Cataluña tiene lugares únicos. Sus paisajes van del Mediterráneo a los Pirineos, con vistas de prados, ríos, volcanes y hayedos entre otros. Lo mejor para poder disfrutar a lo grande de estos sitios es encontrar un mirador que ofrezca una buena panorámica.
En el corazón de la región de la Garrotxa, en Cataluña, se encuentra un tesoro natural que deja a los visitantes atónitos. Un mirador de esta zona volcánica con una cascada que salta a 750 metros de altura, a los pies del excursionista. Se trata del Salt de la Coromina.
Un mirador con cascada
Este majestuoso salto de agua, alimentado por el arroyo de la Faja, desciende desde unos imponentes 750 metros de altura, ofreciendo un espectáculo visual inigualable, especialmente después de las lluvias.
Situado en el término de Falgars d’en Bas, en un extenso altiplano a 954 metros sobre el nivel del mar, el Salt de la Coromina es solo uno de los seis saltos que adornan el risco de Falgars. Sin embargo, su magnificencia lo distingue, atrayendo tanto a excursionistas ávidos de aventura como a aquellos que buscan simplemente deleitarse con la belleza natural.
El Salt de la Coromina
Lo que hace verdaderamente especial a este lugar es la vista panorámica que ofrece. Desde lo alto de la cascada, se puede contemplar la majestuosidad de la Vall d’en Bas y el resto de la comarca de la Garrotxa, extendiéndose ante los ojos de los visitantes como un lienzo pintoresco.
Pero el Salt de la Coromina no es solo un espectáculo para la vista; también es un desafío para los senderistas intrépidos. Muchos experimentados escaladores descienden sus imponentes paredes utilizando cuerdas, añadiendo un emocionante componente de aventura a la experiencia.
Una ruta hasta allí
En cualquier caso, se puede llegar hasta allí por una ruta natural a través de un bucólico paisaje. Rodeado de relieves ondulados y salpicado de antiguas masías, esta ofrece una aventura inolvidable a través de exuberantes hayedos.
Una de las maneras de llegar parte del encantador pueblo de Els Hostalets d'en Bas. Tras dejar el coche en el aparcamiento a las afueras del pueblo, los caminantes se adentran en un sendero bordeado de hermosas flores rojas, que los lleva a través de frondosos bosques de encinas y robles.
Qué se puede ver
Los exploradores deben estar preparados, porque la ascensión es constante, aunque llevadera gracias a la frescura del entorno, incluso en los días más calurosos del verano. La recompensa son las vistas del final del camino.
Mientras se llega al Salt de la Coromina, se pasa por un primer mirador, el de Sant Miquel de Castelló, con vistas panorámicas de la Vall d'en Bas, Olot y, en días claros, incluso de los Pirineos, Allí, además se encuentra una ermita, que alguna vez fue la capilla del castillo de los vizcondes de Bas, ahora convertido en refugio para los viajeros cansados.
La llegada al salto
Continuando la ruta, los senderistas pasan por la histórica casa de Pibernat antes de llegar a la carretera que conduce al espectacular Salt de la Coromina. Y el encuentro con esos más de 100 metros de caída impresiona a cualquiera.
Ver el descenso del agua, sobre todo cuando la sequía no causa estragos, es un espectáculo natural que difícilmente olvidarán. Desde varios puntos de la carretera, los visitantes pueden admirar la magnificencia de esta maravilla natural, mientras el agua desciende entre las grietas de la roca.
Una curiosidad final
Una curiosidad añadida es la presencia de una pequeña central eléctrica en el primer escalón del salto, un recordatorio del ingenio humano que ha coexistido con la naturaleza en esta región durante siglos.
En resumen, acercarse a este salto es pasearse por la naturaleza volcánica de la Garrotxa, disfrutar de una cascada única y contemplar desde allí un panorama sobrecogedor.
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