De la república ratafía a la Guerra de los Diez Días
El presidente de la Generalitat abraza la "vía eslovena" mientras los CDR ponen a prueba las nuevas órdenes de los Mossos, campan a sus anchas y preparan tranquilamente "La Gran Aturada"
9 diciembre, 2018 11:34La "vía eslovena". Balcanes, junio de 1991. Guerra de los Diez Días. A tiro limpio, sesenta muertos y medio millar de heridos. El presidente de la Generalitat, Quim Torra, ya no vende ratafía sino sufrimiento, sacrificio, dolor, pena y hambre. Sin embargo, los gremios de hostelería no reportan pérdidas. La gente, también las personas que portan lazos, llena los bares y restaurantes, brinda por una cosa o por la otra. Tal vez no crean las palabras de Torra, Toni Comín y Puigdemont ayer en el Teatro Real de Bruselas, tal vez sólo sea retórica inflamada, discursos huecos, lenguaje figurado sin más sentido que los dichos taurinos, puerta grande o enfermería.
En su literalidad, las noticias del "Consell per la República" ponen los pelos de punta. ¿De verdad el tramo final del proceso será dramático, injusto y cruel? Lo dijo el exconsejero de Sanidad, un chico que toca el piano y es padre de familia. Ochocientos independentistas acudieron al llamado de Puigdemont, la crema del "Consell per la República", punta de lanza del ejército esloveno, la oficialidad nacionalista incluida ERC. Qué buen mandado es Pere Aragonés. El hombre sirvió al 155, sirve a Junqueras y se pliega también al ardor guerrero de Torra y Puigdemont.
"Torra avala la vía eslovena, a pesar de su violencia", titula en portada La Vanguardia y "los CDR imponen su ley", constata El Periódico en primera. Jaume Masdeu firma en el diario de Godó la crónica sobre la nueva presentación del Consell de Puigdemont. Ahí va un párrafo: "Torra añadió que “los catalanes hemos perdido el miedo…, no nos dan miedo, y este es un grito muy poderoso. No nos dan miedo y tengo que deciros que no hay marcha atrás en el camino de la libertad”, y siguió mostrando el camino que seguir. “Los eslovenos lo tuvieron claro. Decidieron determinarse y tirar hacia delante en el camino de la libertad con todas sus consecuencias hasta conseguirlo. Hagamos como ellos –dijo Torra–. La vía eslovena es nuestra vía”. También el exconseller Toni Comín animó a continuar la lucha por la independencia aunque se entre de lleno en el drama. “El tramo que nos queda hasta llegar al final, no tenemos que engañarnos más, será dramático”, dijo Comín, y añadió que “ha llegado la hora de pagar el precio alto, injusto, pero inevitable de nuestra libertad”".
Así que abróchense los cinturones, protejan a los suyos y sus bienes, bajen las persianas y atranquen las puertas. "Winter is coming". Hay afán de venganza, tambores de guerra, pacíficos encapuchados que no se cortan ni un pelo. Acción sin reacción. Torra anuncia una purga en los Mossos y los chicos de la estaca ponen a prueba a los policías en la Ap-7 y en la Diagonal. Los agentes reciben órdenes contradictorias. Se está cociendo una revuelta a la vista de todo el mundo. Hay quien dice que el presidente del Gobierno no se entera, como su antecesor. Otros sostienen que Torra va de farol y algunos apuntan que deja hacer para saber hasta dónde están dispuestos a llegar los nacionalistas para luego meter un garrotazo despiadado.
Nuevas siglas en el planeta de la república catalana: GAAR, Grups Autònoms d’Accions Ràpides. Desvela el acrónimo El Español de la mano de David López Frías, que escribe: "Atentados en polígonos industriales, ataques a las fuerzas del orden o sabotajes al tendido eléctrico o a las vías del tren. Esta es la violencia que se viene en las calles catalanas: El separatismo catalán más extremo sube la apuesta. Por si la estrategia de terror en las calles de los CDR fuese insuficiente, se acaba de constituir un nuevo cuerpo descentralizado que pretende sembrar el caos en Cataluña. Se hacen llamar G.A.A.R. (acrónimo de Grups Autònoms d’Accions Ràpides) y pretenden paralizar el país reventando las comunicaciones entre Cataluña, el resto de España y Francia".
Sabotaje. No hablan de tirar la basura orgánica en el contenedor que no toca, sino de ocupar las infraestructuras, cortar las comunicaciones y sumir Cataluña en el más absoluto caos. En medio de la más escalofriante frivolidad se convoca a las barricadas. De El Nacional: "Els funcionaris anti-155 han avisat la delegada del govern espanyol a Catalunya, Teresa Cunillera, que "s'acosta la marabunta", en clara referència a les manifestacions diàries que es convoquen davant la la seu de la delegació del govern espanyol a Barcelona i per avisar que cada cop hi haurà més participants en aquestes concentracions".
La marabunta, qué gracia. Francia marca el camino de los funcionarios por la república, los estudiantes por la independencia, los pensionistas por Cataluña, Arran, la "Plataforma Antifascista", la CUP, los CDR y quién sabe si las barras bravas argentinas.
Arde París, dice El Mundo y los teóricos de la revolución de las sonrisas se miran en el espejo de los "armilles grogues". De la crónica de Iñaki Gil en dicho diario sobre la última jornada de furia: "París en estado de sitio. Un despliegue policial abrumador de 89.000 policías, 8.000 en la capital reforzados por una docena de tanquetas, lo nunca visto. Una estrategia diferente, móvil y flexible, que limitó los destrozos y los enfrentamientos. Hubo menos saqueos e incendios. Pero muchas más detenciones, desde primera hora. A media tarde, superaban los 1.300 y "la cifra iba a aumentar", declaró el ministro de Interior, Christophe Castaner. Una cifra récord. También hubo menos heridos, 118 entre ellos 17 policías. (El sábado pasado 201 manifestantes y 284 policías)".
Continúa Gil: "El líder de los insumisos, Jean Luc Mélénchon, dijo ayer en Burdeos donde se celebraba el congreso de su partido, que ha fracasado la campaña de "intimidación y desmotivación" del Ejecutivo. E insistió en que se disuelva la Asamblea y los franceses voten. Es un imposible, sin duda porque Macron tiene una mayoría aplastante. Como ha ocurrido desde que ha empezado el conflicto, su visión es casi idéntica a la de Marine Le Pen. Ella también empleó "intimidación" y añadió "diabolización"".
Putin y Trump se frotan las manos. Alientan el caos en Europa y apoyan todo lo que suponga reventar el viejo orden de la democracia.