Ya es oficial. Hay dos Cataluñas. En la primera, Salvador Illa tomará posesión del cargo este mediodía y nombrará un gabinete con perfiles técnicos que echará a andar el próximo martes. En la segunda Cataluña, el cuerpo de policía de la Generalitat se diluye en una marea de incompetencia y apriorismos sobre los comportamientos propios e impropios de un presidente de la Generalitat mientras el experto en fugas Carles Puigdemont se ríe de los agentes y de la "institución" de los Mossos d'Esquadra. El bochorno es cumbre, de la misma naturaleza descomunal que los delirios del consejero saliente Joan Ignasi Elena, su número dos, Pere Ferrer, y el jefe policial Eduard Sallent.

No es que se nieguen a asumir responsabilidad alguna sino que aún presumen satisfechos de dirigir "una de las mejores policías del mundo". El resumen del disparate de rueda de prensa que esos tres señoritos protagonizaron ayer son las consideraciones del incomparable Pere Ferrer, un artista del alambre que ha sobrevivido en gobiernos posconvergentes y esquerranos sin despeinarse. Según la insólita explicación del bueno de Ferrer, la operación en general era de una gran complejidad porque había tres "dignidades" en juego. Por un lado, "la dignidad del expresidente en el exilio". Por otro, "la dignidad del Parlament" que debía celebrar la sesión de investidura. Y para acabar, "la dignidad de 'la nostra policia' Mossos d'Esquadra".

Con tanta dignidad se comprende que aquello fuera un Vietnam plagado de charlis con sombreros de paja, gente mayor pasivo agresiva, chalecos verdes del batallón Lluís Llach, peligrosas autoridades como Josep Rull y taimados colaboradores del líder del Vietcong como Artur Mas, Laura Borràs y Jordi Turull, todos ellos dirigidos por el comandante Boye y el camarada Cabré. Más los agentes de los Mossos fieles a la causa republicana. Un infierno de no sentirse las piernas.

El caso es que no ha dimitido nadie. Y ahí Sallent estuvo torero. Un jefe de los Mossos no dimite. Se le nombra y se le cesa, lo demás es tontería. La que se avecina con la vuelta de Trapero al mando es de órdago. Y no será jefe policial, sino un peldaño más. Ocupará el cargo del simpar Ferrer, director general de la madera autonómica. Lo mismo va y actúa contra los agentes que le dan cobertura a Puigdemont.

Por partes. Lo serio es la llegada de un nuevo ejecutivo catalán. "Illa toma posesión como president con el objetivo de reunir el Govern el martes", señala La Vanguardia. El texto es de Jaume V. Aroca: "El nuevo gobierno de la Generalitat, presidido por Salvador Illa, empieza a tomar forma. Albert Dalmau, actual gerente del Ayuntamiento de Barcelona, será el nuevo conseller del Departamento de Presidència, según ha podido saber La Vanguardia. Esta mañana, Salvador Illa tomará posesión del cargo de president de la Generalitat en el salón de Sant Jordi y será ya el lunes cuando está previsto que asuman sus responsabilidades los nuevos integrantes del ejecutivo catalán. El martes se podría celebrar ya la primera reunión del Consell Executiu. Aún no ha trascendido el número de departamentos que integrarán el nuevo organigrama. El nombre de Dalmau se suma al de Núria Parlon (Santa Coloma de Gramenet, 1974), alcaldesa de Santa Coloma desde el 2009, que dirigirá el Departament d’Interior. Su designación fue anunciada por Salvador Illa en el debate electoral de la campaña del 12 de mayo. Parlon tendrá como jefe de la policia al mayor Josep Lluís Trapero".

Sigue Aroca: "También ayer se conocieron otros nombres que formarán parte del equipo que está reclutando el nuevo presidente de la Generalitat. Se trata, según reveló El Periódico, de Javier Villamayor (Tarragona, 1978), que será el nuevo secretario del Govern. Villamayor, secretario de programas del PSC, formó parte del equipo que lideraba la vicesecretaria de organización de los socialistas catalanes, Lluïsa Moret, en las negociaciones para el pacto de la investidura con ERC y Comuns. Otro nombre que también ha trascendido es el del Eduard Rivas (Esparreguera, 1984), que ocupará el cargo de nuevo jefe de gabinete de Salvador Illa. Rivas es el actual alcalde de Esparreguera y coordinador de política municipal de los socialistas catalanes".

Dicho lo cual abrimos el capítulo del cachondeo. "Puigdemont anuncia que ya está en Bélgica y lleva su choque con los Mossos a otro nivel", destaca El Confidencial. La pieza viene con la firma de Marcos Lamelas: "El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont explica que ya ha llegado a Waterloo en un largo mensaje en la red social X atacando a los Mossos, acusándoles de "caza de brujas" por detener a los agentes del cuerpo autonómico que le ayudaron a huir. Asegura que "nunca tuve voluntad de entregarme voluntariamente", aunque siempre estuvo jugando con esa idea. Y les insulta de la peor manera para un independentista. Les acusa de actuar "como los españoles". Y se justifica: "yo no he matado a nadie"".

Está como una moto el gran escapista. Lo que cuenta Lamelas es el largo mensaje en la red social X con el que Puigdemont respondió a la rueda de prensa de Interior. Sigue el texto: "A pesar de que los Mossos habían puesto en duda que estuviese fuera de España, el líder independentista detalla que "hoy estoy en Waterloo después de unos días extremadamente difíciles. Hay que analizar la situación política y poner en perspectiva la razón profunda de la operación que hizo posible lo ocurrido ayer. Y lo haré. Pero son miles de kilómetros en muy pocos días y muchas jornadas de una tensión difícil de explicar, y confío en que se entienda que necesiten todavía unas horas para reponer y tomar aire", asegura. El secretario general de Junts, Jordi Turull ya había anunciado que estaba en Bélgica esta mañana. Pero en realidad llegó esta tarde en un coche oscuro, según ha explicado TV3. Puigdemont critica "el inefable Departamento de Interior de nuestro Gobierno ha perpetrado hoy una de las ruedas de prensa más deplorables que recuerdo, y me siento obligado a hacer un comentario. No puedo creer que la caza de brujas que se ha desatado contra algunas personas concretas, simplemente porque las han visto a mi lado en momentos determinados, sea protagonizada desde ámbitos políticos que se llenan la boca de lucha antirrepresiva", aludiendo a ERC, que encabeza la Conselleria de Interior. Culpa al conseller Joan Ignasi Elena, de ERC, de una "ola represora" y que considera "digna de Marlaska o de Zoido" y lamenta los efectos de su huida sobre los mossos que le ayudaron a escapar".

Y: "Les responsabiliza de la situación creada por no haberle facilitado una escolta oficial: "Si el conseller Elena y el departamento de Interior hubieran cumplido con la ley y me hubieran dado el escolta que me corresponde, habrían sabido en todo momento cuál era mi recorrido por Barcelona y por Cataluña. No hubiera sido necesaria la delirante operación de ayer". El líder de Junts escala en su enfrentamiento con los Mossos asegurando que "el conseller y el comisario jefe han tenido una pataleta al ver que el espantoso, incomprensible ya veces delirante dispositivo policial no le ha entendido nadie y solo ha servido para molestar a los ciudadanos"".

En Ok Diario detallan que "Puigdemont entró y salió de España por La Junquera sentado en la parte de atrás de un coche". Escribe Luz Sela: "Carles Puigdemont cruzó el martes, a las 21:30 horas, la frontera de La Junquera (Gerona) rumbo a Barcelona y volvió a hacerlo ayer, jueves, a las 22:30 horas camino a Waterloo (Bélgica), su residencia durante los últimos siete años. Así se resume el regreso fugaz del ex president, según fuentes conocedoras consultadas por Ok Diario. Apenas 48 horas de estancia en territorio español que han provocado un nuevo terremoto político. Y también insólito. En plena estupefacción general por la huida, dirigentes de Junts comentaban: «Ha salido perfecto». La cronología de los hechos pone el foco en la actuación de las fuerzas de seguridad y apunta al Gobierno y la Generalitat. Puigdemont pudo entrar tranquilamente por la frontera española, sentado en la parte de atrás de un coche; dormir dos noches en Barcelona antes de reaparecer ante su militancia en un escenario en pleno Arco del Triunfo, pasearse por las calles de la ciudad condal, dar un mitin de seis minutos y abandonar un lugar teóricamente vigilado por un amplio dispositivo policial. ¿Cómo es esto posible?"

Sigue Sela: "En resumen, Puigdemont apareció, se dio un baño de masas y desapareció. Su última imagen fue bajándose del escenario entre los gritos de «¡president!» de su público exultante. Se esperaba que, de ahí, se dirigiese hacia el Parlament, donde estaba a punto de arrancar la investidura de Salvador Illa. Por eso, en un primer momento, las cámaras, y también la atención policial, se centró en la columna de dirigentes de Junts que enfilaban el rumbo hacia la cámara catalana. Se presuponía que entre ellos iría también Puigdemont. En las inmediaciones del mismo Parlament, el dispositivo, liderado en primera persona por la cúpula de los Mossos, aguardaba para proceder a la detención y para ponerle, de inmediato, a disposición del juez Pablo Llarena. Sobre Puigdemont, cabe recordar, pesa una orden de detención al declararse no amnistiable el delito de malversación. Nada de eso ocurrió, sin embargo. Puigdemont estaba ya a bordo de un Honda Blanco. Había dado esquinazo. Dos personas tuvieron especial protagonismo en esa fuga. Una de ellas, el secretario general de Junts, Jordi Turull, quien, este viernes, explicó en Rac1 que él mismo acompañó a Puigdemont hasta la frontera, en el sur de Francia. Allí se despidieron antes de que el ex presidente separatista emprendiese camino a Waterloo. Su abogado, Gonzalo Boye, ha afirmado que el líder de Junts se encuentra ya fuera de España. Ambos estuvieron al lado del ex president en su plan fugaz de entrada y salida de España".

Y: "Al preguntarle por la decisión de huir tras su discurso, Turull ha explicado que Puigdemont la tomó como respuesta a un operativo policial que «cada vez era mucho más agresivo», así como por respeto al cuerpo de Mossos d’Esquadra, para evitar la imagen con su detención. Según la versión del dirigente separatista, una de las opciones planteadas era que el ex president entrase al Parlament y ser detenido, si bien se tomó la decisión de huir ante «un operativo policial que no tenía ningún tipo de proporción ni medida». Entonces, siempre según su testimonio, Puigdemont decidió no acudir a la sesión de investidura de Salvador Illa. «Si sabes que no llegarás a medio camino del Parque de la Ciutadella, con un despliegue que no se había visto nunca para cualquier otra persona, entonces buscas otras opciones», ha desvelado Turull".

Y todo esto hay que creérselo porque lo afirman Rull, Turull y Tururull, como suele decir Ignacio Vidal-Folch.

Más leña al fuego o al mono, que es de goma. "La gran chapuza de los Mossos, paso a paso: 'Corrimos por la acera detrás de Puigdemont y lo perdimos cuando el semáforo se puso en verde'", titula El Mundo una pieza de Esteban Urreiztieta que comienza así: "Los Mossos d'Esquadra detallan en el atestado de la fuga de Carles Puigdemont cómo "perdieron de vista" al ex presidente catalán cuando terminó su mitin. Y anotan los pasos de lo que se resume en una chapuza: los manifestantes descubrieron a sus infiltrados; les fallaron las comunicaciones con la emisora; fueron incapaces de memorizar las matrículas de un coche con matrícula holandesa y una moto que participaron en la fuga; y que acabaron rindiéndose al perder el rastro de los tres vehículos tras una persecución a pie. En el atestado, al que ha accedido Eel, los Mossos admiten que sólo se percataron de la presencia de Puigdemont cinco minutos antes de que empezara a dar su mitin en pleno centro de Barcelona. Pero la parte más angustiosa se produce en la persecución, tras introducirse Puigdemont en el coche de fuga. En ese momento, el único infiltrado que accede tras el escenario, uno de los siete que Información de los Mossos desplegó en la zona, estaba siendo increpado por los fieles del ex president".

Y: "La narración del tramo final arranca por señalar: "El agente pudo deshacerse de la gente". Y el siguiente paso fue "correr por la acera en paralelo detrás de los vehículos". De un lado, tres vehículos en huida; del otro, un único agente a la carrera. En un primer momento, tan cerca que le permitía "un reconocimiento" de los componentes de la comitiva y "sin perderla de vista". Pero todo se complica cuando comienza el zig-zag. El atestado precisa que "el recorrido efectuado por esta comitiva ha sido: calle Nápoles, después ha girado en calle Buenaventura Muñoz, posteriormente ha cogido calle Sardenya y el agente los ha perdido de vista a la altura de la calle Sardenya con doctor Trueta". Al llegar ahí, el infiltrado había cubierto unos 1.500 metros a la carrera. No obstante, desde ese punto, "ha podido ver la comitiva parada en el semáforo de la calle Ramon Trias Farga con [la avenida] Circunvalación". La conclusión es demoledora: "Una vez que se ha puesto el semáforo en verde, no ha podido ver a dónde se dirigían los vehículos, únicamente ha podido verlos continuar en sentido al mar hasta perderlos de vista". Así se esfumó Puigdemont".

El reflejo político de todo esto según El Nacional es que "La no detención de Puigdemont provoca alivio (disimulado) en la Moncloa y frustración en el PP". Del texto de Martí Odriozola i Marcé: "Carles Puigdemont ha vuelto a copar todas las miradas. En Barcelona y en Madrid. Su fugaz regreso y su inesperada posterior desaparición, al lado de la investidura de Salvador Illa, han marcado los últimos días de la política catalana y española. En Madrid, las consecuencias se están todavía calibrando, pero el Gobierno intenta perimetrarlas para minimizar el impacto que pueden tener en la estabilidad de Pedro Sánchez. Lo que es innegable es que el hecho de que Puigdemont continúe en libertad da oxígeno al Gobierno, que se habría encontrado entre la espada y la pared en caso de que el presidente en el exilio (sic) hubiera entrado en prisión: tener encarcelado al líder de uno de los socios imprescindibles en el Congreso de los Diputados hacía inviable articular cualquier mayoría lógica".

Sigue Odriozola: "Por lo tanto, aunque parezca contradictorio, el hecho de que Puigdemont consiguiera burlar la seguridad y escabullirse de la orden de detención de Pablo Llarena deja las cosas tal como estaban antes del jueves: Sánchez depende aritméticamente de Junts, que intentará aprovechar cualquier votación para negociar y obtener réditos a cambio. Como dicen los juntaires, “pieza a pieza”. Es incuestionable que si el presidente en el exilio hubiera acabado en la prisión, el Gobierno habría pasado a tener respiración asistida. Y es que así lo habían anticipado desde las filas de Junts los últimos días. El mismo Puigdemont había advertido que su entrada en la prisión “habría tenido consecuencias”, mientras que Jordi Turull también había insistido que, si el presidente en el exilio acababa detenido, el acuerdo entre el PSOE y Junts se tendría que “replantear” y habría que “estudiar todos los escenarios”. (...) Sin embargo, hay otra derivada. Ver a Puigdemont en Barcelona en libertad y comprobar que fue capaz de volver a marcharse ha hecho daño a la derecha política, judicial y mediática, que se siente herida. Y, claro está, responsabiliza íntegramente a Pedro Sánchez. Sin ir más lejos, la querella de Hazte Oír, el sindicato ultra que hace tiempo que ha puesto en marcha una cacería contra el presidente español y el independentismo, denuncia que el Gobierno tenía un “claro y evidente interés político” que Puigdemont no fuera detenido y lamenta que la no detención de Puigdemont comporta “avivar la duda de la independencia judicial, poniendo de nuevo el foco en la Judicatura”".

10 de agosto, santoral: Lorenzo, Asteria y Blano.

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