La Navidad ha sido siempre una celebración alegre, llena de luz y repleta de tradiciones, con un ambiente festivo que se derrama por doquier. Esta fiesta cristiana, que se celebra el 25 de diciembre en gran parte del mundo, fue creada para conmemorar el nacimiento de Jesucristo en Belén, Israel. En la actualidad, la Navidad es una festividad secularizada, caracterizada por el buen humor y la diversión familiar, con tradiciones provenientes de diversas culturas.
No obstante, también se trata de una época cargada de expectativas, y no solo por las luces, los regalos o la comida; sino por lo que se espera de nosotros a nivel emocional. No conviene perder de vista que la presión por “ser feliz” puede transformarse en un peso enorme para todas las personas que estén atravesando momentos difíciles, sea de la índole que sea.
Por ello, cabe preguntarse ¿es todo el mundo feliz en Navidad?
La idealización de esta fecha como el momento del año en que todo debería ser perfecto, alegre y rodeado de seres queridos, así como la coacción por cumplir con una especie de “obligación de disfrutar” está muy presente en nuestra cultura, aunque es importante hacer especial hincapié en que no todos se sienten cómodos con esta idea. La expectativa social de experimentar solo felicidad y armonía corre el riesgo de originar una desconexión emocional con este periodo, conduciendo a sentir que no encajas y provocando en consecuencia sentimientos de frustración, soledad e incluso culpa.
Paradójicamente, es en estas fechas cuando una gran mayoría experimenta un aumento en la depresión, la ansiedad y el estrés, debido a varios factores. Uno de los cuales radica en la exigencia por cumplir con expectativas poco realistas sobre lo que se supone que se debe hacer, sentir o tener durante las fiestas, algo que acaba produciendo una gran frustración cuando la realidad no coincide con esas metas.
Pérdida, soledad y problemas económicos
Del mismo modo, cuando estamos viviendo con el dolor de una pérdida, la Navidad intensifica esos sentimientos de no estar a la altura de lo que se espera. Es importante recordar que las fechas navideñas no tienen por qué ser importantes para todos, ni deben estar marcadas por un solo tipo de emoción o celebración. La Navidad es una fecha cargada de simbolismos y tradiciones, pero esos significados no siempre se aplican a todas las personas por igual, especialmente cuando se está transitando un duelo o una etapa difícil. En este sentido, es fundamental saber gestionar nuestras expectativas y dar espacio a todas las emociones que puedan surgir, sin juzgarlas ni reprimirlas.
Por otra parte, la soledad es un sentimiento bastante común en esta época del año. Un informe del Instituto Nacional de Estadística indica que el 25% de las personas mayores de 60 años se sienten más solas en Navidad, y un 40% manifiesta no tener amigos íntimos, un hecho que se acentúa en un tiempo centrado en las relaciones familiares y sociales. Igualmente, la reflexión excesiva sobre el año que termina, al compararse con los demás, también es motivo de insatisfacción y resalta ciertas carencias personales.
Otro factor que no interesa menospreciar es la presión económica, ya que muchas personas sienten la obligación de gastar grandes cantidades de dinero en comidas y regalos, asociando el amor y la celebración con la calidad y cantidad de los obsequios. Debido a ello se suele producir un estrés financiero adicional, ya que no todos tienen los recursos para cumplir con las perspectivas consumistas de la Navidad.
En conjunto, todos estos factores convierten a la temporada navideña en una época difícil para quienes ya enfrentan problemas emocionales, haciendo que, en lugar de disfrutar de las festividades, se vivan con malestar y ansiedad.
Cómo aliviar el impacto psicológico de la presión por "ser feliz" en Navidad
Ante esta realidad, Paula Tirso González, psicóloga especializada en trastornos emocionales, recomienda a sus pacientes algunas pautas para afrontar este periodo de manera más saludable y realista.
1. Validar las emociones
Debes reconocer y aceptar que tan válido es sentir felicidad en estas fechas como sentir tristeza o rabia. La Navidad, como cualquier otro momento del año, no viene con un manual que dicte cómo debemos sentirnos. Si estás sintiendo tristeza, rabia o incluso apatía, recuerda que estos sentimientos son respuestas naturales a tu situación personal y que forzarte a estar alegre solo por cumplir con un ideal puede ser más dañino que útil. Darles cabida a todas ellas es una forma de respetarte y atender tus necesidades emocionales.
2. Redefinir las tradiciones
Averigua qué nuevo significado han adquirido para ti estas fechas y qué valores siguen estando aún presentes en estos momentos. Procura tomar conciencia de los cambios que han podido darse (es normal que un cambio importante, como la pérdida de un familiar, conlleve algunos ajustes).
3. Establece tus propios tiempos y límites
Si la Navidad te resulta abrumadora por la razón que sea, pon tus propios límites, (quizá no necesitas participar en todas las comidas, cenas o reuniones que se hagan). Establece qué espacios van a ser agradables para ti y qué momentos no vas a querer compartir.
4. Permítete experimentar con flexibilidad
La Navidad no tiene que ser perfecta. Quizá es un momento donde puedes permitirte sentir ciertas emociones y darles rienda suelta para que convivan con otros sentimientos menos agradables. Realmente, la manera de experimentar la Navidad es muy íntima y no existe una única forma de vivirla.
5. Maneja la culpa
Intenta asimilar que el duelo es algo muy personal. El hecho de que convivan emociones aparentemente contrarias (tristeza por la pérdida y felicidad por vivir estas fechas) es algo completamente humano.
Para terminar, solo resta recordarte que las emociones de valencia contraria, como la tristeza y la alegría, caminan de la mano muy a menudo en nuestra vida cotidiana, y que aceptar esto nos ayudará a vivir de manera más auténtica y menos presionada por las expectativas externas.
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