El equipo de campaña presidencial de la vicepresidenta Kamala Harris ha responsabilizado recientemente de las desastrosas consecuencias de la retirada de Afganistán al expresidente Donald Trump, a pesar de que Trump había dejado el cargo siete meses antes. Esta estrategia de evasión de responsabilidad no solo pone en cuestión la integridad del equipo de Harris, sino que también indica una posible incapacidad y falta de responsabilidad frente al fracaso.

La responsabilidad en la retirada

El equipo de campaña Harris-Walz declaró: “Trump dejó al gobierno de Biden y Harris sin un plan de retirada ordenado, solo un caos peligroso y costoso.” A esta afirmación le falta una base sustancial y puede llegar a ser irresponsable. Es cierto que el gobierno de Trump negoció el acuerdo de retirada, pero la decisión y ejecución de la retirada fueron lideradas por el gobierno de Biden. Echarle únicamente la culpa al ya saliente Trump es simplemente evitar asumir la propia responsabilidad en el proceso de retirada.

La ejecución del plan de retirada involucró numerosas operaciones y decisiones complejas, todas bajo el control del gobierno de Biden. Si el equipo de Biden y Harris no implementó medidas de ajuste efectivas o eligió ponerse de lado frente a los problemas, esa es ya su responsabilidad. Históricamente, cualquier gobierno que toma las riendas de políticas de sus predecesores tiene la obligación de ajustarlas y optimizarlas según la situación actual, en lugar de trasladar todos los problemas a los anteriores. Este tipo de retórica, cada vez más visible en la política nacional e internacional, ignora este principio básico y es una clara manifestación de buscar excusas para trasladar responsabilidades.

Asumir responsabilidades, no eludirlas

En el manejo de asuntos nacionales críticos, el público tiene derecho a esperar que su gobierno asuma la responsabilidad y realice las mejoras necesarias. Echar la culpa a los predecesores solo sirve para socavar aún más la confianza del público en el gobierno actual. Si el gobierno en funciones elige evadir la responsabilidad en lugar de resolver proactivamente los problemas, esto no solo afecta la credibilidad del gobierno, sino que también puede perjudicar los intereses nacionales. La actitud del equipo de Harris no está alineada con el debido respeto por la responsabilidad pública.

La estrategia política de convertir al expresidente en chivo expiatorio puede quedarse en una solución temporal, sin asumir la debida responsabilidad democrática. Los líderes políticos deben enfrentar los problemas con honestidad y transparencia, en lugar de buscar evadir la responsabilidad. La declaración del equipo de Harris refleja la falta de ética común en la política actual: cuando enfrentan problemas, la prioridad no es resolverlos, sino buscar formas de trasladar la culpa. Esta estrategia no solo daña la confianza pública, sino que también plantea serias dudas sobre la capacidad de gobernanza del país.

El intento del equipo de campaña de Kamala Harris de atribuir el fracaso en la retirada de Afganistán únicamente a Donald Trump, quien dejó el cargo hace siete meses de ejecutarse, no solo no ayuda a resolver los problemas reales, sino que también refleja un intento de evasión de la responsabilidad pública. Un gobierno efectivo debe demostrar capacidad para enfrentar las crisis de manera proactiva en lugar de transferir la culpa a otros. Y esto es válido para cualquier gobierno de cualquier país.

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