitalet de l’Infant y antes de las 19h del día anterior a la visita, no puede hacerse el mismo día. Los horarios de acceso también están controlados. Se accede de las nueve de la mañana a las cuatro de la tarde, siendo el último turno las 15.30h.
Los que se acerquen en estas fechas también deber tener claro uno cosa: la visita o acceso a la Cova del Llop Marí es de 30 minutos. Este tiempo también incluye el trayecto de ida y vuelta, más el tiempo que se pueda gozar de la playa interior.
Una playa que vale la pena
Llegar allí es meterse en otro mundo. La playa, si el mar es calmo, tiene apenas 20 metros de largo y 12 de ancho, aunque siempre varía en función de las mareas. La luz llega, pero que nadie espere tomar el sol.
En el acantilado de la cueva también se encuentra una galería lateral que se mete en el interior de la cavidad haciendo zigzag y que se extiende durante 18 metros. No es apta para gente muy alta, a pesar de sus cuatro metros de ancho sólo tiene dos metros de altura y a medida que se avanza va a menos. La experiencia, en cualquier caso, es única.
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