Decía Alfredo Pérez Rubalcaba que en España se entierra muy bien, comentario que aludía a los lamentos fúnebres hipócritas y a la propensión nacional a echar miel sobre los muertos. Rubalcaba no fue presidente del Gobierno, pero su contribución a la historia excede la de muchos presidentes, igual que el talento y la responsabilidad, cosa que reconocen especialmente quienes fueran sus rivales políticos. 



Por un día y con escasos precedentes, la prensa entera se vuelca con la figura del líder socialista que contribuyó al fin de ETA, salvó al PSOE y ejerció un papel tan discreto como fundamental en la delicada abdicación de Juan Carlos I. Ya en vida nadie le discutía a Rubalcaba su capacidad de maniobra, sagacidad, rapidez mental y liderazgo intelectual tanto en el partido como en los gobiernos en los que participó desde sus inicios como secretario de Estado de Educación.



Es la despedida de un hombre de Estado y un padre de la democracia, según anotan los obituarios, un hombre que retirado de la política había vuelto donde solía, a dar clases de química, puerta giratoria nada parecida a las habituales. Cuenta Ketty Garat en Libertad Digital que se hubo de habilitar el Congreso para las honras fúnebres ante la previsible conmoción: "Desde este jueves la situación era "irreversible" y se estaba ya a la espera del fatal desenlace para el que muchos anticipaban un velatorio en la sede de la calle Ferraz, como se hizo con Carme Chacón, fallecida el 9 de abril de 2017. Pero la numerosa congregación de socialistas venidos de todos los rincones de España imposibilitaba, por obvias cuestiones de espacio, dar cobijo a su capilla ardiente en la modesta planta baja de Ferraz, 70. Por no hablar de los que no eran socialistas. Políticos de todas las generaciones y partidos dieron sentido a este tratamiento de Estado para despedir a Rubalcaba, comenzando por Mariano Rajoy, recién llegado a Madrid tras cancelar un mitin en Orense y tras escribir "el mejor artículo de despedida", según el veredicto unánime de la parroquia socialista".



Dicho texto aparece en bastantes medios y en él subraya Rajoy su contribución en la operación de Estado que tan felizmente concluyó con la proclamación de Felipe VI: "Fue un hombre indispensable para el PSOE en las épocas más duras de su reciente historia y fue un hombre de Estado en los momentos más decisivos que pasó España en los últimos años. Su última e importante aportación a la democracia española fue su contribución al feliz resultado del proceso de abdicación del Rey Don Juan Carlos y la proclamación de D. Felipe. Aquellas semanas, casi las últimas de su trayectoria política, pudimos disfrutar del mejor Rubalcaba, inteligente, discreto y prudente, sabedor de la enorme importancia del asunto que estaba en juego y comprometido con su éxito".



También subraya Rajoy el encaste político de su oponente: "Con su marcha, la vida pública española perdió quilates de brillantez; Alfredo Pérez Rubalcaba respondía a un modelo de político ahora en desuso: ni vivía obsesionado por la imagen, ni se perdía por un regate cortoplacista. Sabía mirar más allá del próximo cuarto de hora y contaba con un discurso sólido que merecía ser escuchado porque destacaba por encima de consignas publicitarias y eslóganes ramplones; un discurso que se basaba en la racionalidad y en los argumentos, no en la búsqueda de un enemigo artificial contra el que legitimarse. Tal vez por ello fue un adversario admirable, que nos obligó a dar lo mejor de nosotros en cada momento".



Muy sustantivo es también el texto de Nicolás Redondo Terreros en El Mundo, del que destaca un párrafo sobre el combate contra el terrorismo: "El otro momento que nos lo muestra por encima de la media se desarrolla durante más tiempo, y aunque se produce a la vista de todos es más oscuro y desconocido en gran parte: la derrota de ETA. Produjo aquella acción del gobierno grandes controversias y enfrentamientos en la sociedad española. Hoy todavía, siendo como somos, es más materia de polémica que un pasado reciente de nuestra historia sobre el que sería posible construir un relato que fortaleciera nuestra democracia, pero seguimos siendo un país extraño, en el que las victorias las convertimos en derrotas y cambiamos lo que funciona, manteniendo lo que ha demostrado ser un desastre. Sin embargo, hoy pasado el tiempo y alejados de las exageraciones partidistas, podemos decir que ETA fue derrotada sin costes políticos para el Estado. No se modificó un reglamento, no se cambió una ley autonómica, tampoco ninguna nacional; no cambiamos tampoco el Estatuto Vasco, ni tampoco del Amejoramiento del Fuero Navarro; claro, tampoco tocamos la Constitución. Si ETA pedía la integración del País Vasco y de Navarra o amnistía para los presos etarras, desapareció sin conseguirlo. Nos faltó el relato que acompaña a las victorias, pero esa deficiencia tiene responsabilidad compartida. Debemos reconocer que la normalidad no se ha asentado en la sociedad vasca, recordemos Alsasua y Rentería, pero esta realidad enojosa y rechazable es de exclusiva responsabilidad de los que tomaron el testigo de Rubalcaba y de quienes gobiernan allí".



En relación a la política catalana, Pere Martí recuerda en Vilaweb las gestiones de Marta Pascal con el referente socialista en relación a la frustrada investidura de Puigdemont: "La trobada amb el dirigent del PSOE, que va durar una hora i mitja, va ser a la cafeteria de l’hotel Sant Mauro de Madrid. Rubalcaba va poder constatar que hi havia un sector del PDECat disposat a sacrificar Puigdemont i va recomanar als seus comensals que fessin arribar aquella informació al govern de Mariano Rajoy, perquè sabessin com estaven les coses abans de prendre decisions, segons que va transcendir després. No se sap si aquesta gestió es va arribar a fer. Sigui com sigui, demostra el sentit d’estat que tenia Rubalcaba, disposat a ajudar el govern del PP per frenar l’independentisme".



Sigue Martí: "Aquella reunió de Rubalcaba amb els dirigents del PDECat es va fer d’amagat del PSOE, aleshores a l’oposició, i quan va transcendir va molestar a Pedro Sánchez, que no en sabia res. Va arribar un moment que Rubalcaba no treballava per al PSOE, treballava per a l’estat, i tot i que ara l’omplin d’elogis, no va tenir mai una bona relació amb Sánchez. Cal dir que, finalment, va aconseguir el seu objectiu, que Puigdemont no fos investit el 30 de gener. Però no va ser només gràcies a ell, sinó que també s’hi va oposar ERC, perquè el Tribunal Constitucional havia prohibit expressament la investidura".



Fuera como fuese, el president es Quim Torra, que ayer hizo todo lo que se espera de él con ocasión de la visita del Rey al Salón del Automóvil. Traza la crónica Daniel G. Sastre en El Periódico: "En un día en el que el éter se llenó de mensajes de despedida a Alfredo Pérez Rubalcaba, muchos destacando su inteligencia y su sentido de Estado, también hubo lugar para la política de bajo vuelo. El juego del gato y el ratón que protagonizaron ayer Quim Torra y el Rey en el Automobile Barcelona divirtió a los que lo presenciaron, pero quizá desentonó en una jornada marcada por la muerte del principal estratega del socialismo español de los últimos 40 años".



Sigue G. Sastre: "No es que Felipe VI y Torra, quien hace casi un año anunció un boicot a los actos organizados por la Casa del Rey, no se saludaran. Pero el presidente de la Generalitat hizo todo lo que pudo por escenificar su malestar por tener que compartir espacio con quien, sobre todo desde su discurso del 3 de octubre del 2017, se ha convertido en la bestia negra del independentismo".



Más del nacionalismo. Antonio Fernández escribe en El Confidencial sobre lo que puede ocurrir si ERC y JxCat no desbloquean el nombramiento de Miquel Iceta como senador autonómico: "El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, guarda munición en su cartuchera. El problema que se le plantea ante la posibilidad de que los independentistas bloqueen el nombramiento de Miquel Iceta como senador autonómico (para que luego presida el Senado) puede quedar neutralizado en los próximos días. ¿Que los republicanos vetan a Iceta? No hay problema. La alcaldía de Barcelona puede seguir en manos de Ada Colau, que es la líder de los comunes y la persona de Pablo Iglesias en la capital catalana. O sea, es la persona de confianza del socio de confianza de Sánchez".