Habla el Extranjero

Habla el Extranjero Simón Sánchez

Habla el extranjero

Europa combate contra el niqab y el burka

Publicada

Que el Partido de la Libertad (FPÖ), liderado por Herbert Kickl, y que el pasado septiembre ganó las elecciones legislativas en Austria, rompiese ayer las largas negociaciones con los democristianos (ÖVP) de Christian Stocker -segundos en los comicios- para formar un Gobierno de coalición puede ser una buena o mala noticia, según el color del cristal con que lo mire el lector.

Probablemente para una mentalidad de izquierdas tradicional, o de centro, esa ruptura sea un alivio: ¡Austria resiste el embate ultraderechista! Los austriacos de derechas es de suponer que estarán disgustados.

Pero desde luego, para todos los feministas, y para las mujeres en general, es una mala noticia. Ya que las primeras y únicas medidas que democristianos y derechistas habían consensuado iban dirigidas a combatir el islamismo radical y, como medida inmediata, la prohibición rigurosa –ya estaba legislada desde el año 2017, pero hasta ahora se ha hecho la vista gorda- del burka y el niqab, esas cárceles ambulantes de tela negra que las mujeres sometidas a los rigores del extremo Islam se ven obligadas a enfundarse en cuanto salen a la calle. Y a menudo, también, dentro de sus domicilios.

Poco a poco, los países europeos donde hay grandes comunidades de ciudadanos inmigrantes de fe islámica, van tomando medidas para liberar a las mujeres de esa imposición machista y denigradora del cuerpo de la mujer que se le impone como supuesta protección contra la lascivia de los varones, y para evitar que su atractivo natural los lleve a cometer insensateces.

Hemos navegado por la prensa internacional para levantar un somero mapa de la situación de este oscuro asunto.

En Gran Bretaña y España, como en América, hay absoluta tolerancia con el sometimiento de las mujeres a cualquier velo islámico.

Francia fue el primer país europeo en prohibir el uso del burka y el niqab en espacios públicos, desde abril de 2011. Bélgica prohibió el uso de esas prendas en julio del mismo año.

En los Países Bajos, aunque no rige una prohibición total, desde el año 2019 el uso del burka está restringido en edificios estatales, transporte público, escuelas y hospitales.

Bulgaria introdujo una prohibición parcial en 2016, con excepciones para ciertas actividades.

En Suiza, la prohibición del burka y otras vestimentas que cubren el rostro fue aprobada en un referéndum en marzo de 2021 y ha entrado vigor el 1 de enero de 2025. Esta ley, cuyo incumplimiento se catigará con multas de unos 1.200 euros, incluye excepciones para situaciones como razones de salud o seguridad.

En Dinamarca, la ley contra el embozo islámico se implementó en agosto de 2018, pero con un “plazo de cumplimiento” que acababa también precisamente en enero del 2025. Por cierto que la medida, altamente higiénica y libertadora, a la izquierda más obtusa le parece muy mal. Cuando Dinamarca la aprobó, Fotis Filippou, director adjunto de Amnistía Internacional para Europa, se rasgó, nunca mejor dicho, las vestiduras. “Todas las mujeres”, protestó en comparecencia pública el bonista Filippou, “deben tener libertad para vestir como quieran y para llevar prendas que expresen su identidad o sus creencias. Esta prohibición tendrá un efecto especialmente negativo en las mujeres musulmanas que opten por usar el niqab o el burka”.

No, hombre, las mujeres no “optan” por esclavizarse a no ser que previamente se les haya lavado el cerebro con dogmas grotescos que han acabado por asumir como creencias propias.

Ahora, en 2025, se han visto manifestaciones con mujeres desafiantemente vistiendo el hijab y luciendo carteles que rezan: “Hijab. Nuestro derecho, Nuestra decisión. Nuestro orgullo”.

Bueno, todos sabemos que no es “su” decisión. En cuanto a “su” orgullo, a partir de ahora en Dinamarca será de esos orgullos que hay que tragarse.