El show de Torrent, Puigdemont y los Mossos
La política catalana se adentra en la dimensión desconocida con el Parlament en el limbo y los CDR a sus anchas. Carajal en la Ciutadella y la continuidad monárquica
31 enero, 2018 09:44El caos. Puigdemont no se baja del burro. Su teléfono comunica. Está dispuesto a reventar la legislatura y lo que se le ponga por delante. No tiene pinta de que vaya a imitar a su antecesor y dar un paso al lado. Con muy poca cosa ha convulsionado a todo un Estado. ¿Nuevas elecciones? Lo que haga falta. Los diputados de Junts per Puigdemont, con Artadi y el periodista Pujol a la cabeza, son la versión atildada de la CUP. El terapeuta místico Carles Riera parece un modosito al lado de los furibundos posconvergentes.
Puigdemont tiene la calle, a los Comités de Defensa de la República (CDR), que son la última excrecencia de la revolución de las risitas y la fiebre amarilla. Se consiente que campen a sus anchas porque son gente de paz que pega vivas a una banda terrorista. Bomberos, borrokas y tietas están en la vanguardia de esa cosa tan siniestra en la que se agrupa chusma que llama chusma a los diputados de la oposición.
Es versión generalizada que el presidente del Parlament, Roger Torrent, ha salvado una bola de partido con cierta habilidad. Verbo inflamado para acompañar un acto de sometimiento a la realidad y al Tribunal Constitucional. Mucha boquilla, dicen cuperos y junteros, hermanados en la república, capital Bruselas.
El imponente carajal ha sido bien recibido por el Gobierno de Madrid, según el texto que firman Anabel Díez y Jordi Pérez Colomé en El País: "Nadie duda ahora en el Gobierno de que la presentación del recurso al Tribunal Constitucional contra la investidura de Carles Puigdemont fue un acierto. Se ha ganado tiempo para que los partidos independentistas calibren las consecuencias penales de mantener la defensa del expresidente. El Ejecutivo confía en que el presidente del Parlament, Roger Torrent, proponga a otro candidato a pesar de las presiones que va a recibir del entorno de Puigdemont y de la calle. Esta es la petición que también le hace el líder del PSOE, Pedro Sánchez".
Sigue la pieza: "Al Gobierno, según las fuentes consultadas, le ha merecido la pena forzar al máximo la máquina del Estado para evitar que el Parlament votara ayer la investidura de Puigdemont. No obstante, fuentes gubernamentales reconocen que el desafío no se ha resuelto y no dudan de que el expresidente huido tratará de condicionar a su partido y a ERC para que mantengan la defensa de su candidatura. Pero la esperanza está en que el enfrentamiento que ayer afloró se mantenga y se traduzca en la propuesta de un nuevo candidato sin cuentas con la justicia, señalan estos interlocutores".
De momento, lo del nuevo candidato parece una quimera. Junts per Catalunya quiere que ERC le extienda un cheque en blanco para explorar los precipicios de la dimensión desconocida. Ambiente cainita reflejado en la información de Xavi Barrenta en El Periódico: "Los republicanos no recibieron con anticipación el discurso del candidato a la presidencia. Un discurso del que se podían derivar consecuencias legales, como los abogados advirtieron al republicano Raül Romeva y a los posconvergentes Jordi Turull y Josep Rull en caso de que votaran a favor de la investidura. A la una de la madrugada llegó a la sede de ERC una especie de índice de tres puntos del discurso, nada más. Con todo, Romeva, por ejemplo, se mostró dispuesto, en la ejecutiva vespertina del partido del lunes, a capear el riesgo si realmente valía la pena".
Seguimos para bingo con el aditamento de un reequilibrio de fuerzas en la calle. La Assemblea Nacional Catalana pierde posiciones en favor de los CDR, que meten miedo pero levantaron el campamento frente al Parlament a las primeras de cambio. Iva Anguera subraya en un texto en El Independiente el carácter de nueva fuerza emergente de las infaustas cuadrillas: "Los CDR (Comités de Defensa de la Republica) se han hecho este martes con el control de la movilización independentista convocada inicialmente para jalear la investidura de Carles Puigdemont. (...) Los CDR han optado hoy por desoír los mandatos de las entidades auspiciadas por la antigua Convergencia y Esquerra y hacer una demostración de fuerza ante unos Mossos d’Esquadra totalmente desbordados. Para la ANC y Òmnium, el objetivo político de preservar el prestigio de los Mossos como policía catalana pasa por delante de la demostración de fuerza “del pueblo”. Pero ese argumento no vale para los CDR, que siguen convocando a los manifestantes al grito de “ni un paso atrás” y con el hashtag #elPoderDelPoble en las redes".
Los Mossos fueron chuleados de mala manera, si bien se reportan dos detenidos, diez heridos y una mujer evacuada, pero no sale en TV3. Por la mañana, los agentes registraron maleteros. Por la tarde, algunos sacaron la porra a paseo. Ya no son "la nostra policia".
Mientras la Ciutadella era un carajal, en el Supremo deponían en calidad de testigos el bizarro Jordi Jané, Meritxell Ruiz y la olvidada Neus Munté. Fernando Lorente firma la nota en Libertad Digital sobre el trámite ante el juez Llarena: "Según fuentes presentes en los interrogatorios, el exconsejero de Interior Jordi Jané ha sostenido que dejó el cargo por la vía unilateral que estaba llevando el Gobierno autonómico. Ha otorgado "carácter operativo" y no político a las órdenes que recibieron los Mossos, aunque dejó mucha autonomía de actuación al cuerpo de la Policía regional. Como prueba de sus buenas relaciones con Moncloa, ha recordado el acuerdo alcanzado en julio en el marco de la Junta de Seguridad en Cataluña por el que se resolvió integrar a los Mossos en la mesa que coordina la alerta por el yihadismo".
Y más: "Quien fuera titular de Presidencia Neus Munté ha trasladado como motivo de su renuncia que estaba "exhausta". Respalda este argumento en el desborde personal por motivos familiares y por la salida de otros miembros del Gobierno ante la pérdida de confianza en el expresidente Puigdemont: "No compartía el escenario de desobediencia al que se iba a llegar"".
El día en España. Del circo parlamentario al toisón de oro de la princesa Leonor. Con toda solemnidad, Felipe VI impuso a su hija mayor la real insignia en una imagen para sellar la continuidad de la monarquía en tiempos convulsos.
31 de enero, santoral: Juan Bosco y Marcela.