El verano no es sólo tiempo de playa. A pesar de que los medios hablemos de calas tranquilas y paradisiacas, tarde o temprano acaban a rebosar. La alternativa a todo ellos es la montaña. Pero, ojo, para ponerse a la sombra y también para darse un buen chapuzón.
Cataluña es el lugar ideal para eso. Las diferentes sierras, montañas y cordilleras del territorio esconden decenas de piscinas naturales que, en verano, se convierten en una alternativa perfecta para la playa.
Piscinas naturales en Cataluña
Uno de estos lugares a los que uno se puede escapar son las montañas de Prades. Conocidas por sus impresionantes piscinas naturales, lugares como Els Gorgs de La Febró, el Toll de l’Olla o el Niu de l’Àliga son sólo algunas de las opciones que ofrecen como alternativa al mar.
El problema es que estos son los destinos más populares y pueden estar llenos de gente. En cambio, hay una alternativa que no todo el mundo conoce. Una joya escondida que recibe el nombre del Toll de l’Esqueix.
Un lugar escondido
Ubicado en la antaño autónoma aldea de El Pinetell y alimentado por las aguas cristalinas del río Brugent, este oasis natural no solo destaca por sus aguas calmas, sino por la cascada que la preside. A ello se le añade el precioso camino hasta allí y los puentes colgantes de madera que ofrecen un punto aventurero a la escapada.
Estas pequeñas infraestructuras son precisamente uno de los encantos de este refrescante camino que cruza el citado río y ayuda a explorar un valle solitario repleto de naturaleza. Es habitual incluso escuchar el croar de las ranas que habitan este ecosistema.
Dónde está
El camino, en cualquier caso, empieza en el pequeño pueblo del Pinetell. Hay un parking para dejar el coche al que se accede desde la TV-7044. A partir de allí, la ruta aparece casi sin querer.
Cuando uno va hacia el pueblo por la calle que conecta con el aparcamiento, se encuentra con unas señales blancas y amarillas en un poste de luz. De ahí parte el sendero que conduce al Toll de l’Esqueix.
La ruta hacia la piscina natural
Se trata sólo de seguir la ruta. Está indicada por los colores antes citados. Pero los que quieran disfrutar un poco más de la naturaleza y avanzarse a lo que se van a encontrar, pueden desviarse al mirador natural.
En la llama Roca del Lloro, hay unas vistas espectaculares del valle. Desde allí, uno puede avanzarse a todo lo que va a encontrar, respirar aire limpio y conectar con la calma propia de la naturaleza. Claro que para quien quiera postureo, también es un lugar ideal para la selfie de rigor.
A pesar de ser un camino de unos 4,4km, el camino para llegar hacia el Toll de l’Esqueix presenta baja dificultad, de hecho, el desnivel de la ruta no supera los 177 metros de desnivel. La mejor parte de todo es que la ida sólo se toma de baja.
Para los que teman un poco la pendiente, el tramo final de la bajada incluye una cuerda para evitar resbalones. Asimismo, el puente, a pesar de ser colgante, al estar renovado mantiene cierta estabilidad. Eso sí, es mejor que sólo cruce una persona y no jugar con fuego a ver si se mueve.
Cómo es Toll de l’Esqueix
Pasados los puentes colgantes y antes de llegar a la cascada, se pasa por el antiguo molino del Pinetell. Un poco más abajo está el destino soñado, el Toll de l’Esqueix. Esta piscina natural ofrece la posibilidad de un increíble baño no apto para los frioleros. Las aguas bajan frías, pero completamente limpias. Para los que quieran saltar desde la cascada, mejor guardarse las bromas, el terreno puede ser resbaladizo y en el fondo hay varias rocas. Eso sí, meterse debajo del salto del agua y sentir cómo cae en la espalda puede ser de los más placenteros.
Si l’Esqueix sabe a poco, los excursionistas con ganas de más pueden seguir río arriba. Allí se encuentran con otra piscina natural algo menos concurrida, aunque también menos bucólica. Además, debe tenerse en cuenta que a la hora de volver hay un poco de pendiente ascendente.
Qué ver en El Pinetell
La excursión se completa con la visita al municipio. Por sus pequeñas dimensiones, en realidad esta localidad no es más que una pedanía que, aunque parezca abandonada, todavía tiene una población de ocho habitantes. Es más, cuenta con una casa rural que hace que la población estacional crezca un poco, especialmente en verano.
Situado a 7 kilómetros al sudoeste de Montblanc, a una altura de 610 metros, este lugar tiene mucho que ofrecer. Para empezar, la aldea cuenta con una conocida iglesia románica del siglo XII y las ruinas de un castillo que perteneció a los templarios hasta que el rey Jaume II ordenó su persecución y expropiación.
Cómo llegar
El lugar fue conocido por la gran producción de resina de sus pinos que era aprovechada como material industrial. A pesar de todo, la aldea fue abandonada en 1849. Y no ha sido la única. Entre 1860 y 1981, la población de las montañas de Prades calló empicado.
En cualquier caso, si uno quiere disfrutar de un buen baño en la montaña, como la del Toll de l’Esqueix tiene que tener en cuenta que hay una hora y 45 minutos desde Barcelona, tomando la AP-7 y desviándose por la AP-2 hasta Montblanc y seguir por la C-14 hasta La Riba y desviarse hacia el destino final. Desde Tarragona son 40 minutos por la A-27.
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