Girona tiene muchos encantos. Las casas de la ribera del río Onyar es la imagen más típica de la ciudad catalana, pero hay rincones que no dejan indiferente a nadie. Desde las escaleras de la catedral, que llamaron la atención de los creadores de Juego de tronos, al puente diseñado por el creador de la Torre Eiffel de París, hay razones suficientes para dejarse perder por sus calles y sorprenderse, cuando no maravillarse, por lo que uno encuentra.
Como bien sabe el vecino de Girona y el que ha pasado un tiempo allí, esta capital catalana tiene uno de los antiguos barrios judíos mejor conservados y más icónicos de los que existen en Cataluña. Sus calles estrechas, sus baños, sus casas crean unas formas únicas en el territorio. Y entre todo este espacio hay una calle que luce de forma especial, el Carrer de la Força. Claro que, a lo largo de los siglos tuvo muchos otros nombres.
Una calle con mucha historia
Para empezar, fue el kardo maximus de la Girona romana, es decir, su calle principal. Su importancia fue tal que se convirtió en parte de la Vía Augusta. Pero su máximo esplendor llegó entre el siglo XII y XIII, cuando los judíos erigieron el barrio.
Conservando el legado romano, esta calle fue la mismísima Calle del Call, es decir, el clerical, la principal. Claro que con la expulsión de los judíos de tierras hispánicas, pasó a tener el nombre de un santo, en el siglo XIV. Fue la calle de Sant Llorenç. Claro que tres siglos más tarde, en el XVII, ya adquirió su nombre definitivo, el de la fuerza. Por su resistencia y su importancia.
Qué ver en Girona
Fue la calle que usaban los estudiantes para llegar al instituto en su día, fue aquella calle que sólo tenía casas en su margen derecho, porque en el izquierdo estaba la muralla y es la calle de la ciudad que tienen su propia fiesta. Y es que su arquitectura e historia lo merecen.
Todavía se pueden ver todos esos edificios hechos a base de piedra, algunos de ellos, como la misma calle, forman parte del Inventari del Patrimoni Arquitectònic de Catalunya. Sus balcones de losadas, jambas y dinteles llanos de piedra, algunas ventanas con motivos florales, eso sin contar con el famoso “patio del rabino”, donde se situaba la antigua sinagoga (bueno, las tres que hubo), la Casa Burgués o el actual museo de Historia.
No hay nada de esa calle que no destaque. Las mismas dimensiones de la misma, tan larga como completamente estrecha, la hacen especial. Eso y que de allí salen las famosas escalinatas que llevan a la catedral donde se rodó Juego de tronos.
Un paseo por la calle de la Força acaba siendo un viaje por el siglo XIII, aquel momento de la historia en que los judíos hicieron crecer lo que ahora es Cataluña antes de ser expulsados. Una época de la solo queda su legado. Su hermoso legado.